Finalmente, y tal como lo anticipamos desde Tucumán Despierta, se implementaría en la provincia y en todo el país una especie de “toque de queda” sanitario. Esto significa que la circulación quedaría limitada debido a que los bares y restaurantes estarían obligados a cerrar desde las 23 horas hasta las 6 de la mañana del siguiente día. De más está decir que esto representará un gran golpe para los locales gastronómicos en plena temporada veraniega.
Este medio fue el único que anticipó que se vendrían estas limitaciones a la libre circulación, incluso desde antes de que el 2020 concluyera. Y es que estaba claro que a la presidencia y a las gobernaciones provinciales, la posibilidad de que se adelante la segunda ola de coronavirus prevista para marzo les infringió una enorme terror. Es por ello que, ni lerdos ni perezosos, acordaron ayer tanto Alberto Fernández como los gobernadores limitar la circulación.
Si bien es cierto que todos coincidieron en que impedir que la gente circule como en un toque de queda tradicional sería imposible de cumplir, decidieron cerrar bares y restaurantes por una razón estratégica. Y es que al permanecer cerrados estos locales no hay ningún lugar a dónde ir luego de la medianoche, pero sobre todo muchos de estos lugares eran utilizados para darle lugar a la concreción de las denominadas fiestas clandestinas.
De esta manera, nuevamente gana el autoritarismo a nivel nacional y provincial. Al mismo tiempo, queda en evidencia la mediocridad de las autoridades a la hora de implementar políticas sanitarias que apunten a impedir el riesgo de contagios, sin coartar las libertades individuales de la sociedad. Pero, además, nadie hace hincapié en que hay algo más grave que el hecho de que los jóvenes no puedan reunirse y divertirse.
Es el hecho de que seguramente esta decisión tendrá como consecuencia la pérdida de muchos puestos de trabajo. Al mismo tiempo, está claro que cerrarán más locales gastronómicos que se sumarán a la gran cantidad de bares y restaurantes que cerraron definitivamente sus puertas, durante el transcurso de la cuarentena en el 2020. Esto representa una verdadera tragedia para cientos de familias que dependen de estos emprendimientos.
Un párrafo aparte merece la actitud de todos los gobernadores provinciales, en general, pero de Juan Manzur, en particular. Y es que los mandatarios no atinan más que a agachar la cabeza ante cada petición ineficiente que propone el oficialismo nacional. Pero de todos ellos, el gobernador de Tucumán es, por lejos, el más adulador, al punto de que pareciera ser apenas un secretario personal de Alberto Fernández puesto por él en la provincia.
Cabe preguntar ahora, como lo hicimos hace un par de días desde este medio, si Juan Manzur decidirá que sean los efectivos policiales de las fuerzas de seguridad de Tucumán los encargados de controlar que nadie circule durante la madrugada. Y es que, de ser así, el otro problema al cual deberá enfrentarse la sociedad es a la posibilidad de que exista algún desborde represivo a la hora de impedir que la gente se movilice.
