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El narcoestado argentino K

La expansión del consumo y el tráfico de drogas en la Argentina es hoy en día más que alarmante, en un país que ha colapsado política, económica y socialmente.

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Descacharreo

En los últimos años la Argentina ha sufrido una dolorosa transformación estructural con la problemática del narcotráfico. Frente a ello las respuestas políticas gubernamentales de las administraciones kirchneristas de turno han sido nulas, es más, las han fomentado. Fomentaron el consumo, la fabricación, la exportación y permitieron el lavado del dinero ilícito. Todo esto debido a las mafias enquistadas en el poder político, judicial y económico del país, haciendo que la Argentina esté sufriendo una Venezolización a todas luces.

Poderosas narco-organizaciones mundiales han encontrado en la Argentina tierra segura y fértil para sus negocios, gracias a la corrupción existente, al colapso de la Justicia, de los controles aduaneros y fronterizos, y aprovecharon estas debilidades endémicas institucionales para echar raíces, ayudando así a crear una poderosa mafia política. Estos rasgos lo tienen en común en nuestro continente las satrapías existentes tanto en Cuba, como en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, y ahora en la Argentina donde el gobierno de turno del Presidente Alberto Fernández, que en realidad es el gobierno de la vice-presidenta Cristina Kirchner, son los responsables de la violación constante de la Constitución, de las leyes vigentes.

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En el año 2007 publiqué un libro titulado “El Gran Engaño-Fidel Castro y el Narcotráfico Internacional”, en la editorial colombiana Intermedio perteneciente al Círculo de Lectores, que fue fruto de muchos años dedicados a la investigación del involucramiento de la cúpula cubana con el narcotráfico y narcoterrorismo internacional. Uno de los capítulos lo titulé “El Cartel de la Habana”.

Hoy en día, al analizar el caso del involucramiento evidente de la Argentina en el comercio internacional de la droga, bien podríamos hablar de un verdadero “Cartel de Buenos Aires”, que tiene todas las características del cubano, compartiendo los mismos rasgos con el venezolano, nicaragüense y boliviano. Este cartel tiene ya larga data y va paralelo a los gobiernos kirchneristas del país, tanto de Néstor como de Cristina Kirchner, que durante casi 13 años gobernaron el país, y potenciaron el narcotráfico en forma de enriquecimiento personal y fuente de ingresos para sus políticas castro-chavistas.

Negocios

Siguiendo al pie de la letra las nefastas enseñanzas de los hermanos Castro de explotar el narcotráfico internacional para sus fines políticos en el continente, la mafia kirchnerista supo usar el narconegocio y el lavado de dinero para sus fines de dominio del país. La profesora norteamericana Rachel Ehrenfeld, especialista en temas de narcotráfico y lavado de dinero, comenta en su libro “Evil Money”, que con el advenimiento del castrismo en Cuba se solidificó una alianza maléfica entre narcotráfico y terrorismo y que “el casamentero en esta maléfica boda fue Fidel Castro”.

Los Kirchner, junto a los que detentan el poder en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Honduras, El Salvador, México han resultado ser buenos discípulos. Ahora con el gobierno de Alberto Fernández parece que el virus del narcotráfico ha cobrado nuevas fuerzas. El país hoy en día se encuentra en el tercer lugar del continente después de Brasil y Colombia en el ranking de países exportadores de drogas. Tanto las autoridades de la Unión Europea, como del Departamento de Estado Norteamericano están muy alertas del desarrollo de este muevo epicentro del narcotráfico internacional.

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Para darnos cuenta de esta evolución paulatina del fenómeno, mencionemos tan sólo el hecho de que el Chapo Guzmán, el que fuera el poderoso capo del cartel de Sinaloa entre los años 2010 y 2011, o sea en la época kirchnerista, residió en la Argentina durante por lo menos siete meses, acompañado por su esposa y su hija, de acuerdo a fuentes mexicanas bien informadas, eso sí bajo una falsa identidad, pero con conocimiento de las altas autoridades argentinas.

Durante esos meses que vivió en el país pudo establecer una sólida base para sus negocios. Entre sus varias residencias se destacaba una en la zona residencial del Tigre administrada en ese entonces por Sergio Massa, hoy presidente de la cámara de Diputados y siempre ligado de una u otra forma al negocio del narcotráfico.

Por otra parte existen diferente indicios y pruebas que el Chapo financió generosamente varias de las campañas electorales de Cristina Kirchner. Se vio obligado a dejar su seguro domicilio argentino al enterarse de una notificación de extradición por parte de la DEA norteamericana. Los investigadores mexicanos creen que recibió una alerta de un funcionario corrupto dentro de la DEA a su servicio.

Pero el Cartel de Sinaloa no es el único cartel internacional con vínculos en el país sino también hay evidencias de la presencia del Cartel del Golfo, del Cartel de Juárez y del Cartel de Tijuana, que colaboran con peligrosos carteles locales.

Ultimamente las operaciones internacionales con el narcotráfico se han extendido aún más; los destinos ya no son sólo los EE.UU. y Europa, sino ha entrado en el negocio criminal también Rusia, como lo demuestra un escándalo que comenzó a mediados del año 2020 y que involucrara a varias personas, rusas y argentinas envueltas en un caso del envío de cocaína pura por un valor de 60 millones de dólares, que se encontraba oculta en los sótanos de la embajada rusa, lista para salir del país. El descubrimiento se hizo gracias a las investigaciones realizadas por la entonces Ministra de Seguridad del gobierno de Macri, Patricia Bullrich.

Tanto los juicios como las condenas se llevaron a cabo en forma muy discreta para evitar graves problemas diplomáticos entre ambos países.

Es evidente que la mayor parte de la cocaína comercializada desde la Argentina proviene del narco Estado boliviano de Evo Morales. La frontera norte no cuenta con escaners adecuados, con personal idóneo; está sin vigilancia aérea, sin radares 3 D, sin control en la hidrovía, nadie pregunta nada y encima el actual gobierno ni siquiera quiere implantar el control de los extranjeros que entran al país.

La caótica situación de la frontera norte argentina se repite en las otras fronteras del país. En la Triple Frontera – Argentina, Paraguay, Brasil – la situación es realmente caótica, en especial en Ciudad del Este y Foz de Iguazú, un corredor de la droga ya tradicional que cuenta con la colaboración de las autoridades políticas y policiales de los tres países involucrados. Sucede lo mismo también en la provincia limítrofe de Corrientes, a través del Rio Paraná, colindante con el Paraguay.

Aquí el centro del tráfico de cocaína y marihuana se ha centrado en el pueblo de Itaú, de tan sólo 9.000 habitantes, sede del famoso Santuario de la Virgen de Itatí, muy venerada tanto en la Argentina como en el Paraguay. Está demás decir que la mayoría de los sacerdotes que vivían aquí han tenido que huir ante las amenazas de muerte de los criminales narcotraficantes. Y es obvio que el gobierno argentino no acepta la más mínima colaboración del FBI o de la DEA.

Así lentamente la Argentina se va transformando en un narco-estado, y la oposición política no ha podido unirse y enfrentar este terrible virus del narcotráfico, que está destruyendo las bases democráticas del país. Mientras tanto, la triste realidad es que millonarios narco- mafiosos argentinos compran lujosas propiedades y apartamentos en Miami Beach y otros lugares paradisíacos en el mundo gracias al lucrativo negocio del narcotráfico, mientras que casi la mitad de la población del país está hundida en la miseria y que el 57 % de los niños argentinos entre 0 y 14 años se encuentran bajo la línea de la pobreza.

Las aguas bajan turbias en la Argentina de hoy, y a la prensa independiente le cabe un rol importantísimo en estos tiempos. Afortunadamente contamos aún con un puñado de abnegados, valientes, excelentes periodistas, que corriendo grandes peligros personales realizan su trabajo, como este periódico y su abnegado director que sistemáticamente a través de los años ha sabido informar verazmente sobre el peligro que entraña el narcotráfico para una democracia.

Allá por los años 80, el famoso narcotraficante colombiano Carlos Lehder tuvo palabras que podrían ser premonitorias de lo que está sucediendo en nuestro continente, expresando “nuestro objetivo es antiimperialista y antioligárquico. La revolución de América Latina podría hacerse gracias a la cocaína, porque creo que la coca es la bomba atómica de la América Latina”. Ojalá esto nunca suceda, que no llegue a prenderse la mecha.

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