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El oficialismo y la oposición juegan al gato y al ratón en torno al acuerdo con el Fondo

El Gobierno no tiene a mano otra herramienta de presión que blandir su propia debilidad.

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Congreso de la Nación Argentina
Descacharreo

El Gobierno cree que Juntos por el Cambio no se atreverá a bloquear el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La oposición calcula que el Gobierno no se animará a enviar al Congreso un proyecto de acuerdo que sea inaceptable para Juntos por el Cambio o para el propio kirchnerismo. Esa situación de bloqueo en este momento de la Argentina se vuelve inestable como una chispa.

El peligro, según dice un notorio diputado del PRO del espacio de Horacio Rodríguez Larreta, es que las imprecisiones y la desorganización del Gobierno terminen convirtiendo la votación del acuerdo con el FMI en un fiasco parecido al que pudo verse en la votación del Presupuesto el año pasado. Lo dice un hombre que cree que la oposición debe darle al Gobierno esa herramienta necesaria para evitar una catástrofe mayor.

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Es una postura que comparten prácticamente la mitad de los diputados del PRO, casi todos los radicales y la Coalición Cívica en pleno. Sin embargo, todos ellos saben perfectamente que cada tropiezo del Gobierno fortalece al sector más duro del macrismo. Uno de esos errores fue el que cometió el Gobierno ayer cuando les mostró a los diputados opositores un anteproyecto de ley que obligaba al Congreso a votar en conjunto la autorización para que el Poder Ejecutivo vuelva a endeudarse con el Fondo.

Y también los detalles del programa que acordó el Ministerio de Economía con el organismo. En situaciones normales, esa podría haber sido una estrategia parlamentaria clásica. Pero la situación dejó de ser normal hace mucho tiempo y el Gobierno no tiene hoy a mano otro recurso que su propia debilidad. La oposición considera que Alberto Fernández debe acceder al crédito para pagar los vencimientos del préstamo que había solicitado Mauricio Macri.

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Pero también piensa que el programa al que se comprometió el Presidente dejará a la Argentina en una situación ruinosa. A ese diagnóstico llegan por varios caminos: los duros del PRO calculan que el ajuste que exige el Fondo es tan leve que la Argentina seguirá endeudándose a un ritmo desquiciado y varios radicales consideran que la ruina llegará en breve, cuando el Gobierno no logre cumplir las metas que condicionan los desembolsos.

Esas posiciones, a su vez, están complicadas por las diferencias cada vez más notorias entre los miembros de la coalición opositora. En el oficialismo los diagnósticos también son diversos. El kirchnerismo barrunta que el FMI quiere ahogar a la Argentina y los enemigos de Martín Guzmán consideran que su gestión es tan pobre que ni siquiera sabrá cómo separar en segmentos los aumentos a las tarifas de electricidad y gas que ordena el acuerdo.

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Los pocos funcionarios que se consideran albertistas creen, en cambio, que el acuerdo es una de las últimas posibilidades que le quedan al Presidente de encauzar su gobierno antes de que la política gane aún más velocidad cuando se empiecen a discutir las candidaturas presidenciales. Esa inestabilidad hace que hoy se vuelva imposible predecir con alguna certeza cómo será el tránsito del proyecto por el Congreso.

En Diputados, los líderes oficialistas dicen que la media sanción está asegurada, sobre todo una vez que el Gobierno cambie el proyecto y desligue la aprobación del endeudamiento de la revisión completa del programa con el Fondo. En ese caso, el problema llegará cuando se cuenten la cantidad de diputados del Frente de Todos que no apoyó la ley. En el Senado, el panorama del oficialismo es desolador.

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