La cruzada personal de Cristina Kirchner en contra de la Justicia escribe capítulo incluso hacia el interior del propio oficialismo. Y es que fue desde el propio Gobierno nacional que filtraron la información de la inminente salida del Ministerio de Justicia de Marcela Losardo. Para nadie es un dato menor que la funcionaria sea la histórica socia jurídica y comercial de Alberto Fernández, amiga personal de muchos jueces, entre los que figuran algunos apuntados por el kirchnerismo.
En ese marco, esta ministra ha sido objeto directo de hostigamiento desde hace meses por parte del lado cristinista del mundo oficialista, incluidos dos de sus principales subordinados. No habría contradicciones si solo fueran rumores. El problema se profundiza cuando se escucha a altos funcionarios admitir expresamente que la ministra no tiene el perfil adecuado para liderar la nueva etapa.
Es que el eje de esta “nueva etapa” consiste en apurar las reformas judiciales pendientes y redoblar el control sobre los jueces. Completa la tarea la creación de la comisión bicameral con la que Fernández sorprendió a todos el lunes pasado. Incluida la renunciante, que hasta anoche seguía en funciones. Las circunstancias ponen en cuestión, más todavía, la consistencia de la versión dialoguista oficial. La secuencia de los hechos es elocuente.
Muestra que a las diatribas y anuncios presidenciales les siguió la flamígera autodefensa en juicio de Cristina Kirchner, en la que acusó al Poder Judicial de corrompido y perverso, alegato que recibió el inmediato apoyo público de Fernández. Apenas unas horas después, las usinas oficiales pusieron en circulación la decisión de Losardo de dejar su cargo. Tampoco parece haber lugar para sutilezas ni para componedores.
Y es que la puesta en circulación desde la Casa Rosada del nombre del diputado Martín Soria como principal candidato a ingresar en el gabinete en lugar de la amiga presidencial aportó más dudas sobre las explicaciones oficiales. Estrechos colaboradores de Fernández defendieron a Soria con el argumento de que cuenta con los atributos requeridos para esta instancia y subrayaron antiguas diferencias con el kirchnerismo que el rionegrino ha tenido en su terruño.
Un intento de refutar que sea otra defección ante el cristinismo y un recurso para opacar la otra parte del historial de Soria, en el que la asimilación al ideario y a las formas cristikirchneristas resulta abrumadora. En los archivos de medios y redes sociales abundan sus ataques e insinuaciones de represalias (o amenazas) a periodistas y medios críticos, así como filípicas contra jueces que han investigado o condenado a funcionarios kirchneristas.
En definitiva, la salida de la ministra de Justicia se da por descontada, pero el Presidente no la concretaría en este lunes, cuando se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Su desvinculación, además, podría leerse como una señal de debilitamiento del propio Alberto Fernández, quien, de todos modos, no podrá sacarse de encima el mote de títere de Cristina Kirchner que la sociedad le endilgó desde hace rato.