Argentina no sólo sufre por el contagio del COVID-19, también, y sobre todo, padece el contagio del fracaso de la administración de la cuarentena que llevó adelante el Gobierno nacional. Y es que el contagio de los pasos erráticos y de las malas decisiones se viralizó rápidamente entre los distintos gobernadores que decidieron implementar un aislamiento social y obligatorio que no sirvió para nada en materia sanitaria.
Por el contrario, en estos momentos el país entero se encuentra atravesando el peor momento de la pandemia de coronavirus, a pesar de que pasaron más de 200 días desde que se decretó a medidos de marzo la cuarentena más larga del mundo, y de la cual no podemos salir. Argentina es el sexto país que registra la mayor cantidad de contagios a pesar del aislamiento al que ha sometido el Gobierno nacional y las administraciones provinciales a los ciudadanos.
Para colmo, la sociedad se ha visto empobrecida a niveles propios de la crisis del 2001/2002. En ese marco, se inscriben los anuncios dados a conocer por Alberto Fernández ayer cuando dictaminó que 17 provincias implementarían una suerte de vuelta atrás en los hechos. Y es que se restringirá la circulación de personas de manera similar a lo dictaminado a mitad de marzo. Esto significa que en más de 200 días, se continúan aplicando una medida que no funcionó.
El presidente se siente como el capitán de un barco que navega hacia un horizonte seguro, cuando en realidad se encuentra comandando el Titanic. Sin embargo, no se da cuenta y junto con su administración, hunde a la totalidad de la población a una profundización de la angustia y la desmoralización cuando comprueban de que tanto esfuerzo no sirvió para nada y que a cerca de 75 días de la Navidad, lo peor todavía no llegó.
La poca visión del Gobierno junto con su ineficiencia, fueron emuladas por los gobernadores de todo el país que ven como ahora deben volver prácticamente a la fase 1 de la cuarentena. Este contexto sólo le sirvió al oficialismo para dar rienda suelta al intento de lograr la plena impunidad para Cristina Kirchner y los suyos. Sin embargo, los paupérrimos números dan cuenta de la pésima administración que de la pandemia hizo el Frente de Todos.
El extravío de las autoridades hace juego con la desazón de la sociedad que clama por la libertad de movilización que le fue quitada en nombre del cuidado de una salud que jamás tuvo lugar en Argentina. Estructuras sanitarias a punto de colapsar a pesar del largo tiempo que tuvieron de prever esta realidad. Y es que el Gobierno sólo atina a que el tiempo pase pronto, que llegue la mentada vacuna y que no se note la mediocre tarea realizada. Mientras tanto, en Tucumán se implementarán restricciones jurisdiccionales que no harán más que complicar la situación de aquellos emprendimientos que no sólo venían funcionando con un horario limitado. Ahora también habrá una cantidad de gente mucho menor que circule por los negocios de San Miguel de Tucumán y en la previa del Día de la Madre. Y la sociedad entera debe pagar los platos rotos, que las pocas luces de nuestros gobernantes rompieron.
