Algunos sectores judiciales, que no son kirchneristas, y cierto núcleo de empresarios importantes comenzaron a proponer que el Presidente firme un indulto para beneficiar a Cristina Kirchner. No están de acuerdo con ese recurso, pero lo consideran el mal menor. La única opción ante una posible ruptura del sistema. El problema es que el indulto sería la confirmación de un país sin justicia.
Pero, al mismo tiempo, sería peor que obliguen a los jueces a firmar sentencias al margen de la ley o contra la ley. En ese marco, este grupo piensa que el indulto es una facultad del presidente que está en la Constitución. En cambio, llevará décadas la reconstrucción de un destruido sistema republicano. La iniciativa es, a todas luces, producto del temor a que un cristinismo desbocado termine por romper lo poco que queda en pie.
Sin embargo, cabe mencionar que la ejecución de semejante proyecto disruptivo tiene sus limitaciones. En primer lugar, el límite que impone la propia sociedad. Una amplia mayoría social será seguramente muy crítica de esa eventual decisión, como lo reconoce implícitamente aquel juez que señala, aun aceptando la necesidad del indulto, que este significaría la confirmación de un país que carece de una noción elemental de justicia.
Hay países que tienen una tradición histórica en materia de indultos presidenciales, como Estados Unidos, por ejemplo. Sin embargo, la diferencia radica en que aquí no existe esa tradición. Al revés, en la Argentina los indultos presidenciales son raras excepciones históricas. El caso reciente más recordado es el de Carlos Menem cuando indultó a militares y guerrilleros condenados o procesados por los crímenes de los años 70.
Ese es otro obstáculo: el indulto debe concederse a condenados y Cristina Kirchner no tiene todavía ninguna condena firme. En los indultos de Menem había militares y guerrilleros que no estaban condenados. La situación provocó una polémica entre juristas, pero al final se aplicaron. Con todo, el principal problema para el indulto es la vicepresidenta. No quiere ser indultada. El indulto es un perdón de la máxima autoridad política a un delito cometido.
Ella no acepta que cometió delitos. Quiere ser declarada inocente, lo que le permitiría también conservar la totalidad de sus bienes, sea en dinero o en propiedades. El Presidente se aferra a esa posición de Cristina para asegurar que no firmará un indulto para ella, por lo que mientras esquiva la cuestión. Tampoco quiere ser él quien deba firmar un decreto que lo condenará a la impopularidad ya que se trata de un indulto distinto de los que perdonaron delitos políticos.
El de Cristina Kirchner perdonaría delitos de corrupción. ¿En qué país se ha convertido la Argentina para tener que optar entre un quiebre letal de su sistema político o un indulto por delitos de corrupción? ¿Por qué debería elegir entre la democracia y la impunidad? ¿Por qué estresar de semejante manera al sistema institucional solo por los berrinches de una persona, cansada y rencorosa?