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El Frente de Todos “ahogado en su propio relato”

En cualquier encuesta, el 76,8% de los argentinos pide un cambio de gobierno. Lo cual no sorprende debido a que, para una gran mayoría de los argentinos, este es el peor gobierno de la historia democrática

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Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa
Descacharreo

La pérdida de poder adquisitivo de los salarios y la inflación son las dos obsesiones de Cristina Kirchner. Los salarios, según un informe reciente del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) formado por economistas de Flacso cercanos al kirchnerismo, muestran una caída del poder adquisitivo del 3,7% en comparación con 2019.

Nada más duro para el kirchnerismo en un año electoral que reconocer que los trabajadores ganan hoy menos que con Macri, a pesar de los dos años de crecimiento de la economía. Un mes de 7% de inflación sería letal para Sergio Massa y nadie lo puede descartar. Permitiría que lo comparen con Guzmán o con Batakis y ahí se termina el Sergio candidato.

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Sergio Massa responsable de la economía del pais

Como si esto fuera poco, un informe económico muestra que los vencimientos de la deuda pública en pesos en los próximos meses equivalen a US$ 3.000 millones en febrero, US$ 5.000 millones en marzo, US$ 10.000 millones en abril, US$ 7.500 millones en mayo, US$ 10.000 millones en junio y US$ 15.500 millones en julio, el mes previo a las PASO.

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Dólar

En ese marco y como si a la Argentina le sobrara dinero, el gobierno nacional oficializó la contratación de una veintena de consultoras. En la previa a esto, publicó en el Boletín Oficial la decisión administrativa 78/2023 por la cual se oficializa la contratación de 20 consultoras que realizan sondeos de opinión pública por un total de casi 50 millones de pesos.

Al respecto, cabe recordar que, en cualquier encuesta, el 76,8% pide un cambio de gobierno. Lo cual no sorprende debido a que, para una gran mayoría de los argentinos, este es el peor gobierno de la historia democrática. Hay cientos de razones para agregar que, cada día que pasa, la mala praxis, las peleas internas y las ideas jurásicas hunden un poco más a la cuarta administración kirchnerista.

Si seguimos mirando la pésima gestión del gobierno desde el llano del ciudadano común, hay que decir que la inseguridad es un fantasma que los aterra y que sigue creciendo sin parar. Sobre todo, en el conurbano bonaerense. Pero el otro enemigo brutal es la inflación galopante. Tritura los salarios y desespera a mucha gente que padeció el 100% de inflación en un 2022 que duplicó a la que dejó el gobierno de Macri.

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Como si esto fuera poco, el poder, además de no solucionar ninguno de los problemas, complica más las cosas con sus enfrentamientos internos. El mamarracho de coalición que inventó Cristina para ganar la elección hace que su gestión sea una máquina de cometer errores y de expulsar ministros y funcionarios.

En la Argentina, con niveles de inflación cercanos a los tres dígitos, déficit fiscal crónico y un BCRA que cada vez posee más pasivos remunerados –lo que deduce mayores niveles de emisión monetaria en el futuro-, el problema de la denominación de los billetes es un tema absolutamente marginal.

Si hoy tuviésemos un billete de $37.700 (equivalente a 100 dólares), con la dinámica inflacionaria actual en 5 años ese billete tendrá el mismo poder adquisitivo que hoy tiene un billete de $1.000. La política tiene que entender que el valor de la moneda está determinado en el tiempo por el sano comportamiento fiscal y monetario.

pesos argentinos billetes
Peso Argentino

De hecho, en el caso de no hacerlo, seguiremos emitiendo billetes que siempre estarán condenados a desaparecer. Lo más impresionante, tratándose de un movimiento político que dice representar a las mayorías, es que tuvo todas las herramientas para hacer una verdadera revolución social.

Disfrutó de un ciclo económico inédito; tuvo números holgados en el Congreso para producir reformas en todos los campos; pudo haber armado una gran coalición con las provincias más pobres para transformar su situación. Pero prefirió sostener en silencio a las oligarquías políticas que explotan la miseria, como lo muestran de manera indudable las estadísticas provinciales.

Toda esta enorme pérdida de oportunidades para millones de personas que ya no tendrán retorno desde su vida empobrecida se justificó con un discurso que asume y proclama el monopolio ético del populismo y sus aliados sociales en todo lo relacionado con la pobreza, mientras castiga a la derecha por su “insensibilidad”.

Semejante panorama muestra el desafío ético, político y operativo que tenemos para transformar la vida de millones de personas, y que excede en mucho el tema de los planes sociales que hoy ocupa el centro del conflicto político sobre la pobreza. Es tan crítica la situación que, aun cuando logremos estabilizar la economía y aumentar la inversión, nada alcanzará.

El populismo, que quiso apropiarse de la “liberación”, demostró cuáles son los resultados de su paso por la historia argentina. Resolver esta herencia será un proceso largo y complejo; pero solo será posible si cambiamos la esencia del modelo cuyas principales víctimas son aquellos a quienes dice defender. Los únicos privilegiados deben dejar de ser los amigos del poder.

Para colmo, Alberto Fernández, encendió una nueva mecha cuando transfirió parte de la responsabilidad de la inflación a la sociedad. En un intento de explicar el fracaso de su gobierno para contener la suba de precios dijo que en buena medida era “autoconstruida” y que “estaba en la cabeza de la gente”.

Todo manual de economía enseña que uno de los componentes de la inflación son las expectativas, dado que en los precios se incluye la proyección de cuánto será el costo de reposición. De allí, al 94,8% que anunció el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) para 2022 hay un abismo.

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Instituto Nacional de Estadísticas y Censos

En este contexto a la sociedad argentina le cabe la metáfora de la ranita que se va cociendo en una olla de agua que pasa de fría, a tibia, luego a caliente hasta que hierve. Sin darnos cuenta (o tal vez sí) nuestra calidad de vida se deteriora día a día sólo para el arte de sobrevivir. La crisis de precios y de consumo que se desató en 2022 tuvo (y tiene) impacto en la vida diaria.

Justo cuando las familias deben ajustar los presupuestos día a día para poder cumplir con algo vital: comer. Con el mercado laboral cada vez más precarizado, con ingresos carcomidos, y con ventas en retroceso, todos los cálculos para llegar a fin de mes son cada vez de más corto plazo.

En el Conurbano bonaerense el enojo se viene multiplicando desde hace ya algunos años.

Especialmente contra aquellos que declaman “justicia social”, “equidad” y “distribucionismo”, pero que en realidad practican “clientelismo”, “dependencia forzada” y “perpetuación de la pobreza con fines electorales”. Con los que se autoperciben “progresistas del siglo 21″ y no son más que personeros del conservadurismo más rancio, más cercano a la anterior década del ´30 que a estos tiempos…

Después de perder más de 15 puntos desde la última elección, esta vez gobernando y expuestos ante la sociedad como generadores de más pobreza, en el gobierno concluyeron que la “generosa ayuda” había sido insuficiente para disimular los errores de la gestión que tanto daño habían provocado.

Por lo tanto, decidieron emitir varios cientos de miles de millones para agregar a la insuficiente distribución de alimentos e indumentaria, televisores, heladeras, lavarropas, cocinas, microondas, etc. No les alcanzó para revertir la derrota, mejoraron la elección y -para dotar de épica la gesta- llamaron a ese perverso intercambio de favores “heroica remontada”.

El relato de “somos los que representamos los intereses de quienes menos tienen” -como tantas otras construcciones del discurso kirchnerista- empezó a naufragar. La capacidad de engaño es cada vez menor y esto se refleja en la única oportunidad que los pobres tienen de demostrar que tienen libertad y poder: ¡cuando hay que poner el sobre dentro de la urna!

A ellos no les preocupan las dolorosas cifras de pobreza e indigencia que exponen sus propias estadísticas. Por el contrario, les genera la esperanza de poder perpetuar el intercambio de favores y permanecer en el poder gracias al drama de millones. Por eso pretenden perpetuar esa dramática realidad en la Argentina.

No tenemos duda de que el enojo de cada vez más pobres se va a sentir con fuerza este año, el día de las elecciones. Es cansancio, es rechazo a la resignación propuesta, es agotamiento de ser sometidos a una moderna forma de esclavitud, es sed de un futuro mejor…

Que truene el escarmiento entonces.

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