Se suele decir que Mauricio Macri tiene sólo dos enemigos: Juan Román Riquelme y Sergio Massa.
Al primero lo quiere sacar de Boca en diciembre, aunque no se hace muchas ilusiones. A tal punto que a quien puso de candidato para el club, Andrés Ibarra, lo propone como ministro en un eventual gobierno de Javier Milei.
En tanto que Massa es el político que más aborrece y es recíproco: el tigrense nunca le perdonó el mote de “ventajita” que le instaló durante su presidencia. Más allá de los epítetos, Macri cree que si gana Massa tendrá un pasar mucho más complicado que durante la presidencia de Alberto Fernández.
“Si gana Massa me tengo que ir del país”, les dijo Macri a sus hasta hoy compañeros de frente en el búnker de la derrota en Parque Norte. El ex presidente cree que con Massa en la Rosada empezarán a despertarse algunas de las causas que tiene en la Justicia.
Hay cuatro causas que lo preocupan especialmente: Correo Argentino, parques eólicos, peajes y espionaje ilegal. Los jueces no las hicieron avanzar pero tampoco las cerraron. A Macri le inquieta que un cambio de contexto político haga girar el viento. A tal punto que desconfía hasta del prófugo Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, que hizo saber que va a hablar si lo detienen.
En sectores de la Justicia ya están al tanto de que Macri está hablando del exilio. “Mauricio habla de irse a vivir a Madrid y en España hay extradición, que si se la pide cualquier juez se tiene que volver en el siguiente vuelo”, dicen las fuentes.
El beneplácito de la Corte Suprema a Massa, anticipado por LPO, no hace más que alentar los temores de Macri. No fue casual que Gerardo Morales dijera en conferencia de prensa que Macri y Milei “arreglaron causas penales” en la reunión.
El jujeño resumió de esta manera el accionar frenético de Macri, que en las últimas horas no se movió con la mesura de un inversor a largo plazo sino con la adrenalina ciega de un trader. Lo desprolijo y vertiginoso del acuerdo se plasmó en el spot que lanzó Milei luego del acuerdo: no sólo incorporó la palabra cambio sino que usó el mismo recurso gráfico que Macri en 2015.
El ex presidente rompió el partido que fundó hace dos décadas por una negociación forzada y unipersonal a la que arrastró a Patricia Bullrich y a un puñado de dirigentes de su riñón, como Javier Iguacel, que este miércoles dijo en LN+ que lo de Milei es un salto al vacío pero pueden usar paracaídas.
El apoyo de estos dirigentes no se debería solamente a una cuestión de lealtad. En el PRO creen que si la Justicia decide avanzar con la causa de espionaje ilegal, la lupa también recaerá sobre Bullrich. Era ministra de Seguridad cuando la empresa Movistar reveló que en su celular aparecían contactos con el falso abogado Marcelo D’Alessio y sus colaboradores tuvieron que decir que el aparato lo manejaba el nieto. Iguacel, por su parte, fue citado a declarar por la causa de los peajes como ex titular de Vialidad. A ambos les conviene mantener los buenos tratos con Macri.
Macri cree que con su apoyo Milei arrasará en Córdoba y la Capital y con eso le alcanzará para ganar el ballotage. “Va a meter cuatro ministros”, dijeron en el PRO a este medio. Uno de ellos es, como anticipó LPO, Germán Garavano en Justicia.