Corría el primer mes de este año y la modorra política era sacudida con una noticia que generó un verdadero vendaval de especulaciones. Esto se debe a que, en pleno verano local, Germán Alfaro le pedía a Horacio Rodríguez Larreta el apoyo del PRO de Tucumán ante el temor de quedarse con cada vez menos apoyo dentro de Juntos por el Cambio.
Pero lo que verdaderamente sorprendió entonces fue que, de parte de las autoridades nacionales, le dieran el visto bueno a quien ha dado sobradas muestras que fue toda su vida un kirchnerista disfrazado, cuando no vendido al mejor postor. Un dirigente al que desde el mundo de la política se le traza un parangón con la multi premiada película coreana de hace un par de año: “parásitos”.
Y es que, al momento de brindar su apoyo desde el PRO nacional, evidentemente sufrieron de una amnesia selectiva que, oh casualidad, parece haberles borrado la memoria acerca de quién es Germán Alfaro. Si para muestra basta un botón, sólo basta recordar que en la época en la que se debía debatir en torno a la polémica Ley 125, el accionar del intendente capitalino fue mucho más que lamentable.
El malestar que provocó en algunos productores rurales la aprobación en la Cámara de Diputados de la resolución 125 se materializó en incidentes. Tras conocer que las retenciones móviles habían sido ratificadas, un grupo de ruralistas tucumanos fue hasta el aeropuerto con el objetivo “escrachar” a los diputados oficialistas que regresaban de Buenos Aires. Entre ellos, se encontraba Germán Alfaro.
El vuelo, en el que viajaban Alberto Herrera, Alfredo Dato y Germán Alfaro, arribó a Tucumán a las 22, pero unos minutos antes, en tierra, los agricultores tuvieron el primer encontronazo con punteros de Alfaro, que habían ido a proteger a su referente político. Así como se lee, Germán Alfaro mandó a una serie de punteros políticos, que le respondían, pero no sólo para protegerlo, sino fundamentalmente, golpear a ruralistas y sus familias.
“A Germán no lo tocan o se arma el lío”, fue la amenaza de los militantes oficialistas. Ni lerdos ni perezosos, los violentos y patoteros alfaristas, dieron rienda suelta a lo peor de las muestras de la civilización y repartieron golpes contra la gente que se había apersonado hasta allí simplemente para hacer uso de su derecho humano inalienable de ejercer su libertad de expresión.
Sin embargo, uno de los punteros, vestido con el conjunto deportivo de Chacarita y en claro estado de ebriedad, amenazó con tirar un manotazo. Cuando Alfaro salió por la puerta central custodiado por unos 50 seguidores suyos, quienes cruzaron insultos con los ruralistas, quienes le gritaron a Alfaro: “¡mirá cómo te vas! ¡Gato! ¡Delincuente!”. El parlamentario no tuvo más remedio que observar las pancartas con la palabra “traidores” que portaban los chacareros.
A la salida del aeropuerto, donde se realiza el control de tickets del estacionamiento, se desató la violencia. Un grupo de productores apostado en ese lugar con las pancartas sufrió la furia de los seguidores de Alfaro, quienes se bajaron de dos camionetas blancas y desparramaron golpes por doquier. El más afectado fue el agricultor Ángel Marinaro, que quedó tendido en el suelo con contusiones diversas.
También fue agredida la esposa de Ángel Marinaro, Susana Fuentes, que recibió un golpe nada menos que en el pómulo izquierdo y sufrió el robo de la cartera. Pero como si esto no fuera suficiente, los seguidores de Alfaro agredieron a los fotógrafos Franco Vera y Jorge Olmos Sgrosso. “¡No saqués fotos! ¡Tenemos fierros!”, amenazaron, y golpearon las puertas y los vidrios del auto dónde se encontraban los periodistas.
Es por ello, que en la semana que pasó para ya jamás volver, cabe preguntarse entonces qué fue lo que pasó para que, desde el PRO, tanto provincial como nacional, se decidiera apoyar a Germán Alfaro como candidato a gobernador provincial el año que viene. ¿Acaso todo lo anterior no cuenta para siquiera colocar en la balanza la posibilidad de evaluar la inconveniencia de apoyar a Germán Alfaro?.
Porque, a ciencia cierta, lo que queda más que claro es el hecho de que Germán Alfaro fue en contra del campo, un sector que representa uno de los bastiones fundamentales del PRO a nivel nacional. Como si esto no fuera suficiente, ahora hasta quienes en esta misma provincia fueron agredidos por la patota de Alfaro en el 2008, apoyan a Germán Alfaro como precandidato a gobernador de Tucumán.
Y es que el nefasto y oportunista cálculo de Germán Alfaro y Beatriz Ávila, pasa por el hecho de que creen que, por estar nuevamente en Juntos por el Cambio, harán olvidar que están vinculado al poder desde 1995 por medio del peronismo. Y es que en ese año fue concejal electo por el PJ, por lo que trata de hacerles creer a la sociedad que él y su esposa son la renovación, cuando formaron parte toda su trayectoria del Partido Justicialista que ahora desconocen.
Luego, ya entrado el flamante siglo XXI, Germán Alfaro se convirtió en legislador, y fue el primero que se jactaba de apoyar nada menos que a José Alperovich como gobernador. Cómo olvidar que, en el otoño del año 2008, decidió votar a favor del kirchnerismo, es decir, en contra del campo. De esta forma, el intendente capitalino se mostraba a favor de expropiar a los productores rurales de sus ingresos genuinos.
Y lo hizo desde su servil función al lado del alperovichismo/kirchnerismo, sólo por cuestiones personales espurias en materia de “hacer carrera”. Luego de esto, el matrimonio municipal decidió redoblar la apuesta y seguir vinculado al oficialismo de entonces, tanto a nivel provincial como a nivel nacional. Es por ello que, para las elecciones del 2011, ambos fueron las caras visibles del Frente para la Victoria.
Justamente, en ese año, Cristina Kirchner lograba ser reelegida con el 54% de los votos e inauguró su “vamos por todo”, algo que por entonces les sacaba una sonrisa del rostro al matrimonio municipal. Y es que ese mismo año, muy sonrientes ambos, acompañaron al por entonces gobernador de Tucumán, José Alperovich y al intendente de la ciudad, Domingo Amaya, quienes consiguieron sus respectivas reelecciones.
Mientras que, en la boleta del peronismo local, Beatriz Ávila fue electa como primera candidata a legisladora provincial, Germán Alfaro era electo como primer candidato a concejal capitalino. Claramente, por entonces ninguno de los dos renegaba de ser peronista y de ser de los principales dirigentes del espacio que manejaba a su antojo José Alperovich y en pleno apogeo del kirchnerismo.
Pero cuando el kirchnerismo entró en desgracia y vio que perdía en las elecciones legislativas de las votaciones siguientes, Germán Alfaro traicionó al oficialismo de entonces y quitó el apoyo que hasta entonces le había otorgado. Cuando el ahora intendente capitalino vio que perdían, decidió saltar la grieta para acomodarse del lado de Juntos por el Cambio, como si su pasado hubiera quedado en el olvido.
Fue entonces que advino el tiempo de hacer como el camaleón y cambiar de color según la ocasión. Fue así que llegado el caso, como ocurrió en el año 2015, decidió que lo más conveniente para sus planes era pintarse de amarillo. Pero cuando le llegó el turno a Juntos por el Cambio de renovar el crédito con la sociedad en las elecciones presidenciales del 2019, las urnas le aplicaron una derrota inapelable al macrismo.
En definitiva, cabe preguntarse entonces una vez más por qué desde el PRO nacional y provincial apoyan a Germán Alfaro, cuando no se trata más que de un kirchnerista devenido a PRO por una cuestión de estricta conveniencia. ¿Acaso la amnesia selectiva pudo más en la dirigencia política de la oposición, tanto aquí como en Buenos Aires?
En ese sentido, deberían tomar nota desde Juntos por el Cambio acerca de que la gente no come vidrio y conoce a la perfección al camaleónico intendente de San Miguel de Tucumán.
¿El electorado tendrá la misma memoria selectiva que la dirigencia de la oposición en las urnas?