Se casó Jessica Cirio. Hasta ahí, podría ser una noticia más del mundillo de la farándula. Pero en este presente donde todo tiene que ver con todo, y en esta realidad tan patas para arriba, es bastante más que eso. La novia subió a las redes detalles de las horas previas, alojada junto a su futuro marido en la habitación de uno de los hoteles más lujosos y exclusivos de Buenos Aires. Allí mismo fue la fiesta para 60 personas, en un jardín acondicionado para la ocasión.
Salvo algún que otro detalle kitsch, todo fue una idílica puesta en escena del casamiento de dos personas enamoradas. A no ser, claro, por el detalle no menor que trae el tema a esta ocasión: tanto derroche de lujo, tanta exhibición casi obscena corre por cuenta de una señora investigada por la Justicia por presunto enriquecimiento ilícito.
Su ex marido, no hace falta aclararlo, es el ex intendente de Lomas de Zamora Martín Insaurralde, inmortalizado por quien se presume sigue siendo su acompañante, a bordo del “Bandido” en aguas del Mediterráneo, en unas vacaciones premium que su módica declaración jurada no le permitiría disfrutar. La investigación judicial que se abrió a partir del dispendio exhibido en esas imágenes lo sacó de su puesto de jefe de Gabinete de Axel Kicillof pero, al parecer, no de una participación, aunque en las sombras, en los tejes y manejes de la política bonaerense.
Tanto Insaurralde como Cirio y la otra tripulante del Bandido, Sofía Clérici, – monotributista de la categoría más baja, con US$ 600 mil dólares no declarados hallados en su domicilio, amén de carteras de lujo y demás- tienen las cuentas embargadas y todos sus bienes inhibidos por orden de la Justicia en una causa en la que se investiga presunto enriquecimiento ilícito y lavado de dinero.
Ambas mujeres, – Clérici subió hace poco otras fotos de descanso top junto al ex intendente, después de haberse mostrado en diferentes destinos premium-, no vacilan en exhibir sus lujos como si aquí no hubiera pasado nada. Es, por supuesto, un recorte de la realidad. Pero un recorte que habla bastante de cómo y por qué estamos como estamos.
No faltó en la semana la indignación de Pablo Echarri, actor embanderado con la causa kirchnerista como pocos. En una nota en C5N contó que tiene que vender dólares de sus ahorros para llegar a fin de mes. La respuesta de Karina Milei no se hizo esperar. En X, la hermana presidencial escribió: “¿Vos me estás diciendo que estás gastando dólares que has comprado en el gobierno KK (sic), cuando había controles y quien lo hacía lo perseguían por fugar dólares? Además, seguro los comprabas al oficial así te llevabas el subsidio”.
Hay que reconocer que Echarri se la dejó picando. También, que no aprende: en mayo de 2016 ya había pasado otro mal trago cuando lo engancharon junto a su mujer, Nancy Dupláa, comprando zapatillas en la Quinta Avenida, en Nueva York, y en 2019 cuando los pescaron de vacaciones en las playas de Mallorca. Kirchneristas nac&pop sí, tontos no.
En medio de renuncias reales o encubiertas, denuncias, idas y vueltas legislativas y gubernamentales, el inefable Luis D’Elía salió a decir que en el caso de abuso sexual por el que está procesado el intendente de La Matanza Fernando Espinoza la víctima era él y no la denunciante, Alberto Fernández explicó que no se dio cuenta del impacto de la fiestita VIP de Olivos porque ese día “entraron más de cien personas a la Quinta”, y Fabiola Yáñez ya amenaza con un documental en el que va a hablar de todo. País generoso. E increíble.