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El mundo triplicó la superficie con riego pero la Argentina no avanzó

En el país hay 6 millones de hectáreas pasibles de ser irrigadas, pero solo se cubren 1,39 millones. La bioeconomía requiere ajustar ese factor central.

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El agua es un elemento crítico para la supervivencia de todos los organismos vivos en la Tierra. La porción dulce es vital y limitada para todos los organismos terrestres, siendo solo el 2,5 a 2,75 % del total, de la cual el 1,75-2 % (70 % del total) está congelada en glaciares, hielo y nieve, un 0,7-0,8 % (28% del total) son aguas subterráneas dulces y menos de 0,01 % del total es el agua superficial (0,4%) que encontramos en lagos, pantanos y ríos. La atmósfera solo contiene 0,04 % del agua, un 1,6% del total.

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En el mundo, según la Comisión Internacional de Riego y Drenaje (International Commission of Irrigation and Drainage, www.icid.org), se riegan 328 millones de has que representan el 20 % de la superficie agrícola global y proveen cerca del 50 % de los frutos de la agricultura. La superficie bajo riego en el mundo pasó de 158 millones de has en 1970, a 258 millones de has en 1990 y a esos 328 actuales. En este periodo nuestro país se mantuvo estable en torno de los 1,5 millones de hectáreas bajo riego.

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Varios eventos internacionales muestran la preocupación creciente sobre el agua. En Mar del Plata en 1977, se realiza Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua, fue la primera internacional de carácter gubernamental dedicada exclusivamente al agua. En 1995 un grupo de expertos de la Asociación Internacional de Recursos Hídricos (International Water Resources Association – IWRA) unidos por su interés en la adecuada utilización y preservación del agua dulce creó el: Consejo de alcance Mundial dedicado al Agua (World Water Council WWC) que organiza Foros Mundiales del Agua.

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La agricultura emplea el 70 % del agua dulce del mundo. La bioeconomía, es una respuesta al cambio climático y es un modelo de desarrollo siendo el agua un insumo básico de la Vaca Viva, sea como insumo para la fotosíntesis o agua de bebida para los animales. Cómo explica en su tesis doctoral Alejandro Pannunzio nuestro país tiene una gran riqueza en recursos hídricos.

Aunque heterogéneos en su distribución ya que dos tercios del territorio es árido/semiárido, aunque en los valles patagónicos y Cuyo se dispone de agua de alta calidad. En zonas húmedas solo el Rio de la Plata tiene un caudal de 20 millones de litros por segundo, equivalente a aproximadamente 250 litros de agua por habitante del planeta por día que se salinizan sin ningún uso. Solo un tercio de nuestro territorio es húmedo y es donde se asienta la mayor parte de la producción extensiva de granos y carnes, son zonas pasibles de riego complementario. Las zonas más secas sufrirán más intensamente los efectos del cambio climático global y deberán mejorar su eficiencia de riego.

Como en el caso de muchas enfermedades infecciosas, lavarse las manos es una práctica importante durante la pandemia del COVID 19, pero por desgracia en el mundo hay casi tres mil millones de personas que no disponen de servicio domiciliario para hacerlo y avergüenza que cada día mueran 1000 niños por enfermedades derivadas de la mala calidad del agua. El acceso al agua potable es un derecho fundamental para la vida no cubierto para un tercio de la población global. En Argentina la distribución de agua potable por cañerías comienza en Buenos Aires tras la epidemia de colera iniciada en La Boca en 1867. En 1871 se produce la epidemia de fiebre amarilla con una mortandad del 11 % de la población porteña. Agua distribuida y cloacas fue la respuesta que aún esperan muchos argentinos.

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Tenemos cuantiosos recursos hídricos en nuestro país, debemos emplearlos eficientemente para:

1) asegurar agua y saneamiento

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2) desarrollo regional,

3) estabilizar y aumentar rendimientos de cultivos

4) aumentar la productividad del agua, preservando sus cualidades y evitando su contaminación.

Se usa poco el riego en Argentina, de un potencial estimado en 6 millones de has, según el censo agropecuario 2018 hay 36.296 unidades bajo riego con una superficie de 1,39 millones de has y una media de 38 has por predio. Para crecer los productores dicen que es imprescindible el apoyo financiero, de haber una estrategia en este sentido es importante tomar como base la ley de promoción de riego de Chile, que permitió tecnificar los sistemas, aumentar la productividad, estabilizar los rendimientos y sobre todo distribuir más equitativamente el agua.

Con todo lo dicho, la eficiencia en los sistemas de riego es relevante a la hora de elegir el sistema ya que en riego por gravedad es de 40 al 60%, los pivot tiene una eficiencia del 85% y el sistema de goteo de 90 al 95 %. De igual manera la infraestructura de conducción de agua, no es lo mismo en un canal impermeabilizado o uno de tierra como el de Choele Choel a San Antonio Oeste de 195 Km que pierde dos tercios de su caudal antes de llegar a destino.

Argentina ha desarrollado sistemas productivos extensivos de secano (sin riego) de muy bajo impacto ambiental manifestado en sus bajas huellas de carbono e hídricas. En un trabajo a publicar el mes próximo en una revista internacional de primer nivel, Luciana Tozzini, Alejandro Pannunzio y Pamela Texeira han calculado la huella hídrica de cultivos de soja, maíz y trigo en el partido de Pergamino para el periodo 2013/2018, ellos indican que por cada kilo producido fueron necesarios 1388 litros en soja, 693 litros en maíz y 1249 litros en trigo. Todos muy por debajo de los valores conocidos a nivel mundial, reflejando la calidad del sistema productivo y de nuestros agricultores y asesores.

El 22 de marzo fue el Día Mundial del Agua y este año se focaliza en lo que significa el agua para las personas, su verdadero valor y cómo podemos proteger mejor este recurso vital. La forma en que valoramos el agua determina cómo se gestiona y se comparte. El valor del agua es mucho más que su precio: el agua tiene un valor enorme y complejo para nuestros hogares, la cultura, la salud, la educación, la economía y la integridad de nuestro entorno natural. Esta necesidad y escasez nos señala la importancia de cuidarla y su manejo nos involucra a todos los actores sentados en la misma mesa.

Es mucho lo que podemos hacer desde nuestra casa, comunidad o cualquier área donde nos desenvolvamos. Empecemos por educar a nuestros niños, para que sean los guardianes y protectores del agua, de la cual se beneficiarán en el futuro, si aprenden a cuidarla y racionarla de la forma correcta.

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