Trascendió la información de que, entre gallos y medianoches, el Gobierno se encuentra preparando una reforma tributaria. Además, la intención sería enviarla al Congreso antes de la mitad de septiembre, debido a que en esa fecha está prevista la llegada al recinto del proyecto de presupuesto 2021. De hecho, en un principio la intención del Poder Ejecutivo pasaba por que la reforma tributaria llegara antes al Parlamento.
Y es que la considera fundamental debido a que necesita recuperar ingresos fiscales rápidamente, ante la amenaza del déficit fiscal. Al mismo tiempo, la intención sería lograr una mayor equidad en lo que hace a las contribuciones que realizan el fisco los distintos sectores de la sociedad. En esa línea, trascendió que la idea sería apuntar a metas concretas en lo relacionado a lo fiscal para lograr estimular la actividad económica o el ahorro.
Habría que ver qué puede tener de novedoso este intento de reforma tributaria si, tal como se dio conocer, la intención del Gobierno es buscar un equilibrio. Y es que se apuntaría a no implementar demasiados nuevos gravámenes, pero tampoco se escucharía el pedido de los sectores productivos de bajar los impuestos. De todos modos, hay un objetivo claro que ya se dio a conocer de parte de la coalición gobernante.
Se apuntaría a gravar, todavía más, aquellos sectores de mayor capacidad contributiva. Al mismo tiempo, se iría en pos de ampliar la base de los impuestos progresivos en nuestro país. Pero, además, la intención sería la de diseñar un sistema impositivo que privilegie la producción. Lo cual es difícil de entender que pueda lograrse si no se le quita presión fiscal para que, justamente, los sectores productivos puedan funcionar con eficiencia.
En ese sentido, el Gobierno pretendería realizar una quimera. Esto se debe a que el propósito es hallar un equilibrio entre la recaudación necesaria para sostener las políticas públicas, al mismo tiempo que trataría de encontrar la manera de establecer las condiciones para el crecimiento económico. A todo esto, existe la posibilidad concreta de que se reduzca, al menos una parte, del denominado impuesto PAIS para aquellos ahorristas que compran dólares.
Pero esto sería posible sólo en el caso de que los compradores decidieran mantenerlos depositados en el sistema bancario, en lugar de guardarlos bajo el colchón, o de emplearlos en el mercado paralelo. En este marco, se inscriben las declaraciones que realizó el titular del Banco Central (BCRA), Miguel Ángel Pesce, acerca de que “no habría razón para establecer mayores restricciones cambiarias” a las ya existentes.
Incluso, el funcionario nacional se envalentonó al remarcar que no existe atraso del tipo de cambio, al punto de que el dólar hoy es competitivo. Y es que trata de alejar de la opinión pública en la idea de qué una devaluación se encuentra a la vuelta de la esquina. Sin embargo, el Gobierno adolece de la credibilidad necesaria para calmar las distintas variables económicas de cara a una sociedad y a un mercado que se muestran escépticos.