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“El señor se cayó al piso de repente y la ambulancia no arrancaba”

Muchos tucumanos fueron al aeropuerto Benjamín Matienzo a ver el aterrizaje del imponente Antonov, un avión gigantesco de acero especialmente traído para El Bracho. Pero de repente eso dejó de importarle a la gente y la angustia de apoderó de todos. VIDEOS

Emergencia en el aeropuerto Benjamín Matienzo.
Vacunación Dengue

Cassandra y su pareja fueron este mediodía al aeropuerto Benjamín Matienzo. El plan era ver desde lo más cerca posible el imponente Antonov, el tercer avión de carga más grande del mundo, el gigante de acero. “Mi novio se enteró porque está en un grupo de amigos que son fanáticos de los aviones y a la una ya estábamos en la cabeza de pista”, le cuenta la mujer a eltucumano.com. “Es impresionante el tamaño del avión, después llegó otro de Aerolíneas y parecía de juguete al lado del Antonov”, agrega, en lo que hasta entonces era un jueves de sol distinto, junto a muchos más maravillados por la llegada a Tucumán del avión de carga con un rotor para la central térmica en El Bracho.
El pronóstico de una escapada a la rutina agradable empezó a poblarse de nubarrones: ya había aterrizado el famoso Antonov cuando un señor de 60 años de edad que fue a verlo llegar cayó de codos sobre el pavimento de la playa de estacionamiento del aeropuerto. Como cuando se mueve un avión por turbulencias, así sonaron los gritos que relata Cassandra: “Estábamos entre la entrada general del aeropuerto y por el portón del estacionamiento. El señor de 60 años, que estaba acompañado por un familiar, charlaba con una señora y de repente se cae al piso. Lo ayudamos a sentarse, pero ya tenía blancos los labios”.
El avión Antonov, todavía con los motores encendidos, ya había perdido el encanto para Cassandra y las personas que habían ido a verlo. Ya no le importada a nadie. Y porque el relato de la desesperación de lo vivido no tiene pausas, Cassandra cuenta con la respiración agitada lo que pasó: “Empezamos a gritarles a los de chalecos amarillo, estábamos a 40 metros, gritando durante 3’ hasta que apareció la doctora. El hombre se nos descomponía, le pedíamos a la doctora que se apure, meta, rápido, cuando empezamos a escuchar una frase a nuestras espaldas: ‘Están empujando la ambulancia, no anda’. No lo podíamos creer”.
Lo que tampoco se podía creer era lo que a continuación pasa: “Empezamos a ver cómo un grupo de personas estaban empujando a la ambulancia. Eran un montón de personas ayudando a que la ambulancia arranque. Todos los que estábamos viendo el avión nos olvidamos y ayudamos al señor. Como la ambulancia no venía, subimos al señor a su propio auto y en el auto lo acercamos hasta la ambulancia. Como 10 personas lo subieron a la ambulancia, mientras no la podían hacer arrancar. La empujaron, hizo unos metros con el señor adentro, pero volvió porque no arrancaba. Al final, en una silla de ruedas, lo bajaron al señor y lo atendieron adentro del aeropuerto”.
Las imágenes que repasa Cassandra retumbaron durante el regreso a su casa, momento donde compartió las imágenes de la indignación. “Creíamos que se nos moría, no tenía ni luces la ambulancia. Estaba con un familiar ayudándolo. Había gente mayor que el señor. Él estaba de lo más bien bien mirando al avión, tranquilo. Su pariente le iba a acercar el auto para que se siente, y en un segundo cayó al piso. Creíamos que se nos moría, no sabíamos si era insolación, no podía hablar, se puso pálido. Por suerte no se golpeó la cabeza ni nada”.
El señor de 60 años afortunadamente y gracias al equipo médico del aeropuerto fue estabilizado. “Lo último que había dicho el propio señor que le acercaran un tensiómetro, fue lo último que dijo. Necesitábamos rápido un desfribilador, el señor estaba con la mirada perdida, lo alzaron entre dos a su auto particular y lo cargaron a la ambulancia. Mire todo lo que tuvo que pasar para que lo atendieran. ¿Y si pasaba algo mayor?”

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