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El manoseo del dólar soja produce nuevamente un contexto de inseguridad

Así la regla de juego de esta medida duró apenas 15 días sin cambios

dólares
Descacharreo

La ida y vuelta de Massa con el dólar soja y la posibilidad de comprar dólares libres por parte de los productores revela el laberinto cambiario en el que está el gobierno. El ministro de Economía se comprometió ante la vicepresidenta Cristina Kirchner a no devaluar el peso con un salto cambiario porque eso podría generar un nuevo fogonazo inflacionario similar o mayor al de la renuncia de Martín Guzmán.

Así, Massa se juega a mantener las actualizaciones diarias del dólar oficial (ahora más rápido al 6,5% mensual) y a cumplir con el FMI dos acuerdos difíciles: subir las reservas del Banco Central y bajar a un rango de 70% la “brecha” entre el dólar oficial y los libres que ronda 105%. El ministro quedó atrapado entre la necesidad de devaluar parcialmente para conseguir dólares y la decisión de los productores de ir a comprar dólares con la mayor disponibilidad de pesos que recibieron del dólar soja.

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Lo llamativo es que los funcionarios se consideren engañados en un país con una inflación anual que se acerca a los tres dígitos y con un dólar que desde hace años actúa como unidad de cuenta y reserva de valor de buena parte de los ahorristas. Probablemente, el gobierno crea que con la suba de 5 puntos y medio de la tasa de interés de referencia (está en 75% anual) habría brindado argumentos suficientes para que los productores se queden en pesos en vez de salir a buscar dólares.

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En la lógica matemática una tasa de 6,25% mensual protege parcialmente a los tenedores de pesos de la inflación, pero en la expectativa política, la tasa le debería ganarle al dólar en los próximos meses. Sin embargo, el conocido “carry trade” (es decir, pasarse a pesos para después de un tiempo volver a dólares) encuentra un argumento contrario de pesos en estos últimos días.

La tasa de referencia en 75% anual determina un importante ritmo de aumento de la emisión que debe efectuar el BCRA para remunerar las Leliq y esa emisión impacta sobre los pasivos del Central que superan con comodidad los 7 billones de pesos. Con la nueva tasa, la emisión para financiar la deuda “cuasi fiscal” implica una inyección de pesos mensual del orden de los $500.000 millones.

Una cifra enorme llamada a mantener cierta presión sobre la inflación y el dólar. Esa emisión se sumó este mes a la que tuvo que efectuar el BCRA por la diferencia entre $143 y $200 generada por la compra de dólares provenientes de la venta de soja. El Central emite por el dólar soja y tiene que salir a absorber los pesos colocando Leliq en los bancos para sacar la liquidez que generó y que favoreció con 75% de tasa a los plazos fijos de hasta $10 millones.

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El ejercicio no termina en suma cero: siempre quedan más pesos que dólares dando vueltas. En este contexto en los mentideros del mercado financiero vuelven las especulaciones sobre un posible desdoblamiento cambiario formal que ayude a volver a aquietar las aguas. Esta era la semana en que Sergio Massa había logrado que el FMI la aprobación de las metas fiscal y monetaria.

Y aunque las metas de inflación y reservas quedaron lejos de los compromisos, el manoseo del dólar soja vuelve a generar un marco de incertidumbre. Sergio Massa anuncio el dólar a $200 para los que vendan soja el 4 de septiembre y rige hasta fin de mes, una regla de juego que apenas duró 15 días sin cambios. Frente a la incertidumbre las conductas defensivas siempre ganan espacio.

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