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El kirchnerismo embiste contra la Corte Suprema

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Alberto Fernández y Cristina Kirchner
Descacharreo

Fue una reunión increíble. Difícil de entender para los cuatro integrantes de la Corte Suprema el encuentro que el Máximo Tribunal mantuvo por primera vez con Martín Soria. El ministro de Justicia reemplazó en marzo de este año a Marcela Losardo. Se extendió por apenas 30 minutos. Merodeó formalidades y un tono poco amigable de los contertulios. La declaración formal de guerra de parte del kirchnerismo se hizo fuera de ese ambiente secretista.

Soria manifestó la gravedad de la situación del Poder Judicial. Incluyó a la Corte. Sostuvo que los jueces especulan con las causas. Dicha anomalía tendría que ver con el supuesto nacimiento de la “mesa judicial”, en épocas de Macri. Después de la cumbre, Rosatti, Maqueda, Rosenkrantz y Lorenzetti celebraron el plenario tradicional de los martes. Alumbró un fallo que reconoció a Santa Fe una deuda del Gobierno Nacional por descuentos indebidos de coparticipación.

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corte suprema de justicia 712

El fallo podría tomarse, en forma simbólica, como la primera respuesta de la Corte a los cuestionamientos políticos de Soria. Obviamente, tuvo un larguísimo desarrollo previo. Pero estaría quedando clara la estrategia de confrontación que Cristina Kirchner y Alberto Fernández prevén con el Poder Judicial en el par de años que le restan aún de poder. Con respecto específicamente a la Corte, el Gobierno estaría presumiendo que no surgirán buenas noticias.

En lo inmediato, está la posibilidad de la declaración de inconstitucionalidad del Consejo de la Magistratura. Cuya conformación actual responde a un viejo proyecto que Cristina Kirchner impuso como senadora en 2006. Quizás no se trate de lo que más la inquiete. El Máximo Tribunal tiene en estudio nueve recursos vinculados con el juicio oral por la obra pública, que involucra a Cristina y Lázaro Báez. El único que está, parsimoniosamente, en desarrollo.

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El Gobierno dio un anticipo del futuro cuando luego de la renuncia de Highton, sindicada cercana al oficialismo, el Presidente disparó un tuit sugestivo: “¿Y los otros votos de quiénes son?”, interpeló. Alberto Fernández y Cristina Kirchner vivieron como una derrota la designación del nuevo titular de la Corte, Rosatti, y la conformación de una mayoría junto a Maqueda y Rosenkrantz. Lorenzetti, por ahora, solo bascularía entre ellos.

La lectura personal de aquella mayoría explicaría, en parte, el sendero hostil que ha decidido tomar el Gobierno, cuyo endurecimiento sucede, paradójicamente, en su instancia de mayor debilidad. Viene de una derrota electoral en las elecciones. Tampoco debiera asombrar. El kirchnerismo solo conoce la receta de la radicalización política. Además, antes del recambio legislativo el Gobierno sumó un fracaso tras otro en su afán por avanzar sobre el Poder Judicial.

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La Ley del Ministerio Público quedó trabada en Diputados. La designación de un nuevo Procurador naufragó ni bien Alberto propuso al juez Daniel Rafecas como posible reemplazante de Eduardo Casal. Cristina Kirchner no convocó a una sola audiencia para habilitar el pliego del magistrado. Tampoco progresó la reforma judicial. Pretende aumentar a 46 los juzgados federales en la Ciudad y a 90 los del Interior.

Ahora el Gobierno anuncia un proyecto para ampliar de 13 a 17 los integrantes del Consejo de la Magistratura. Un intento por anticiparse al fallo que se avecina de la Corte. Que podría volver a involucrarla, como antes, en ese organismo. El kirchnerismo no podrá intentar su aprobación sin la participación opositora. Ni siquiera en el Senado. Se trataría de la pólvora mojada del Gobierno, un escollo en su renovada guerra contra el Poder Judicial.

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