Ingrávido y oportunista, Alberto Fernández se colgó del premio internacional a la película “Argentina 1985” casi antes de que el director Santiago Mitre bajara del escenario luego de recibir la estatuilla. “El Globo de Oro a Argentina 1985 es una nueva y enorme alegría. Felicitaciones a todo el equipo…”, escribió el Presidente en Twitter en la pasada jornada del miércoles.
Sin goles propios (y con varios en contra) el Gobierno nacional y el Presidente necesitan con desesperación festejar los ajenos, intentando manotear algún mérito que no les pertenece. Pretendieron hacerlo con la Selección campeona del mundo al regreso de Qatar, y quedaron desairados por Lionel Messi y los futbolistas, avisados de lo que escondía la invitación a la Rosada.
El éxito local y ahora el reconocimiento internacional al filme ofrece una nueva oportunidad, y el Presidente se tira de cabeza: no sólo tuiteó sobre el premio, sino que también incluyó una imagen de Darín y Mitre en el video de campaña con el que sorprendió el miércoles, como si él tuviera algo que ver con la obra. Puro ventajismo, la idea de colgarse del carro de los ganadores de “Argentina 1985” ofrece, sin embargo, una particularidad que no debería dejarse pasar.
Es decir: la hipocresía de un Gobierno que pretende apropiarse de una película sobre la tarea de un fiscal (Strassera), y la histórica acusación a los comandantes de la última dictadura, al mismo tiempo que acelera el intento de juicio político a la Corte Suprema y durante el año pasado no cesó en sus aprietes al fiscal Luciani por su tarea en el juicio por corrupción en el que resultó condenada Cristina Kirchner.
Si algo caracterizó a la administración de Fernández, además de su inoperancia general, fue su arremetida contra jueces y fiscales, y en el futuro guion imaginario de un filme, el Presidente y su vice claramente no aparecerían entre los que lucharon por el ejercicio libre de justicia. Fue el mismo Alberto Fernández que hoy infla el pecho por la hazaña de Strassera interpretada por Darín, el que en un programa televisivo dijo hace algunos meses.
“Hasta ahora lo de Nisman fue un suicidio, espero que no haga algo así el fiscal Luciani”. En esos días Luciani llevaba adelante la acusación contra Cristina Kirchner, nada menos que la vicepresidenta, y la dirigente política con más poder. Sin ánimo de equiparar tareas ni tiempos históricos, la valentía de Luciani es hija del coraje de Strassera. Ambos acusaron a quienes en un momento y otro detentaban un gran poder.
Pero al recibir el Globo de Oro, el director Santiago Mitre dijo también: “La democracia es algo por lo que tenemos que seguir peleando”, definición que recibió la apresurada adhesión de Fernández: “Como dijo Santiago Mitre, la democracia es algo por lo que tenemos que seguir luchando siempre”. La coincidencia, sin embargo, es engañosa, y lo evidenció luego de la premiación el ex fiscal Luis Moreno Ocampo, uno de los “héroes” del filme.
“Esta es una película que habla de una democracia que está bajo fuego. Basta con ver lo que ocurrió en Brasil este fin de semana, lo que pasó en Estados Unidos (…) y hasta lo que está ocurriendo en la Argentina con el juicio a la Corte Suprema”, dijo. Ayer jueves el Gobierno confirmó el envío a extraordinarias en el Congreso de los proyectos de Juicio Político y ampliación de la Corte Suprema, es decir su ataque contra la Justicia. A la que aplaude falaz en el cine, pero aprieta en la realidad.
