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Espeluznante relato del acusado por el femicidio de Eugenia Olivera: dice que no la mató, pero igual quemó el cadáver

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EL LUGAR. Peritos recogen pruebas en el sitio donde Guerrero quemó el cuerpo de la joven tucumana en Andalgalá, Catamarca.
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“Ni la música, ni el alcohol me salvaron, podría haber muerto o me podría haber escapado, pero después empecé a darme cuenta que no le tendría que haber prendido fuego, de a poco los fui preparando a mis hijos y a mi mamá para esta situación”, fue el último párrafo de la cruda y fría declaración de Eliseo Guerrero realizada en la indagatoria, acusado del femicidio de su expareja Eugenia Olivera, en Andalgalá.

Guerrero declaró durante, al menos, cuatro horas tras conocer el delito que se le imputa y las pruebas que existen en su contra. El acusado entregó un relato cruel sobre los últimos momentos de Eugenia en el que no indicó cómo la asesinó, pero sí dio detalles de cómo prendió fuego al cuerpo y cómo siguió con su vida.
Guerrero tiene 33 años, vive en Andalgalá desde hace 5 años, antes residía en Belén. Estaba desocupado. Tiene cursado el nivel terciario en la carrera de Teología.   

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Ante la fiscal Soledad Rodríguez y su defensora oficial Mónica Quinteros inició la declaración señalando que recuerda que fue un sábado a la siesta del mes de julio cuando ocurrió todo.

“Íbamos con mi señora Eugenia a Belén, en forma pacífica, íbamos en una moto 110 cc. blanca con un carrito, nos paramos en la ruta, en el paraje Agua Salada, no era la primera vez que fuimos a ese lugar, estuvimos un rato conversando de los chicos, de la deuda que teníamos de la luz, el viaje en realidad era para llevarla a ella a Belén porque iba a viajar a Santa María a ver a una ahijada”, relató.

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Dijo que Eugenia abrió una tranquera e ingresaron campo a dentro con la moto y con el carro. Que después comieron unos sándwiches, “nunca como una relación de pareja sino como amigos, yo me había ido como un año y medio de la casa y ella anteriormente había estado aislada por el tema del COVID, por eso yo me acerqué de nuevo a ella, yo fui a acompañarla desde ahí quedamos como amigos”, dijo aclarando la relación que mantenían.

“Estuvimos conversando y yo quería conversar con respecto a (…) que era una persona que había estado con ella antes de salir conmigo, yo buscaba la manera de reflexionar con ella, ella era cerrada y mitómana, siempre se metía en problemas, yo trataba de ayudarla a organizarse, ella era como una niña, hacia cosas de adultos, pero a su vez travesuras con inocencia sin medir las consecuencias, ya veníamos conversando del tema y era un tema que no lo habíamos cerrado, yo le propuse que piense bien qué iba a hacer porque sé que ella se quería ir de Andalgalá, yo quería que ella se decidiera, pero que tuviera cuidado con lo que iba a decidir”, señaló,

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Allí relató que en un momento volvió al carro para buscar el termo y cuando regresó Eugenia estaba en el suelo.

“Estaba tirada boca arriba, en una pendiente con la cabeza para abajo, yo la gire y trate de sentarla, no era la primera vez que le pasaba eso, cuando se ponía nerviosa y mal, ella se desmayaba, (…)  entonces me di cuenta que no tenía signos vitales, porque me di cuenta que no respiraba, le tomé los signos vitales y no tenía pulso, intenté reanimarla pero no pude, después hice lo peor que pude haber hecho, pensé un montón de cosas, la moví varias veces allí arriba, me costó un montón porque era pesada”. (…).

Continuó diciendo, “traté de reanimarla, incluso pensé en cargarla en el carro y traerla, pero sabía que nadie me iba a creer lo que había pasado. La arrastré de los pies para abajo y le prendí fuego, todos me dicen que ‘porqué sos tan frío, que sos poco expresivo’, todos estaban en contra mío, yo de chico me drogaba mucho, de los 8 a los 15 años fumé mucha marihuana y tomé mucha cocaína”, agregó.

Al momento de contar cómo quemó el cuerpo, Guerrero dijo que siempre llevaba un bidón de nafta de 3 litros. “Era un hábito llevar combustible en el carro (…) en donde le prendí fuego, que era como un zanjón, le puse leña gruesa arriba de ella, mucha, fui con el bidón de nafta y le eché encima, y otra vez me senté a pensar si estaba haciendo bien o no lo que hacía. (…) Pensé que por más que haga lo que haga, jamás me iban a creer. Le puse mucha leña, troncos grandes, una sola vez le hice fuego. Le prendí fuego y me fui a Belén. Estuve horas en Belén, fui a arreglar el tema de un alquiler de una casa, en la que yo iba a vivir. Después volví a Andalgalá, no me paré donde le prendí fuego a Eugenia. Nunca más volví”.

En su relato, Guerrero señaló en dos oportunidades que se podría haber escapado, pero no lo hizo. “Días atrás fue el Oficial (…) a decirme que tenía que hablar unas palabras conmigo, yo sabía de qué se trataba, pero sin embargo no me escapé”, dijo.

En su relato, Guerrero describió cómo estaba vestida Eugenia y en paralelo reconoció que el anillo y el arito encontrados en el lugar del hecho le pertenecían  a la víctima.  

En base a los elementos de pruebas reunidos por la fiscalía, en el decreto del hecho se relata que en el lugar se pudo visualizar “rastros de lucha o forcejeo debido a que las piedras se encontraban fuera de su posición natural y aprovechándose su superioridad física, constitutiva de una marcada desigualdad sobre la víctima referida, reduciéndola, logrando así su cometido”.

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