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El impresentable de Sergio Massa

Es un inútil que no pudo hacer ni decir nada. Demostró incapacidad al haber perdido la mayoría, es en estos casos cuando queda a prueba la formación, astucia y templanza de quienes aspiran a jugar en las ligas mayores

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Sergio Massa
Descacharreo

Si la estrategia oficial es huir hacia adelante, seguir exhibiendo sus músculos flácidos como si fueran una tabla de lavar, no tiene que sorprenderse por lo que le está pasando y por lo que presumiblemente vendrá. La realidad, como enseñaba Perón, le cayó encima y el único reflejo externo fue culpar al otro, que además lo derrotó en las urnas. Ese es el caso del impresentable Sergio Massa.

Está claro que un presidente de la Cámara de Diputados necesita mejores políticas y menos soberbia; más apertura y consenso que provocación y pendencia. Antes de la catástrofe de Diputados, de los dos fallos consecutivos de la Corte y del caramelo envenenado que le sirvieron en la sesión del viernes, hubo un hecho patético que lo desnuda: culpar/amenazar a los gobernadores provinciales por las consecuencias de la no aprobación del presupuesto.

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En ese sentido, la provocación del ministro de Justicia sólo puede ser entendida como un ejercicio práctico de estupidez política, que en cualquier gobierno normal le hubiera costado el puesto ante semejante confesión de ineptitud, la que se extiende a sus mandantes si éstos le dieron ese recado. Cuando esa conducta alcanza a alguien como Sergio Massa, la preocupación es mucho mayor.

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Porque el impulso final para que se cayera ese dibujo que irresponsablemente Martín Guzmán llevó a Diputados no fue un exabrupto sino una decisión que golpea a Alberto Fernández y al propio Sergio Massa, dos de las tres patas en que se funda el autodenominado Frente de Todos. No fue un arrebato de parte del ex intendente de Tigre: fue una contundente culpabilización y amenaza a los gobernadores.

Es tan patético y ordinario el mequetrefe de Sergio Massa que, todo atribulado, trataba de conseguir una tregua para que no abortara el Presupuesto. No lo logró. La jugada de Máximo desconcertó al Poder Ejecutivo, pero también despertó reacciones internas cada vez más audibles. Se comenzó a hablar de una posible fractura del bloque de diputados, promovida en las sombras por peronistas del interior.

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Proyecto de ley 2022; diputados; Máximo Kirchner- Diputados tv

Hay tiempos que apuran entre convicciones políticas y el calendario electoral que se viene. El incipiente desafío al jefe de La Cámpora parece estar tomando cuerpo, aunque la mayoría se haya amontonado en su asunción como jefe del PJ bonaerense. Todos menos Sergio Massa. Y es que todavía sangra por la herida y sabe que su futuro está marcado para quedar en la historia como un cadáver político.

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El recurso de culpar a la oposición no tiene eco. Si la fragmentación opositora es tan extendida en los hechos, pero no en la acción, un político hábil e inteligente encontraría allí una oportunidad y no un problema. Evitaría ser funcional a esa unidad, como lo fue el jefe del bloque del FdT. Más aún, la salida para evitar la derrota estaba servida en bandeja, pero Máximo prefirió más la derrota a la negociación.

Y el impotente e inútil de Sergio Massa no pudo hacer ni decir nada. Expresó también la impotencia de haber perdido la mayoría, es en estos casos cuando queda a prueba la formación, astucia y templanza de quienes aspiran a jugar en las ligas mayores. Algo de lo que no sólo carece Máximo Kirchner, sino también el propio Sergio Massa. Quedó aquí totalmente expuesta la fractura entre el relato y la realidad.

Ahora también está abierto el camino de la venganza. Roberto Lavagna y algún legislador que le resta, además de los embajadores que le nombraron para intentar seducirlo, están en la mira de la ira de Alberto Fernández gracias a la intervención de Sergio Massa. Es decir, ahora se hace el “valiente”, pero le faltó coraje el viernes en la sesión del Congreso, lugar donde había que mostrar fortaleza y no lo hizo.

Por fin, luego de maquillajes y subterfugios, el oficialismo hizo algo que temía, se miró en el espejo de la derrota. Ahora debe decidir si la imagen devuelta es irremediable. Pero no en el espejo donde Sergio Massa se observa y ve una imagen desfigurada que se pregunta cómo pudo haber pasado de ser “el traidor de Cristina” a ahora hacerse el amigo de Máximo. El mismo que le asestó un estrepitoso fracaso el pasado viernes. Con amigos así, no hacen falta enemigos.

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