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Enrique Szewach: “Milei ha logrado vender, en el buen sentido, un ajuste con esperanza”

El economista dice que no hay un espíritu de equipo en el Gobierno. Advierte que ahora hay que despejar incertidumbre.

Según Szewach
Según Szewach, a la esperanza social por un cambio de rumbo “hay que satisfacerla; hacerla cumplir”.
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Según el economista Enrique Szewach, en muchos casos, al votar leyes de tinte económico, no se tiene en cuenta el financiamiento de un mayor gasto. Por eso, el ex vicepresidente del Banco Nación considera que lo que hicieron los diputados con el aumento jubilatorio es una irresponsabilidad, tanto o más que subirse al mismo tiempo el sueldo. Más allá de esas conductas políticas, el consultor afirma que ni el presidente Javier Milei, ni su ministro de Economía, Luis Caputo, pondrán en riesgo el ancla fiscal, es decir, el superávit financiero.

Szewach dialogó con LA GACETA en un encuentro con empresarios, acompañando al analista Jorge Giacobbe y a Ernesto Lienhard, CEO y socio fundador de Zofingen, que brinda servicios financieros, organizador de la reunión. Entre otros conceptos, el economista afirmó que “Milei ha logrado vender, en el buen sentido de la palabra, un ajuste con esperanza”. De allí la tolerancia ciudadana a tantas medidas.

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¿La economía argentina tiene cura?

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-Claro que tiene cura. Si otros países que estaban peor, creo que la Argentina también puede recuperarse. Lo que pasa es que no es una tarea sencilla. Hemos vivido, mínimo, 20 años de desastres, con un pequeño interregno durante la gestión presidencial de Mauricio Macri, que no logró revertir la situación. Pero, la Argentina tiene cura. Eso es seguro.

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-¿Por dónde pasaría la solución, con un país en el que el ruido político domina el escenario?

-Lo primero que tenemos que tener en vista es que hay un cambio de época. Estar hoy discutiendo la magnitud del ajuste fiscal es algo que la Argentina no se atrevía a hacerlo anteriormente. En la Argentina tuvimos ministros de Economía y hasta presidentes de esta Nación que decían que la emisión monetaria no genera inflación. Estamos en una mejora culturalmente de época muy fuerte. Ahora, todas las cosas que dice Javier Milei que se necesitan, hay que hacerlas.

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-¿Javier Milei plantea las soluciones para este país en crisis?

-Milei ha ganado la batalla cultural. O al menos la dio con éxito. Ahora hay que gestionar. Hoy se muestran varios flancos débiles, porque hay poca gente, porque no hay un espíritu de equipo en el Gobierno, porque las cosas que hay que realizar son muchas. La apuesta es que le vaya bien.

El Gobierno planteó de entrada una Ley Ómnibus, que luego se transformó en combi. Ahora expone la Ley Bases. ¿Por qué no avanza?¿Por la intransigencia del Gobierno?¿Por el miedo de la oposición a perder más poder político?

-Creo que es una mezcla de todo eso. Con el diario del lunes, uno podría decir que la estrategia de juntar todos esos temas tan diversos y pisar tantos callos simultáneamente, quizás no era la mejor estrategia. La mejor estrategia hubiese sido elegir tres o cuatro temas claves para pelear de entrada y después ver, sobre todo, teniendo minoría en el Congreso. Pero eso es el diario del lunes. Pensado antes está el otro escenario: meto todo ahora junto que me lo firmen y después sigo trabajando. Lo cierto que era una ley demasiado ambiciosa a mi gusto que, incluso, ponía cosas de distintos niveles. No es lo mismo la desregulación laboral que la toga de los jueces. Es una mezcla de ambición, de falta de capacidad de negociación, de falta de experiencia y la existencia de una oposición política muy irresponsable.

-En este marco, Milei le ha transmitido a los parlamentarios que no está dispuesto a negociar el déficit cero, aún con la sanción de la ley que aumenta las jubilaciones…

-En este caso es algo más que la oposición, porque han sido diputados de todas las extracciones políticas para juntar los dos tercios y, así, sancionar el aumento a los jubilados. Esa oposición mantiene la irresponsabilidad de votar leyes sin prever el financiamiento. La restricción presupuestaria tiene que estar metida dentro de todos los legisladores en la Argentina de hoy, por más justo que sea el objetivo. Se intenta aumentar medio punto del Producto Bruto Interno (PBI) del gasto sin decir qué otras erogaciones se bajan. Entonces metemos más impuestos, más allá de que hay que reponer el impuesto al tabaco o Ganancias. Lo cierto es que hoy cada impuesto que se recauda debe estar destinado a bajar los tributos considerados distorsivos, las retenciones, el impuestos PAIS, el impuesto al Cheque o Ingresos Brutos que, en las provincias, debería ser eliminado o reemplazado por otro. En consecuencia, el espíritu del proyecto de ley que votan los diputados tiene que decir que hay que subirle el haber a los jubilados porque es necesario y justo, pero a la vez explicar que se baja tal o cual gasto para compensar las partidas. Ahora bien, los mismos diputados que se aumentan el sueldo, suben el gasto jubilatorio y el presupuesto no les importa. Y lo digo con mucho respeto, porque hay miembros muy valiosos en ese cuerpo parlamentario, y no son todos casta, pero lamentablemente entran en ese juego de hacer política y no mirar los números.

¿Se pone en peligro el ancla fiscal?

-No está en peligro porque Milei y Caputo harán lo que tengan que hacer para seguir con el ancla fiscal, pero sí está en peligro la magnitud del ancla fiscal. Creo que no van a llegar a la ambiciosa propuesta de tener superávit financiero para pagar todos los intereses de la deuda. Si bien se están ejecutando algunos cambios para que los intereses a pagar no sean tantos en el corto plazo, pero creo que el superávit fiscal estará va a estar, en menor magnitud como decía, pero será un éxito tenerlo.

-¿El incremento en el precio estacional de la energía, con foco en los ingresos medios y bajos, atenta contra la meta de desaceleración inflacionaria?

-Está claro que la inflación de mayo que, según el consenso de las consultoras, será cercana al 5%, es una tasa sin tarifas. Ya en abril, si le sacabas las tarifas era 5%, y dio 8,8% por el peso de esos aumentos en los servicios. Creo que hay que ajustar las tarifas rápidamente para no caer en la misma trampa que le pasó al gobierno de Mauricio Macri. Cuando empezó con el gradualismo y la postergación, cada vez que la inflación bajaba, volvías a tener un shock tarifario. Ahora, me planteas que es una suerte de ataque a la clase media, y te diría que sí porque vivimos con precios ficticios al menos en los últimos 20 años. Y hay que pasar de esos valores ficticios a verdaderos precios. Lamentablemente es así. Ahora eso claramente hará que la tasa de inflación, posiblemente, no siga en la escalerita de baja o lo haga a la velocidad que el Gobierno pretende.

-¿Hay que dramatizar con ese posible escenario?

-No. Lo que pasa que se dramatiza cuando te fijas objetivos que después no se cumplen, pero si los objetivos fueron mal fijados, tenés un problema. Salvando las distancias, es como las metas de inflación del gobierno de Macri. Si vos te fijas 10 de inflación y tenés que aumentar tarifas y arreglar otros problemas, ya sabías que el resultado no se iba a dar. Y, cuando no te dio 10, es una meta no cumplida. Una cosa es usar la tasa de inflación futura como guía, tal como la aplican muchos países, y otra cosa es exagerar, lo que no significa que eso no sea una guía. Entonces digo que no hay que dramatizar si se hacen las cosas que se tienen que hacer para que, en algún momento, esto empalme con un programa sostenible. Si no lo estás haciendo, allí se ve el problema.

-La liquidación de la cosecha no se hace al ritmo que el Gobierno quisiera y el mercado se pone nervioso y se pregunta: ¿devaluación o atraso cambiario? ¿Qué crees que está sucediendo?

Primero, especulación. Cualquiera de nosotros la hace. Comprar dólares y tenés pesos. Los sojeros tienen dólares y no quieren tener pesos. Por eso no van a liquidar a este precio. Creo que la devaluación no sería buena, porque sería empezar de nuevo. Lo que sí estoy seguro es que a este régimen cambiario hay que modificarlo. Habrá que terminar con el “blend”; habrá que unificar un solo tipo de cambio para las exportaciones y las importaciones. Hay que empezar a liberar el cepo importador, que es el más importante, y no el turista, porque a las divisas para viajar las podes comprar en el MEP, en el Contado con Liquidación o el “blue”, pero hay que empezar a normalizar las cuentas del comercio exterior, aunque eso signifique un tipo de cambio más alto.

-¿La salida del cepo será gradual?

-Sí. Creo que hay que hacerlo por etapas, seguir probando y viendo. Vas liberando primero importaciones; después, quizás, los individuos.

-¿Hasta cuándo resistirán los agentes económicos tanto ajuste?

-El piso de la recesión está ahora; no sé si en marzo, abril o mayo, pero depende de los sectores. Además, las jubilaciones han dejado de caer; de hecho, están creciendo un poquito. Los salarios formales también dejaron de caer, ya que los ajustes son por la inflación pasada y ahora baja; entonces hay una pequeña recuperación. La licuación está en un piso también. De aquí en adelante viene una recuperación que, a mi juicio, va a ser mucho más lenta de lo que se esperaba. La sociedad compara con lo que teníamos o con lo que podríamos haber tenido y todavía sigue aguantando.

-¿Se puede proyectar o pensar en el largo plazo?

-Mirá, lo que te dicen los encuestadores es que la palabra que predomina en la opinión pública es esperanza. Milei ha logrado vender, en el buen sentido de la palabra, un ajuste con esperanza. Ahora bien, a las esperanzas hay que satisfacerlas en algún momento, hay que hacerlas cumplir. Yo creo que si se hace un ordenamiento fiscal en serio, con la Ley Bases, con el manejo ordenado del gasto público, con más motosierra que licuación y, si vas a un régimen cambiario y monetario más creíble y sostenible, se puede pensar en el largo plazo. El tema es que, en el camino, hay que despejar incertidumbres: la incertidumbre respecto de la situación fiscal y también sobre cuál es el régimen cambiario que tiene el gobierno. Esto quiere decir si vamos a dolarización o pesificación endógena, a competencia de moneda y, en definitiva, hacia dónde vamos.

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