Que saltó de un lugar a otro, que a esta altura era previsible, que su figura está devaluada, que ya no le suma al kirchnerismo. El Gobierno buscó desestimar la candidatura de Sergio Massa a diputado por Buenos Aires, aunque la confirmación sumó un motivo de preocupación al escenario más complicado para María Eugenia Vidal en la provincia, sin balotaje y sin que prosperaran ninguna de las alternativas exploradas para contrarrestar la alta imagen negativa de Mauricio Macri en el conurbano.
“Lo que manda en esa boleta es Cristina y el kirchnerismo. Massa no aporta algo distinto. La elección se polariza más”, evaluó en el plano nacional un alto funcionario, unas horas después del anuncio y luego de una reunión con el Presidente en la Casa Rosada. Un rato antes, Andrés Ibarra -vicejefe de Gabinete- y Germán Garavano, ministro de Justicia, habían expresado una primera reacción pública a la novedad política de la jornada.
“Ha saltado de un lugar a otro, no sabemos qué representa”, dejó una crítica Ibarra. “Es una decisión de él, tiene que ver con otros frentes electorales. Marca una fuerte contradicción”, aseguró Garavano durante la conferencia de prensa al término de la reunión de Gabinete.
El macrismo lo prefería como candidato a presidente por afuera del kirchnerismo, para dividir la oferta electoral del peronismo y por considerar que le restaba más al binomio Fernández-Fernández, a diferencia de Roberto Lavagna que podría quitarle puntos a Juntos por el Cambio. Con ese propósito en La Plata exploraron la llamada opción Y, que Vidal pudiera colgarse de la postulación de Massa como una colectora inversa.
“Quedó claro que somos funcionales a la estrategia nacional. Va a ser difícil, pero no imposible”, dijo a Clarín un funcionario bonaerense sobre las dificultades en la pelea por la gobernación. Tampoco había prosperado el adelantamiento de la elección provincial y la caída de la imagen de Macri potencia las posibilidades de que los intendentes de Cambiemos promuevan el corte de boleta.
“Era previsible, Massa está muy devaluado, aunque no sabemos todavía cuánto impacta. Hay que medir después del cierre de listas”, estimaron este martes en La Plata. Antes del anuncio en ese campamento calculaban en unos siete puntos la diferencia a remontar con la fórmula Kicillof-Magario. La ausencia de un tercer competidor fuerte implica otro motivo de preocupación, por lo que el macrismo mira con atención la posible candidatura de Graciela Camaño o Eduardo Bali Bucca con la boleta de Lavagna, en ese caso otro postulante peronista en la grilla.
“A esta altura a María Eugenia todo la preocupa. Massa algo le va a sumar al peronismo y otro poco puede venir a nosotros”, consideró un funcionario nacional. Otros en la Casa Rosada eran más optimistas: “Ya venía golpeado y esto potencia sus incongruencias. La mayoría de sus votantes van a venir acá o a ir con Lavagna”.
Para repasar el escenario, Miguel Pichetto pasó a tomar un té con Vidal por las oficinas porteñas de la gobernadora, sobre la avenida Libertador. El candidato a vice llegó con Jorge Franco, su mano derecha; Federico Salvai, jefe de Gabinete bonaerense, también ofició como anfitrión. “El kirchnerismo ya juntó todo lo que podía”, fue una de las conclusiones sobre la decisión de Massa. El senador reconoció el liderazgo de Vidal, la ponderó como la “principal exponente” del oficialismo y se ofreció como nexo para incorporar peronistas o intentar acercamientos luego del cierre de listas. “Muchos compañeros se van a sumar, María Eugenia va a ser una gran elección y va a ganar”, aseguró Pichetto al salir de la reunión.