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El Gobierno analiza mantener el bono de $ 10.000 para los sectores más vulnerables después de la pandemia

El presidente de Argentina, Alberto Fernández, y el ministro de Economía, Martín Guzmán.
Descacharreo

El primer registro estimó 3,6 millones de beneficiarios. Unos días más tarde, se habían anotado más de 12 millones personas y, dos meses después, lo cobraron 8,5 millones. Esa zona gris que se visibilizó, ese universo que estaba fuera de todo radar oficial, fue el primer impacto del Ingreso Familiar de Emergencia: se comprobó que hay 5 millones de argentinos sin salario, sin jubilación y sin ningún plan social.

Por la incertidumbre sobre cómo será la nueva normalidad y cuánto durarán la cuarentena y, sobre todo, la post pandemia, el IFE se instaló en la agenda del Gobierno como una medida que se mantendrá más allá de lo que dure la crisis por el COVID-19.

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Lo que en su diseño original se proyectó como una medida de emergencia, adquirió con el correr de las semanas otro matiz. “Va a continuar hasta que sea necesario que continúe”, dicen ahora en el Gobierno.

Según aclaran en la Anses, aún está en estudio qué formato tendrá y cual será su alcance. Ese es el organismo que, por las bases de datos que maneja y por su despliegue territorial, tendrá “las herramientas para evaluar y ejecutar” la continuidad de ese programa.

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Como parte del análisis se desliza que tendrá otro nombre, más referido al “ingreso universal familiar”, en sintonía con la Asignación Universal por Hijo ?(AUH). Una variable es que, en el futuro, excluya a los que reciben otro tipo de asistencia o tengan aportes de empleadores, cobren la AUH o sean trabajadoras domésticas, que en esta etapa pueden recibirlo.

El último jueves se firmó el decreto del IFE 2 -el pago correspondiente a mayo- que estuvo precedido por un detalle político: el que lo anunció, vía Twitter, fue el ministro de Economía, Martín Guzmán.

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El anuncio había sido planeado el sábado pasado, tras una charla con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero?, y sembró dos señales.

Una: Guzmán, como contó Clarín, quiere dejar de ser “el ministro del canje de deuda” y pesar en otros temas y en otra agenda, y el IFE lo pone en un lugar de ministro con agenda social.

La otra es fiscalista: que la continuidad la haya informado Economía indica que no hay, a priori, tensiones respecto al gasto social, aunque Guzmán no pierde de vista, en ninguna de sus charlas, el renglón del déficit fiscal.

Desde Economía avalan la continuidad de una medida que significó un aporte de 89 mil millones de pesos. La cifra podría, incluso, crecer para la segunda cuota del IFE, que comienza a pagarse este lunes.

¿Cómo seguirá y hasta cuánto? La respuesta es incierta, porque también lo es la extensión de la cuarentena y, además, no se sabe cómo será y qué tiempo demandará recuperar alguna “normalidad” en materia social y económica.

Una posible tercera cuota del IFE, que en el Gobierno consideran inevitable, podría mostrar una merma en la cantidad de beneficiarios, porque se pagará cuando el 85% del país ya haya salido de la cuarentena estricta, con buena parte del sector productivo y comercial ya en marcha.

Sin embargo, el epicentro de la pandemia, la Capital Federal y el Conurbano, sigue con restricciones fuertes a la actividad. El 55,2% de los beneficiarios del IFE viven en el área metropolitana, según un informe de la Secretaría de Política Económica de la cartera que conduce Guzmán.

Para Mercedes D’Alessandro, directora Nacional de Economía, Igualdad y Género, el IFE “mostró cuestiones que estaban bajo la alfombra”, a la vez que la pandemia “generó otro tipo de personas, empresas e institucionales vulnerables”.

El volumen que tiene el IFE, el programa social de mayor alcance de la historia argentina, se explica porque “mostró a sectores vulnerables que existían” pero, además, alcanzó a los sectores que más golpeó la crisis sanitaria, sobre todo a cuentapropistas e informales, dijo D’Alessandro en declaraciones a radio Del Plata.

Sobre la continuidad del programa, la funcionaria sostuvo que “los que trabajan prefieren seguir haciéndolo y no cobrar el IFE” y detalló que según los datos oficiales, para la mayoría de los beneficiarios los 10 mil pesos del programa son inferiores a sus ingresos habituales.

En la Casa Rosada comparan el IFE con los 2,4 millones de beneficiarios de la AUH y usan esos datos para defender la velocidad con que se pensó -se anunció a días del inicio de la cuarentena total- y se puso en práctica.

Así y todo, hubo un remanente que cobró casi 60 días después de inscribirse y por el nivel de informalidad y el universo de beneficiarios que no están bancarizados, los pagos futuros podrán tener la misma complicación.

Ese grupo es de unos 2 millones de personas y la cifra, por las condiciones globales, puede servir como parámetro para proyectar el universo que podría estar alcanzado por el futuro IFE.

Una de las medidas que tomó el Gobierno, a través del Banco Central, fue disponer la obligatoriedad de que los bancos abran cuentas para los beneficiarios, como un recurso para agilizar el pago.

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