Las otras críticas solo quedarían postergadas. Ahora, la urgencia sería condenar “la legalización de un homicidio”, volver a cuestionar –como lo hizo hace un mes- su oportunidad tras un año de una grave pandemia, pero sumarle su “aprovechamiento político”. O sea, haberlo convertido en una ofrenda para un sector de la sociedad en un año con escasos logros del Gobierno y en una “cortina de humo” frente a medidas de ajuste como el recálculo del aumento a los jubilados. Además, de aclarar que no se puede decir que se es católico y votar el aborto.
Otro dato sintomático es el profundo malestar de los curas villeros, acaso el sector eclesiástico que hasta ahora era el más cercano a Alberto Fernández. “Causa indignación que mientras trabajamos para que la gente pueda comer en medio de la pandemia, nos vengan con la propuesta del aborto”, declaró a Radio Mitre el padre Pepe Di Paola, el más conocido de ese grupo. Aún así, no quieren ser meros espectadores y decidieron contactarse con la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner –quien dice valorar mucho su labor social- para tratar de que se oponga.
El malestar del Papa y los obispos contrasta con una extendida creencia en el oficialismo de que se trata de una bronca pasajera. De que, en el fondo, la Iglesia hace rato que descuenta que el proyecto será ley y que la historia seguirá su curso. A fin y al cabo, dijo un vocero, si se aprueba el 29 de este mes, después vienen un período de vacaciones que ayudará a distender el vinculo. “En marzo estaremos debatiendo otras cosas”, pronosticó. El obispo consultado no concuerda: “Quienes afirman semejante cosa –advierte- no conocen a Jorge Bergoglio”.
En medios eclesiásticos recuerdan la reciente carta de respuesta del Papa a otra de ex alumnos suyos del colegio de la Inmaculada, de Santa Fe, en la que le decían que había quienes opinaban en su país que no era claro y contundente en la condena al proyecto. Francisco les manifestó que eso forma parte de “un relato” y “una manipulación” que desconoce su firme y reiterada oposición, ya que “no es moralmente lícito eliminar una vida para solucionar un problema” y que apelar al aborto es como contratar a un sicario”.
De todas formas, se recalca que la punta de lanza de la oposición corresponde a la Iglesia argentina como siempre ocurre en cada país frente a una cuestión que choca con los postulados católicos. “Es cierto que el Papa es argentino, pero es el Papa de todos los católicos y, en cierta forma debe colocarse por encima, aunque no ser prescindente, cosa que en la Argentina cuesta mucho que se entienda porque algunos lo quiere ver cotidianamente en la primera línea de batalla”, explicó una fuente eclesiástica.
También se destaca el hecho de que “ninguna encuesta arrojó que la causa verde es mayoritaria” y se señala que el Gobierno soslaya el daño que le hará la eventual aprobación del proyecto al Papa en el sector mas conservador del Vaticano y de la Iglesia mundial. Es bien sabido que esta corriente –aunque minoritaria- es muy activa en el cuestionamiento al perfil aperturista del pontífice. “Por un lado el presidente dice que lo admira y le pide ayuda y por otro lo lastima”, señaló la fuente.