Fue tal la presión que sintió Osvaldo Jaldo que no tuvo más remedio que declarar que todo beneficio se cobrará después del 14 de noviembre y utilizó como excusa el hecho de querer evitar suspicacias. Y es que, a falta de vergüenza de parte del gobernador interino y de todo el gobierno provincial, tras la polémica por las filas en el Hipódromo, no tuvo otra opción que tratar de que las imágenes no causaran todavía mayor bochorno.
Este inescrupuloso hecho se dio a pesar de que hay un fallo federal de la jueza María Servini de Cubría que prohíbe estas prácticas, pero al oficialismo provincial no le importa, porque no les interesan la institucionalidad, la Justicia ni las normas. En ese marco, es lamentable que en la provincia no haya un Juzgado Electoral que tenga la voluntad de anular este tipo de acciones de una vez por todas.
Y es por eso que Tucumán sigue involucionando, retrocediendo económica y socialmente. La única verdad es la realidad, y la misma muestra a las claras que siempre que están cerca las elecciones desde el Gobierno provincial hacen lo mismo, porque es su manera de captar votos, como ocurrió en las PASO. Pero la hipocresía no parece tener fin si se tiene en cuenta un aspecto particular.
Y es que Osvaldo Jaldo en ese momento criticaba la entrega de subsidios que hacía Juan Manzur a lo largo y ancho de la provincia, pero ahora él hace lo que antes tanto criticaba. Pero parece que ahora al gobernador interino le dio por aparentar sufrir una especia de amnesia temporal. De más está decir que se deben terminar porque son una burla al pueblo, que hoy recibe este dinero por necesidad.
La realidad es que el peronismo no quiere mejorar la calidad de vida de nadie, ya que quiere pobre y necesitado al pueblo para comprarle con dos pesos con cincuenta; pretende someterlo con dinero público para tenerlo en un puño. Además, cabe mencionar que la entrega de subsidios ratifica que somos una provincia pobre, y que el Gobierno se aprovecha de esa pobreza durante los procesos electorales.
A ciencia cierta, este tipo de hechos lamentables y repudiables significan una decadencia y vergüenza del sistema. Es una muestra cabal de cómo bastardean el sistema democrático y republicano. Y es que el oficialismo usa las necesidades de miles de tucumanos para cambiarlas por votos, y lo hacen a cara descubierta, porque hay una Justicia cómplice que mira para otro lado.
Es por ello que, una vez más, cabe preguntarse entonces: ¿Hasta cuándo seguirán esperando fiscales y jueces que tienen la responsabilidad de aplicar el Código Electoral de la Nación para identificar lo que claramente configuran delitos en las semanas previas a cualquier elección? ¿O seguirán siendo cómplices? Evidentemente, el temor a perder acrecienta lo peor del clientelismo característico del peronismo.
