Javier Milei no mintió. A diferencia de Alberto Fernández, un mentiroso serial, el actual inquilino de Olivos nos advirtió de antemano de lo dramático de la situación económica y de lo duro que sería el comienzo de su gobierno. El aumento de precios de combustibles, alimentos y medicamentos resulta muy doloroso.
Y, en este inicio, cabe mencionar que es clara responsabilidad de los que se fueron y no de los que llegaron. Sin embargo, cabe destacar que no es soportable en el tiempo sin medidas compensatorias en los sectores con ingresos fijos (empleados, obreros, jubilados, planes sociales).
Como así también la necesidad de que se vea con claridad que el ajuste previsto en lo que hace al sector público, obras públicas, publicidad oficial (“la Casta”) se efectiviza de una vez por todas. Lo cierto es que la burocracia es experta en decir “Sí Señor Ministro” y luego hacer lo que quieren.
El recordado Eduardo Bauzá (Secretario General de la Presidencia en la administración de Carlos Menem) tenía un “cuaderno de órdenes” donde 30 o cuarenta días después se encontraba con la necesidad de verificar el cumplimiento de instrucciones dadas. La mitad de lo dispuesto solía estar sin cumplir.
Pasado un tiempo prudencial llegaba el momento de decidir si a ese funcionario se le renovaba su tarea o se lo apartaba. “Todos están a tiro de Decreto”, como decía el Presidente. El Estado Nacional no solo es absurdamente caro. Esto se debe al hecho de que es también muy ineficiente.
Una inmensa cantidad de regulaciones permite un giro kafkiano de oficina en oficina, que traba todo, diluye responsabilidades y favorece la corrupción. Todos lo sabemos por eso el éxito de “la empleada pública” creada por Gasalla. Retrataba lo que sufrían y sufren los ciudadanos cuando tienen que hacer un “trámite”.
En la administración conviven buenos empleados con aquellos a los que no les interesa servir al prójimo y también con otros que “cobran y nadie los conoce” (los famosos ñoquis). Es hora que todos veamos que les llega la motosierra, aunque yo prefiero el bisturí para sacar el tumor sin herir lo sano.
Milei es quien logró el apoyo de los argentinos y el único que arriesga la continuidad de esa popularidad, aunque los responsables de no hacer lo que hay que hacer sean sus funcionarios. Cuando Julio Cesar entró en triunfo en Roma, mientras un esclavo sostenía una corona de laurel sobre su cabeza le repetían dos frases: “recuerda que eres mortal” y “la gloria es efímera”.