El jefe del bloque oficialista de Diputados, Máximo Kirchner, puso sobre la mesa los motivos reales detrás del fracaso de la negociación con el laboratorio Pfizer. Para el hijo de la Vicepresidenta hay aquí una cuestión de orgullo nacional machacado que se esconde tras la falsa premisa de que “no hay que buscar validación afuera” para sacar pecho y arreglarnos con lo nuestro.
Egoísmo puro porque para muchas familias lo que en verdad estaba en juego era la posibilidad de acceder a una herramienta que les evite caminar sobre la línea entre la vida y la muerte. A 24 horas del discurso del jefe de La Cámpora, el Presidente que junto a la Secretaria Legal y Técnica Vilma Ibarra había elaborado el DNU para destrabar la llegada de vacunas de los laboratorios norteamericanos, también se sintió tocado en su autoestima y salió a responderle.
El acto en Tucumán por el festejo de nuestra independencia sirvió de escenario. El nacionalismo adolescente busca generar en los ciudadanos un sentimiento de pertenencia desmedido demonizando a las otras sociedades sin reconocer sus méritos y sus avances. “Lo nuestro” es lo único que tiene valor épico y lleva a la exaltación del grupo invitándolo a hacer realidad los sueños propios siempre merecidos y que todos nos han negado.
El precio que hay que pagar para llegar al objetivo es siempre un mal menor. Sin embargo, el costo de no haber alcanzado un acuerdo en tiempo y forma con los laboratorios Pfizer, Johnson y Moderna se mide radicalmente en vidas que se han perdido. Por esa decisión que el ex ministro Ginés González García y la ministra Carla Vizzotti deben explicar, nuestro país se vio privado de la llegada de 3 millones de vacunas de Pfizer al 31 de marzo y de 5 millones más al 30 de junio.
De haber aceptado el acuerdo se hubieran podido inocular 3 millones de compatriotas con 1 dosis o 1,5 millones con ambas dosis. Muchas de las personas que no pudieron acceder a esas vacunas, hoy integran el lamentable número de fallecidos o pelean por su vida en una cama de terapia intensiva. ¿El nacionalismo egoísta tampoco le permitió a Máximo Kirchner pensar en los más de cien mil niños y adolescentes entre 12 y 18 años que padecen comorbilidades?
Hasta el momento la vacuna de Pfizer es la única formalmente autorizada para estos grupos de riesgo y la única recomendada para embarazadas. La respuesta es no. Un “no” rotundo porque la decisión de no comprarle a Pfizer ya estaba tomada mucho antes que la ley de vacunas se aprobara en el Congreso. Era un mandato y un límite ideológico que emanaba desde las entrañas del Instituto Patria. Nacionalismo para algunos y capitalismo de amigos para otros.
Lo cierto es que, el resultado dejó una marca imborrable para miles de familias que necesitaban esa y otras vacunas. El país se encamina irremediablemente a superar los 100 mil muertos por Covid-19. Negocios y vacunados VIP nos recuerdan que en la Argentina hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Mientras tanto los responsables de estas inequidades no muestran el más mínimo remordimiento.