El economista Ricardo Arriazu fue un estudioso de la suba de los “commodities” agropecuarios y sus efectos en los países emergentes. En 2013, le llegó un estudio sobre el potencial de Vaca Muerta. “La Argentina posee los segundos recursos más grandes del mundo en tight gas y los cuartos en petróleo en Vaca Muerta”, reconstruye sobre el trabajo que está escribiendo sobre el yacimiento neuquino. “Hice un simple número: multipliqué el número que había por el precio de ese momento y era 20 veces el PBI argentino. Es algo gigantesco. Si esto llega a ser cierto, es de una enorme influencia sobre la economía a favor y en contra”, explica.
—¿A qué velocidad es necesario desarrollar Vaca Muerta para que arranque?
La mayoría de los técnicos coinciden en que hay que perforar —solamente en Vaca Muerta— entre 25.000 y 35.000 pozos. Aunque en pozos ya no es la forma de medirlo, porque los pozos están yendo en forma horizontal y se obtiene más. Ahora hay que medirlo en términos de fracturas. De todas formas, hasta ahora se perforaron 1.000 pozos y en el último año, unos 200. A este ritmo, son 150 años. Eso nos lleva a preguntarse por qué es tan lento.
—¿Qué explicación encuentra?
Es tan lento porque la tasa de descuento que se usa para evaluar los proyectos es extremadamente alta, porque está asociada al riesgo país Y el riesgo país está asociado a los desequilibrios económicos. Si no corrijo los desequilibrios macroeconómicos, vamos a tener un desarrollo muy lento. Para entrar en la Argentina, el inversor quiere recuperar el dinero mucho más rápido que, por ejemplo, en Estados Unidos.
—¿El impulso a Vaca Muerta podría darle un motor a la economía?
Si se desarrolla Vaca Muerta y aumenta la producción de hidrocarburos, se va a mejorar el balance externo energético y eso va a contribuir a mejorar las cuentas externas argentinas. Y al mismo tiempo, eso va a producir mayores ingresos fiscales para el Gobierno nacional y los gobiernos provinciales. Si se manejan bien, eso debería bajar el déficit fiscal. Y los dos elementos —la cuenta corriente y el déficit fiscal—son elementos importantes en la determinación del riesgo país y la tasa de descuento. Si se baja (el déficit), también baja el riesgo país, la tasa de descuento, hay un incentivo a la inversión. Y eso vuelve a generar aumento de la producción, que mejora cuentas externas y fiscales, en un nuevo círculo virtuoso.
—¿Hubo avances?
Sí. Argentina no era competitiva, no podía producir petróleo a los precios del mercado. Poco a poco, Argentina se volvió competitiva, hubo un gran proceso de aprendizaje, baja de costo y ahí fue que decidí encarar un estudio bien a fondo (…) Los técnicos dicen que la “roca” es la mejor del mundo y la cantidad de recursos es más grande de lo que se decía que había; eso lo decían los técnicos y ahora parece que va a haber una nueva estimación de la agencia energética de los Estados Unidos que lo va a confirmar. Somos competitivos, aunque estamos por encima de los costos de Estados Unidos.
—¿Este 2019 será un buen año para Vaca Muerta?
Este año es crucial, todos están yendo a petróleo y abandonando gas. Se va a notar en la cifra de producción. Los energéticos están acostumbrados a países complicados y saben evaluar los riesgos. Argentina es seguro para la explotación pero le tienen terror a los desequilibrios macroecnómicos y las medidas discrecionales, que hace que todo lo bueno que sacaron de abajo se pierda arriba. A eso me refiero con regulación de precios, fijación, impuesto a las exportaciones. Igual, este año es probable que haya cierta caída de la inversión. Posiblemente están todos esperando.
—¿A las elecciones?
Si ven que, sin importar el resultado, se mantienen las reglas de juego, va a haber un aumento de inversión en 2020. Si ven cambios, se paraliza todo. A diferencia de hidrocarburos tradicionales, en no convencionales se produce mucho de entrada y requiere mucho dinero inicial. Los errores de política energética se pagan inmediatamente, se ven casi de inmediato.
—¿Hay más aumento de producción en gas que en petróleo?
En gas hubo un avance importante. Una empresa lo vio y fue redituable en un tiempo. Hoy se discuten gasoductos, licuefacción, esa discusión no estaba en 2015. Ha habido algunas mejoras. Con petróleo es distinto. El petróleo es un commodity, fácil de transportar, fácil de almacenar. Lo que me sobra lo vendo, lo que me falta lo importo. La única restricción que sale de la ley de energía es que hay que tener asegurado que refinerías tenga materias primas. Argentina ya exportó petróleo y cualquier desarrollo en petróleo va a provocar una gran expansión. Argentina es exportador neto y Vaca Muerta es petróleo liviano.
—¿Hay un cuello de botella en gas?
El gas es difícil de almacenar, costoso de transportar, con gran estacionalidad de la demanda residencial (de tres a uno). Para abastecer a Buenos Aires en invierno se requiere una capacidad de transporte enorme que el resto del año queda vacío. Si sobra gas, se puede exportar sólo a los vecinos por gasoducto, porque no se puede usar gasoductos a distancias lejanas. Eso hace que falte gas en invierno y sobre en verano, que hay que exportar, aunque hasta hace poco no sobraba ni en verano. El éxito de esa empresa pasó de una producción de 100.000 metros cúbicos a más de 15 millones diarios, que hizo que limitara bastante lo que se necesita importar en invierno, por eso tenemos lo de exportar vía barco. Pero si se sigue aumentando la producción, este problema se va a agravar, porque no se va a saber qué hacer con el gas en verano.
—¿Qué se requiere para que haya más exportación de gas?
Eso toma un período de tiempo, porque la solución es la licuefacción. Y un tren de licuefacción importante tarda entre cuatro y cinco años, y además cuesta varios miles de millones de dólares. Está el primer experimento con barco que alquiló YPF, se habla de otro barco, se habla de que están haciendo plantas modulares más chicas, pero va a tardar tiempo. Por lo tanto, al nuevo precio de mercado, el gas es menos rentable que el petróleo. Este año la mayoría de las empresas se van a ir a petróleo. Pero, en el interín, hay que ir haciendo todas las cosas necesarias para que el gas de licuefacción esté listo y el gas se convierta en un commodity. Eso va a permitir exportar a los mercados asiáticos y usarlo en fertilizantes, petroquímicas e industrias intensivas en energía. Pero además permitiría estabilizar la demanda entre verano e invierno porque se puede almacenar.
—¿Cuánto tiempo llevaría para que las exportaciones energéticas tengan el mismo peso que las agropecuarias?
En nuestro escenario base, que es de crecimiento gradual, para el 2030, las exportaciones serían equivalentes a las del campo. Eso sería poco más de US$30.000 millones, aunque ese número es incorrecto. Porque para convertirnos en exportadores de gas por gas licuado, hay que exportar a Asia y ser competitivo con Estados Unidos. Y ese país tiene menor costo de transporte y menor costo de capital. O sea que el costo del gas argentino debería ser más bajo que el de Estados Unidos.
—¿Pero eso también afectaría a otras industrias?
Mucho. Profertil podría duplicar la producción. Al dejar de importar urea, automáticamente baja el precio local de la urea. Eso aumenta el uso de fertilizantes en el campo, aumenta la producción, extiende el área de siembra y eso funciona como una devaluación interna. Se lo va a medir como un aumento de exportaciones del campo, pero su origen está en la energía.
—¿Por qué el potencial es tanto, pero el recorrido hasta ahora resulta insuficiente?
Estamos hablando de un yacimiento o formación no convencional. Debajo de Vaca Muerta está Los Molles. Y aún no estamos viendo la cuenca Austral. Hace años que no descubrimos convencional. Son oportunidades que la Argentina tiene e históricamente desaprovecha.
—Si hubiera que potenciar Vaca Muerta desde consensos básicos, ¿quién cree que debe estar sentado en una mesa de acuerdos?
Ricardo Arriazu, un economista que se mete en temas técnicos.
El presidente y su gente técnica. El ministro de Economía y Hacienda, el secretario de Energía. También tiene que haber alguien de planificación global, más de un gobernador. Neuquén es la clave, pero puede afectar la coparticipación de todas las provincias. También tienen que estar los líderes sindicales. Y, por supuesto, los productores porque requiere mucha tecnología y dirán que necesitan. Pero no para 200 pozos, sino para 1.000 pozos por año. También a alguien que mire infraestructura, educación, salud, población, para una planificación que pueda anticiparse a los problemas.
“Necesitamos un grupo interdisciplinario, antropólogos, expertos en salud, expertos en fondos de pensión, demógrafos, porque es un tema complejo. Estamos pasando de un país basado en la pampa húmeda, donde está la población y la mayor producción, a una situación donde vamos a estar en el desierto, con poca población, donde la propiedad es del Estado y con decisiones plurianuales. ¿Estamos conscientes del cambio que eso significa?”, analiza Arriazu. “Lo que estoy haciendo es tratando de despertar conciencia. Hay un gran potencial, pero también un gran peligro. Sepamos aprovechar el potencial y manejar los peligros”, destaca.
—¿Qué hace un economista metido en Vaca Muerta, que en general es analizada por técnicos?
Soy macroeconomista y creo en el equilibrio general. Siempre estoy viendo cuáles son los factores que tienen un gran impacto sobre la economía. En la década pasada, cuando subieron los precios de las materias primas, el problema era la parte agropecuaria y por qué habían subido los precios de las materias primas. Y dediqué muchísimo tiempo a estudiar el mercado de alimentos mundial. Y esa fue la época de mis debates con Mario Blejer, civilizados y contributivos, donde Mario decía “es un cambio estructural porque ahora China come” y yo decía “no, es puramente una burbuja que va a caer y tiene que ver con la devaluación del dólar”.Debo haber dedicado dos años al tema agropecuario mundial y me tocó dar un montón de charlas, alrededor de 2008. Lo comencé a estudiar en 2006 y en 2007 dije que había una burbuja que iba a explotar, y también dije que había una burbuja en el mercado inmobiliario de EE.UU. que iba a explotar. Me interesaba porque Argentina estaba creciendo y estaba teniendo un mayor bienestar. Y quería saber si era una burbuja. Lo que había que hacer era ahorrar en los momentos buenos para los momentos malos.
—¿Los cambios energéticos afectarán por completo la economía?
Por el gas, va a existir mayor demanda de sectores que no lo tenían. Eso sería en la balanza comercial energética. Eso llevará a importar equipos, insumos. Allí, aumenta la demanda de sectores que demandan bienes importados. Entonces hay que ver cómo impacta la balanza global de bienes importados. Una empresa que va a producir toma mano de obra, compra insumos locales. Esa mano de obra va a gastar su ingreso en vivienda, comida y transporte. El que le vende insumo, le tiene que comprar insumos a otro, pero el mismo va a gastar en sus empleados. Hay una cantidad de efectos indirectos, parecidos al multiplicador que son más grandes que el efecto directo.
—¿Están los gobiernos preparados para esa administración?
La magnitud de ese impacto va a depender de qué hagan los gobiernos con los recursos que van a recibir. Si se gastan los recursos, hay otra ronda de gastos y comienzo a generar burbujas y cuellos de botellas. Me falta aquello, me falta lo otro (…) Suben los salarios, no se puede levantar la cosecha en el Alto Valle porque no hay trabajadores. Después vienen otras preguntas: ¿Cómo le pagó el sueldo al maestro? También van a subir los alquileres en ese lugar. Eso son los temas que hay que trabajar en un tema de equilibrios en general. La tendencia de un neuquino es creer “esto es mío”, y es cierto, pero es algo que tiene impacto en toda la Argentina. Lo más parecido es lo que sucedió entre Escocia y Reino Unido. Los recursos son de Escocia pero Reino Unido los tuvo que incorporar por el impacto en su economía.
—Entre 2003 y 2007, con el superciclo de commodities países como Chile generaron un fondo soberano. Argentina no lo hizo. ¿ La clase política argentina lo hará en algún momento?
El fondo soberano me limita los efectos globales, pero la propia actividad petrolera genera burbujas. En Noruega, el crecimiento del salario fue el doble de la comunidad económica europea. En Dakota del Norte, que es lo más parecido a Neuquén, hubo un impacto en la actividad muy grande. De un promedio de ingreso inferior al de Estados Unidos pasó a un ingreso superior al del promedio de EE.UU. Creció la población al doble que el resto de EE.UU. Como Texas tiene otras actividades, no se nota tanto lo petrolera. En Estados Unidos, la energía duplicó su participación del 1% al 2% en el PBI. Pero en Dakota del Norte, la participación subió de 30% a 60%.
—¿Estamos acostumbrados a ahorrar para tiempos de vacas flacas?
Hay varios límites y se requiere un acto de grandeza de saber cómo hacerlo. La gente dice: ¿por qué no van a satisfacer mis necesidades actuales en lugar de pensar en el futuro? Además, es políticamente rentable hacerlo. Segundo, es la idea que para que un fondo anticíclico funcione, el ahorro tiene que estar fuera del lugar, porque si no, lo gasta otro. El pensamiento es “qué pasa si ahorro esto y viene un populista y se lo gasta”. Son los problemas de la historia argentina, que Argentina tiene que resolver. Bajar deuda sería una forma de gastar el fondo anticíclico que no tiene ninguno de estos peligros. Invertir en plantas de licuefacción es otra forma de hacer un fondo anticíclico que me producirá recusos que no se pueden gastar. La idea de un fondo anticíclico no significa dinero ahorrado guardadito para que otro venga y lo gaste.
—¿Cómo se logran los consensos?
De la superficie para abajo, todo es maravilloso. De la superficie para arriba, están todos los problemas. La geología es maravillosa. Los argentinos no somos confiables.
—¿Qué países sí hicieron sacrificios para un crecimiento sostenido?
Perú es el país que más creció en 15 años. Todos los presidentes se fueron con bajísima popularidad, por haber seguido una línea. En Chile, en la transición de Pinochet a la democracia tuvieron estabilidad en las reglas de juego.
—¿La sociedad está lista para entender que no hay que gastar un beneficio?
Se necesitan líderes que entiendan y transmitan a la producción. Lo natural es querer gastarlo. Es el líder quien lo tiene que convencer. En Noruega lo entendió la población por completo. Noruega tiene un fondo “intergeneracional” de un billón de dólares para una población de 3,5 millones de habitantes.Mi única aspiración es puramente advertir los potenciales beneficios y potenciales perjuicios y cómo comenzó a pensar el problema.