La hecatombe económica potenciada por Sergio Massa lo coloca como el peor ministro de las últimas décadas en Argentina. En la semana que se fue para jamás volver, cumplió un año desde que se sumó al gabinete y el balance es altamente negativo. Multiplicó todos los desastres que había hecho Martín Guzmán y no solucionó ninguno de los problemas. Es todo un record de ineficiencia e irresponsabilidad.
No cumplió ninguna de sus promesas. Pero muchos compradores de humo del periodismo y de los empresarios prebendarios, lo vendieron como un superministro. Y resultó ser un mini ministro. Hace un año, la inflación era del 78%. Hoy es de 115, 6%, un poco menos que la de alimentos que es claramente la que más golpea a los que menos tienen y que Massa dice defender.
Estamos cuartos entre los peores países del mundo en la inflación de alimentos. Solo nos superan Venezuela, Líbano y Zimbawe. Está todo dicho: jugamos en las ligas muy menores. La economía está entrando en una estanflación feroz. Hay cepos y tiros en los pies por todos lados. Nada funciona. Sin embargo, el ministro ajustador tuvo la cara de piedra suficiente como para decir que va “a ser el presidente que derrote a la inflación”.
La reacción fue obvia. Todos se preguntaron porque no empieza ahora. Tiene hasta el 10 de diciembre para empezar a derrotar la inflación. Pero parece que es al revés. Que la inflación lo derrotó a él. ¿Se acuerda cuando dijo que, en abril, la inflación iba a empezar con un 3 adelante? Fue del 8,4% La pifió por más de 5 puntos. Prometió que iba a aumentar las reservas en 7 mil millones de dólares.
Y es que estaban en 2.200 millones y hoy están en 8.200 millones negativos. Es decir que no solamente no las aumentó en 7 mil millones, sino que se fumó 10.400 millones y ya no está rascando el fondo de la olla porque no queda ni la olla. Lo cierto es que los datos duros demuestran que la realidad es la única verdad. El dólar blue estaba en 290 pesos y ahora llegó a los 570.
El nivel de actividad económica era del 5,7% y hoy es del 5,5% negativo. Las exportaciones se cayeron el 11,3%. La pobreza supera el 40%. Hay 19 millones de pobres. El aumento imparable de los precios pulveriza el salario y los haberes de los jubilados y la CGT con Héctor Daer a la cabeza, hace campaña por Sergio Massa. Se lo dijimos, la CGT propone votar al verdugo de los laburantes.
Eso no es massismo, es masoquismo. En la semana que se marchó para nunca más retornar, se conoció un informe brutal sobre el tema habitacional. Y es que hay 5.687 barrios informales donde hay 4 millones de hogares que viven en condiciones de vulnerabilidad y hacinamiento. El 99% no tiene servicio de gas, el 97 % carece de cloacas, el 90% no accede a la red de agua potable.
Como si este castigo fuera poco, Malena Galmarini, esposa de Masa, titular de Aysa y candidata a intendenta de Tigre, cometió el sincericidio de reconocer que cometió un delito. Es decir, colocó más recursos del estado en su distrito porque ahí tiene su corazoncito. Ver para creer. Estos números son la radiografía cruel de un país destrozado no solamente por Massa, pero en gran parte por el peronismo que gobernó la inmensa mayoría de los últimos años.
Los piquetes del ala montonera del gobierno están liquidando el turismo en la provincia de Jujuy y quebrando a pymes de hoteles y hosterías. Y nos quieren hacer creer que Sergio Massa es un buen piloto de tormentas. Está aferrado al timón del Titanic y nos conduce derechito al Iceberg. Y para que les vamos a contar de la hipocresía y de las mentiras a la hora de posicionarse en política.
Ya es un clásico de los memes y la estafa electoral aquellos discursos donde prometió meter preso a todos corruptos y barrer a los ñoquis de La Cámpora a los que definió como parásitos del estado. Cristina ahora está muda porque no quiere quedar pegada a las transas con el Fondo Monetario. Máximo ni aparece. Pero Cristina ideó el mismo esquema fracasado que nos trajo hasta acá con Alberto: Massa al gobierno, Cristina al poder.
Es cierto que le dijo “fullero”, pero también que se había hecho cargo de la debacle y que iba para adelante sin reconocer que adelante hay un precipicio donde todos los días se caen los sectores más pobres y medios de la comunidad. La confusión ideológica que Massa genera en su espacio es colosal. El progre Carlos Heller, dijo que Massa “es el único candidato con perspectiva de inclusión social y desarrollo”. Pero Juan Grabois se fue a la otra vereda.
En la semana que se fue para jamás regresar, aseguró que su candidatura surgió de un golpe de palacio y que eso implicó un giro a la derecha. A Sergio Massa solo le falta decir como candidato a presidente que va a tener que lidiar con la pesada herencia que le va a dejar Sergio Massa ministro y presidente virtual. Sería el colmo. Pero cada uno se suicida políticamente como quiere. El domingo 13 se abren las urnas y Massa comprobará el tamaño de su fracaso.