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En un año, la canasta alimentaria subió 110%

El margen de ingresos de un matrimonio con dos hijos pequeños para no ser considerado pobre se eleva a los $ 162.796,30 por mes

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Descacharreo

Si bien durante marzo, las canastas básicas Alimentaria (CBA) y Total (CBT) subieron un 5,7%, por debajo de la inflación de ese mes (6,95%), el reajuste en el valor de ese conjunto de productos indispensables para la vida diaria pegó un fuerte salto comparado con el año pasado. Por caso, la CBA -que marca el límite de ingresos para no caer en la indigencia- se reajustó casi un 110%, mientras que la CBT -es decir, lo que precisa una familia tipo para no caer en situación de pobreza- lo hizo en un 104%, de acuerdo con los datos difundidos por la Dirección de Estadística de la Provincia.

Así, el mes pasado, un matrimonio con dos hijos pequeños requirió $ 79.027 para cubrir sus gastos alimentarios, y si se agregan los costos de otros servicios considerados básicos, el margen de ingresos para no ser considerado pobre se eleva a los $ 162.796,30 mensuales (CBT).

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El diagnóstico oficial muestra que los alimentos más indispensables pegaron un salto importante. El valor del huevo trepó un 34% sólo en marzo, mientras que el del pollo lo hizo hasta un 24%. Hay frutas que en las verdulerías tucumanas aumentaron con fuerza, como el caso de la naranja (31,5%) o la banana (22%).

A nivel nacional, la Canasta Básica Total (CBT) aumentó en marzo un 8%, a $ 191.228, mientras que la Alimentaria se incrementó 9%, a $ 87.719 mensuales, según los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). El monto que se necesita para no ser pobre supera en más de tres veces el monto de una jubilación mínima, que en marzo fue fijada en $ 58.646, sin contar el bono adicional de $ 15.000.

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La Canasta Básica Total está relacionada con la línea de pobreza ya que es el valor monetario de un conjunto de bienes y servicios básicos que una familia tipo necesita consumir para no ser considerada pobre. Si los ingresos que obtiene el hogar son inferiores a la “línea de pobreza”, entonces, se considera que esa familia es pobre.

En la Argentina, donde una de cada dos personas en edad de trabajar es informal, es importante ver cómo evoluciona la canasta y los salarios informales, plantea Leiza Camilo Caro, economista del Instituto para el Desarrollo Social de la Argentina (Idesa). Los datos recientes vaticina que la pobreza se incrementará a partir de los reajustes en los productos de mayor consumo de la sociedad argentina.

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“Siempre la inflación golpea más fuerte a los que menos tienen, es por eso que el Estado debe poner foco en controlarla”, indica la experta. Acota que, entender que en la Argentina, la inflación es producto de la emisión monetaria que se usa para cubrir los déficits fiscales, es indispensable para atacar la raíz del problema. “Ordenar el Estado debe ser la prioridad número uno de nuestros dirigentes”, señala.

En este aspecto, la contención social será cada vez más difícil para un Gobierno que necesita realizar correcciones económicas para evitar más desequilibrios. “Hay que tener en cuenta que el margen fiscal para realizar políticas sociales será muy escaso este año, por lo cual posiblemente no se podrá contar con una herramienta extra para fortalecer los ingresos totales de los deciles más bajos”, proyecta Ecolatina. La consultora estima que habrá una nueva suba en la pobreza en el primer semestre de este año, -probablemente por encima del 40%- pero esta vez no sólo explicada por el deterioro de los ingresos reales, sino también por la recesión económica.

“Además, la acumulación de años de empeoramiento de los ingresos reales en un contexto de una economía con alta inflación hace pensar que se fue consolidando un piso de pobreza cada vez más alto y difícil de romper en el mediano plazo, aun recuperando el crecimiento económico”, agrega.

“La variación de precios en los alimentos durante marzo superó los tres dígitos internuales. La sequía ha afectado a categorías básicas como arroz, yerba mate, frutas y verduras entre otros. El salario mínimo vital y móvil que ascendió a $ 69.500 está 24% por debajo de la canasta básica alimentaria. Incluso con el ajuste previsto para este mes, de $ 80.342 quedaría 7% abajo de la canasta”, indica Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market.

Déficit alimentario

El reajuste en los precios de los últimos años ha modificado la dieta de los argentinos, que tuvieron que prescindir o sustituir alimentos por su encarecimiento. Además de esfuerzos de Educación Alimentaria Nutricional, es urgente modificar los incentivos económicos (precios, impuestos) que alienten un cambio dietario saludable y sustentable y a la vez reflejar los costos reales de una alimentación o canasta que garantice niveles adecuados de seguridad alimentaria, planteó recientemente un reporte de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Entre enero de 2018 y marzo de este año, los precios de los alimentos más deficitarios (hortalizas, frutas, legumbres, leche, yogur y pescado) crecieron más que los excedentarios (carnes rojas, pan, papa y harinas y cereales refinados), hasta en un 60% de las mediciones mensuales (casi 40 de los 63 meses analizados), dice un reporte elaborado por el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA) y la Diplomatura en Alimentación Saludable en Sistemas Alimentarios Sostenibles de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCA.

Entre ambas puntas temporales (enero 2018 – marzo 2023), los precios de alimentos excedentarios aumentaron 1.136%, un valor prácticamente similar a la variación del promedio global de alimentos y bebidas (1145%). Sin embargo, los alimentos deficitarios crecieron 160 puntos más (1300%) limitando la accesibilidad a los alimentos más nutritivos.

Este comportamiento diferencial, en el contexto de una economía altamente inflacionaria y con tasas crecientes de pobreza, implica que los consumos más saludables, de mejor calidad nutricional, se vuelven casi sistemáticamente menos accesibles. La posibilidad de mejorar el patrón alimentario poco saludable y obesógeno que caracteriza a la población en general y a los más pobres en particular se ve limitada por la mayor asequibilidad (sus precios crecen menos) de los alimentos que nutren menos, pero tienen mayor poder de saciedad y densidad calórica, indica el diagnóstico académico.

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