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El relato y el fracaso tuvo su fiesta

Un presidente que increíblemente se deja ver en campaña a tres días de una derrota y tiene el tupe de hablar de las PASO de 2023 ante una sociedad que reclama, exhausta, soluciones para 2021

alberto fernandez plaza mayo
Alberto Fernández
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Desde la derrota en las elecciones legislativas el relato K se ha convertido en una colección de mendaces aforismos: “Perdimos ganando”, fue el arranque a modo de hit de la negación del fracaso en las urnas. Pero el Presidente agregó su propia interpretación triunfal de perder en plena Plaza de Mayo. Ahora resulta que “El triunfo no es vencer sino nunca darse por vencido”. Loable optimismo, nutricio caldo de autoayuda.

El punto, claramente, no es cómo se autoperciba un resultado. Sin dudas, ganar no es perder. Y el Presidente lo sabe. Y todos los peronistas que se precien de tal lo saben. Ellos y no otros acuñaron el mote de “traidor es el que pierde”. Entonces, decir que no perdieron es ante todo evitar que te tilden de traidor o peor, evitar que te jubilen. Cada vez que en el Gobierno dicen que no perdieron Cristina Kirchner se debe acordar de su 54%.

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Ella supo lo que es ganar y no era esto. Por algo está callada. Y con eso también tiene que ver este acto que en medio de su inquietante silencio muestra apoyo del peronismo de los gremios a un presidente que increíblemente se deja ver en campaña a tres días de una derrota y tiene el tupe de hablar de las PASO de 2023 ante una sociedad que reclama, exhausta, soluciones para 2021.

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Lo primero que surge de la extraña postal de festejo, es una pregunta: ¿Qué festejan? No sólo por la derrota electoral sino por la acuciante realidad del país. Es una imagen ofensiva la del poco pudor. Lo segundo pregunta es por qué el Presidente plantea ahora la necesidad de una PASO en 2023. ¿Está desafiando a Cristina Kirchner que fue su única electora? El mismo no pasó por unas Primarias en 2019.

Lo puso el dedo de Cristina Kirchner. ¿Está desafiando entonces con un quiebre de la verticalidad? Si es un coqueteo con los sectores del PJ que se lo piden no deja de ser una innovación de tonos rebeldes que desautoriza el poder de la jefa que lo encumbró. Y si es así, ¿cómo está la relación con Cristina y qué opina ella del acuerdo con el FMI? El silencio de la vicepresidenta hace mucho ruido.

Curiosa tarde la del día del militante. Si uno de tantos turistas que han regresado al país con el fin de las restricciones pasó por Plaza de Mayo, habrá jurado ver a un presidente en campaña y con todas las de ganar. Quizás la liturgia exacerbada tenga también un oculto sentido de persuasión para convencer a los propios de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que el propio Gobierno se encargó de rechazar pero cuyo cáliz amargo ya no puede esquivar.

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No es un shock emocional sino una estrategia extraña, pero pasadas 72 horas desde el domingo el Gobierno no se da por aludido sobre el resultado electoral. “Nadie nos ha vencido…”, vociferó Alberto Fernández ante una Plaza de Mayo de composición heterogénea y atención dispar, “…Sólo es vencido el que pierde sus ganas de luchar”. El Gobierno festejó la confusión de su realidad paralela con una marcha en la Plaza de Mayo.

Lo peor del caso es que esto sucedió después de que la candidata en la Provincia afirmara que ellos perdieron ganando, que la vocera presidencial dijese que la derrota en la Provincia fue un empate y que el ministro de Seguridad Aníbal Fernández hasta deslizara la idea de una reelección para el Presidente. La Plaza concurrida, muchos globos, poco fervor, sólo alimentó el relanzamiento de un cambio de ánimo puertas adentro.

Pero no conseguiría ni eso: los recelos crecientes entre la coalición gobernante llevaron a que La Cámpora se quedara en el Obelisco, lejos de la Plaza, y que Máximo Kirchner se hiciera selfies con los militantes ignorando por completo el discurso presidencial. “La verdad que no pudimos escuchar nada”, se sinceró desde allí el Cuervo Larroque. Sonreía. El Gobierno derrotado que se autopercibe ganador huye hacia adelante con los ojos vendados.

andrés larroque
Andr{es “Cuervo” Larroque

Cuidado: la negación crónica es síntoma de estrés post-traumático y lleva a repetir errores. En ese sentido, cabe mencionar que la retórica para cambiar los hechos habla de la narrativa kirchnerista clásica que llama “adecuación de precios” a la inflación, “problemas socioculturales” a la inseguridad, “autoridades decisionales” a los vacunados VIP y “herencia familiar” a la fortuna inexplicable.

Aníbal Fernández siguió esta semana: “Si te acompañan, tan mal no debés haber hecho las cosas…”. ¿De qué acompañamiento hablaba? Está claro que la realidad exterior no importa. Afuera, cuando pase la autopercepción triunfal y se procese que la Plaza tibia no fue más que las sombras proyectadas de un anhelo esquivo, hallarán un país real para gobernar dos años más. Que habló en las urnas, no en la Plaza, y está en silencio esperando respuestas.

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