Ante el desborde inflacionario que está teniendo el Gobierno, reflejando un claro fracaso de su política económica, si es que así se puede denominar lo que están haciendo en el campo de la economía, nuevamente salen con medidas absurdas como haber creado el Sistema Informativo para la Implementación de Políticas de Reactivación Económica, SIPRE, que consiste en pedirle a 1.000 empresas planillas mensuales con información sobre sus precios, ventas, stocks, etc.
Es decir, el Estado se pone a controlar cómo funcionan las empresas privadas en el medio de una pandemia en la que el mismo Estado es incapaz de organizar una campaña de vacunación eficiente. Hasta saltaron las vacunas VIP en la ineficiencia estatal y pretenden meterse con la eficiencia del sector privado. El mismo Estado que pretende controlar a las empresas privadas en su funcionamiento no tiene la capacidad de controlar el nivel y calidad de gasto público.
El mismo Estado elefantiásico que cobra fortunas en impuestos, que está repleto de empleados públicos y tiene un sistema educativo desastroso, hospitales que apenas funcionan gracias a la dedicación de su personal y una seguridad que brilla por su ausencia. Es otras palabras, el mismo Estado que, cobrando fortunas, no puede brindar los servicios esenciales por los que cobra impuestos, dice que va a controlar la forma en que trabaja el sector privado.
En momentos en que se necesita desesperadamente que las empresas no se vayan del país y lleguen nuevas inversiones que se hundan en el sector real de la economía para crear puestos de trabajo, el Gobierno sale con esta medida que espanta a cualquiera que esté pensando en invertir. Si Argentina ya generaba todas las condiciones para espantar inversiones, con esta medida le ponen la frutilla al postre.
¿Cuál será el resultado para la gente de esta medida adoptada por el Gobierno? La desocupación seguirá en ascenso, los salarios reales no podrán crecer y la pobreza e indigencia tenderán a aumentar. Lo concreto es que en los últimos 13 años y medio aproximadamente vivimos con una inflación promedio mensual que es equivalente a la inflación promedio anual de la mayoría de los países del mundo e incluso de la mayoría de los países de la región.
Esta nueva medida agrega ineficiencia a las empresas, porque las obliga a destinar recursos humanos y económicos a armar planillas que no tienen utilidad, ya fue aplicada en el pasado infinidad de veces y fracasó estrepitosamente. En realidad, el Gobierno está pidiendo algo que al consumidor no le interesa y al Gobierno no le sirve para nada. Solo le interesa al consumidor la relación precio y calidad del frasco de mayonesa.
Esto es lo que no terminan de entender en el gobierno. No son los costos los que determinan los precios, sino que son los precios que la gente está dispuesta a pagar por los bienes y servicios, los que determinan los costos en que pueden incurrir las empresas. Todo esto es jueguito para la tribuna, pero no es indiferente para el futuro de la gente. Esto es otro paso más para espantar inversiones y crear más desocupación, pobreza y caída del salario real.