Quedan días para que se habilite el tránsito en la zona de El Rulo, luego de cinco meses de obras de reconstrucción. Según el ministro de Obras Públicas de Tucumán, Fabián Soria, hoy o -a más tardar- durante la semana se liberaría el camino. Los expertos analizan que luego de esta remodelación, no existe peligro alguno en la zona.
“La idea era hacerlo antes, pero por la lluvia se nos complicó. Como no hay sol en esa curva, el barro tarda en secar y eso hace que demore la pavimentación”, explicó a LA GACETA. “Depende del clima y del trabajo de la gente, pero están muy concentrados en habilitar lo más pronto posible”, indicó el funcionario. “Por seguridad se desarmó el antiguo puente y se hizo este nuevo, que será mucho más seguro y más ancho”, agregó.
En tanto, según el análisis de los expertos, la resistencia de este tipo de obras depende de diversos factores. “Tiene que ver con la geotécnica, del sustrato de apoyo de la estructura y de que ésta sea adecuadamente diseñada. Cuando uno proyecta obras para la montaña sabe que tiene sus particularidades”, introdujo Eduardo Martel, vicedecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la UNT.
“El puente se compone de la superestructura, que es lo visible, más las fundaciones que son las que están inmersas en el terreno. En el diseño de las partes debe proveerse las características necesarias para su correcto comportamiento en las condiciones de montaña”, explicó.
Entre esas condiciones, mencionó al cambio climático y a las condiciones de humedad y de estabilidad de la montaña, que al ser variables, marca la necesidad de un control permanente. “Toda obra de ingeniería es diseñada para que tenga una vida útil, pero entendiendo que tendrá su mantenimiento”, dijo Martel.
Por su parte, desde el punto de vista de la geología, Guillermo Aceñolaza remarcó: “lo que pasaba en El Rulo era un tema constructivo, no geológico. Se estaba descalzando por una cuestión intrínseca a la edificación”.
El geólogo desarrolló que la zona de San Javier tiene permanentemente pequeños deslizamientos, a causa del tipo de roca que tiene. “Son unas pizarras muy antiguas que están fracturadas en función de la evolución geológica de la región”, dijo. A su vez, se generan en las rocas distintos tipos de procesos de deformación y ruptura. “Esto condiciona el carácter geotécnico de la zona, que es lo que se estudia para hacer el camino”, sostuvo.
Sin embargo, remarcó que a partir de la detección de estos condicionantes, no habría riesgos que impacten en el normal funcionamiento del puente. “Las pequeñas caídas de roca que se dan a veces son por planos pequeños, pero no es posible un movimiento de masa de tierra gigantesco. Estudiando y considerando la edificación, estoy seguro que alcanzaron un margen de previsibilidad bastante grande”, reconoció, refiriéndose al equipo a cargo de la obra.
Lo que pasa en Tafí
Martel mencionó lo que ocurre en el cerro de Tafí del Valle y comparó ambas situaciones. “Los derrumbes en la ruta 307 son de dos tipos; de volúmenes de tierra y de piedras de grandes dimensiones. Son alteraciones en las condiciones naturales de la montaña, que además tiene que ver con la parte hidráulica”, explicó. En el caso de San Javier, reconoció, se trata de cuestiones de edificación y no de condiciones naturales. Es por eso que -comentó- la Facet encabeza un proyecto que propone la colocación de una red de monitoreo en Tafí del Valle. “Iría en los puntos más críticos, entre 10 y 15 identificados. Es para predecir los derrumbes y actuar a nivel preventivo”, aseguró.