Luego de que transcurriera el Día de la Madre más triste de los últimos tiempos, desde el Gobierno provincial intentaron mostrar la serie de controles implementados como si se tratase de una especie de triunfo. En ese marco, pedidos de contacto virtual o por turnos fueron las recomendaciones realizadas por las autoridades sanitarias del ministerio de salud y de seguridad de la provincia, sin el más mínimo atisbo de vergüenza.
Mientras tanto, la cantidad de contagios continúan contándose de a miles y desde el Ministerio de Salud sólo atinan a maquillar la situación maquillando apenas con la entrega de algunos respiradores a los sanatorios y clínicas privadas. Sin embargo, la capacidad de la infraestructura sanitaria se encuentra cercana al límite, sin contar la cantidad de personal de salud y limpieza que se encuentra contagiados.
Además, existe un estrés en la planta de médicos y de enfermeros que merman la capacidad profesional que pueden brindar. Sin embargo, el Gobierno se contenta con aplicar mayores controles y pasarle la factura a las personas a raíz de las reuniones sociales con las cuales el virus se habría propagado desde el Día del Amigo. Justamente desde esa fecha, se pudo comprobar que Tucumán no se había preparado lo suficiente.
Al menos, no en la medida en que lo requería la provincia más densamente poblada de Argentina. Mientras tanto, la curva continúa en ascenso y sigue sin encontrar su pico, luego de que la propia ministra de Salud, Rossana Chahla, prometiera que Tucumán se encontraba cerca de alcanzar una estabilidad que la llevaría a una meseta. En cuestión de horas, la cantidad de infectados comenzó que subir de forma exponencial.
En ese marco, durante el fin de semana la cifra de contagiados llegó casi hasta los 3.000 y está claro que el pico está lejos de alcanzarse y la curva lejos de amesetarse. En este marco, las autoridades locales ya se imaginan que la Navidad y el Año Nuevo, encontrará a la sociedad tucumana ávida por juntarse como hasta la fecha no está permitido y saben los funcionarios que no habrá forma de impedirlo.
Incluso, están al tanto de que la temporada de verano que se avecina será de las más calurosas por la falta de lluvia que se pronosticó. Además, los bolsillos escuálidos de los consumidores, más las restricciones jurisdiccionales, desembocarán inevitablemente en una mayor concurrencia a lagos y ríos por parte del público en general. Lo que demandará una cantidad de efectivos policiales para controlar con los que ni cuenta la provincia.
La pregunta que cabe hacerse es ¿Hasta cuándo el Gobierno continuará aplicando controles a la ciudadanía en una provincia en la que una niña de 9 años puede ser secuestrada a plena luz del día y asesinada sin que se tenga idea de quién fue? La paciencia no da para más y difícilmente la sociedad tucumana soporte un atropello a la libertad de circular, sobre todo en la previa a las fiestas más importantes pare el conjunto de la ciudadanía.
