El Gobierno de Tucumán no sólo debe enfrentar por estas horas la pandemia de coronavirus. También debe enfrentar la paradoja de asegurarle a la población y a los comerciantes que no se volverá a la Fase 1 de la cuarentena, cuando en realidad, la misma ya se está implementando de hecho en toda la provincia. Sin embargo, desde el poder ejecutivo provincial no sólo se niegan a aceptarlo, también han empezado a creérselo ellos mismos.
El propio gobernador Manzur es el que insiste con que no se abandonará la Fase 5 en la que supuestamente está Tucumán. Sin embargo, existen restricciones hasta para poder visitar las plazas y parques de nuestra provincia. Y es que esto sólo puede realizarse de forma estrictamente individual. Ya de por sí se vivió un día del niño triste y sin pequeños que utilicen los juegos dispuestos en cada uno de los espacios públicos destinados a ellos.
Las propias fuerzas de seguridad recorren el centro de Tucumán de forma implacable y controlando de forma compulsiva que no se produzcan amontonamiento de personas, al tiempo que se convierten en centinelas de la implementación de los protocolos en distintos establecimientos. Sobre todo, en lo que hace a los comercios, así como también en bares y restaurantes, los cuales están amenazados por hipotéticas sanciones.
Lo cual no les impide atiborrarse de personas, pero en lo que a funcionamiento se refiere en Tucumán, no se puede cenar afuera tal y como pasaba a mediados de marzo cuando comenzó la cuarentena estricta. Por otra parte, los intendentes de Tucumán, tanto oficialistas como opositores, se plegaron sin chistar a la decisión no oficializada del gobierno provincial de limitar ingresos y estadías a los distintos municipios que componen la provincia.
Lo que no tienen en cuenta las autoridades provinciales, es que la sociedad no tolera las medias tintas. Decir que hay libertad nivel Fase 5 pero, sin embargo, restringirla como si ya estuviese implementada de hecho la Fase 1 del aislamiento social, es una clara muestra de que el poder ejecutivo de Tucumán no tiene ninguna intención de blanquear la situación en la que se encuentra desde hace tiempo nuestra provincia.
Para muestra basta un botón y de hecho, la confirmación de que en Tucumán existe circulación comunitaria del virus, término torciendo el brazo a las autoridades sanitarias que se obstinaban en asegurar que en la provincia sólo existía circulación por conglomerado. Luego, finalmente la realidad les estalló en la cara, al punto de que en tan sólo un día se registró más de 100 casos, generando alerta en el gobierno y en toda la sociedad. Tarde o temprano, el gobernador y los que lo acompañan, terminarán aceptando que en Tucumán la Fase 1 ya es una realidad. Lo que le seguiría a continuación, pueden ser todavía restricciones más duras, ya que el objetivo de la clase política es impedir a toda costa el colapso de la estructura sanitaria local. La cual, evidentemente, podría crujir a pesar de casi 5 meses tuvieron los funcionarios públicos para robustecerla.
