Después de algunos días de turbulencia financiera, el Gobierno afina los detalles para implementar la llamada “segunda fase” del plan económico y trabaja a contrarreloj para definir la reglamentación para avanzar en el traspaso de la deuda del Banco Central al Tesoro.
En ese contexto, el directorio del BCRA este jueves se reunirá para acordar las características la nueva Letra de Regulación Monetaria que utilizará para la migración de la deuda en pasivos remunerados. De todos modos, es probable que no logre finalizar esa letra chica en las próximas horas.
Después de los últimos anuncios de Caputo y Bausili, comenzó a crecer la expectativa de los inversores por conocer los pormenores de el título que ahora pasará a estar en manos de la Secretaría de Finanzas. De acuerdo a lo que pudo recolectar este sitio, esa letra estará financiada por el Tesoro, pero administrada por el Central.
También existen dudas sobre si habrá algún ajuste sobre la tasa de interés de referencia, que se espera que se vuelvan positivas -esto es, con un rendimiento por encima de la inflación-, pero esa decisión también estará atada a cerrar los detalles de la letra del Tesoro a la que se trasladarán los pases.
El equipo económico entiende que el traslado de los títulos del Banco Central al Tesoro elimina una vía de emisión, aunque requiere que el Ejecutivo profundice el superávit de sus cuentas para cubrir esos pasivos. Es decir, que para que eso suceda, será necesario mantener el ajuste sobre los gastos y, a su vez, ampliar la recaudación.
Algunos especialistas económicos y referentes del sector privado insisten en que la estrategia oficial para migrar los pases a la Secretaría de Finanzas genera mayor incertidumbre sobre el esfuerzo que requerirá para el Tesoro -según estimaciones privadas, el costo fiscal anual del stock de pases ronda el 1,7% del PBI– y en la necesidad de que la actividad económica se reactive de manera de que los ingresos tributarios contribuyan a impulsar el resultado fiscal.
Una de las principales inquietudes detrás de esta premisa está en la recaudación de junio, que subió 221,2% en la medición interanual, pero quedó por debajo de la inflación acumulada. Según datos del Instituto de Análisis Fiscal (IARAF), la baja real de los ingresos al fisco llegó a 14% en junio y el semestre terminó con una reducción de 7% real en la comparación contra los precios.
Los anuncios respecto a la segunda fase realizados el viernes por el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del BCRA, Santiago Bausili, causaron una fuerte reacción del mercado que aguarda definiciones concretas para la salida del cepo. Esta semana el tipo de cambio informal tocó un máximo histórico de $1430 -aunque retrocedió hasta $1405 en la última jornada-, los financieros operaron al mismo ritmo del blue y el riesgo país se acercó a los 1550 puntos.
Sin embargo, en los despachos oficiales intentaron restarle importancia a la situación. “La reacción de los mercados es la típica volatilidad que se produce frente a un escenario de excesivas ganancias de estos meses, sumado a un nuevo programa monetario/fiscal que pocas veces se ha visto en la Argentina”, argumentaron. E insistieron: “Hasta que los agentes se adecuen al nuevo escenario puede haber volatilidad. No es un problema”.