Si bien todas las miradas se posaron sobre la sede de la Jefatura de Zona 3, cuando se comenzó a investigar a la banda de policías que secuestró a un joven hasta cobrar el rescate en ese edificio, el eje de la pesquisa se corrió ahora hacia la Seccional 9, dado que los uniformados que fueron detenidos tienen vínculos estrechos con esa dependencia policial ubicada en el sur de la capital tucumana.
El viernes por la noche trascendió que al menos cuatro personas habían raptado a un joven en su casa de Villa Carmela, montando un falso operativo para trasladarlo a un lugar y exigirle la entrega de dinero a cambio de dejarlo en libertad y descartar la apertura de una investigación judicial en su contra.
Pero el plan se frustró porque colegas de la misma fuerza descubrieron la maniobra y denunciaron el caso ante las autoridades judiciales, primero en la Unidad Fiscal de Delitos Complejos, que encabeza Mariana Rivadeneira, quien al tratarse de un delito federal, les ordenó que hicieran la presentación en la Justicia de ese fuero.
El expediente llegó a manos del fiscal Agustín Chit y el sábado mismo obtuvo las pruebas para solicitar la detención de dos policías implicados, que el domingo fueron arrestados y cuyos nombres no pueden ser dados a conocer mientrs no sean indagados, aunque se supo que fueron un oficial principal que cumplía servicios en la Alcaidía de Jefatura de Policía y que había tenido un paso complicado por la comisaría 9.
Varios integrantes de la fuerza confirmaron que fue reubicado en el que seguramente fue su último destino como policía por cuestiones disciplinarias.
El otro aprehendido es un cabo que presta servicios en esa comisaría, aunque lo hace en un horario laboral inusual, es de 7 a 15, ya que estaría a cargo tareas especiales.
El miércoles se confirmó que efectivos de Gendarmería Nacional realizaron procedimientos, tanto en la seccional como en la sede de la jefatura zonal, donde secuestraron los libros de guardia, para establecer qué personal prestó servicio esa noche, los libros de combate, donde debe estar registrada la responsabilidad que tiene cada uno de los efectivos destinados en el lugarí y el libro de novedades, en el que se anota todo lo que sucede en las dependencias.
Toda esa documentación ya está siendo analizada por los pesquisas.
Pese al hermetismo que rodea la causa se pudo confirmar que el miércoles comenzó a ser indagado el suboficial, aunque no trascendieron los detalles de su exposición, pero sí se pudo determinar que el fiscal Chit le ofreció aliviar su situación procesal si decide aportar la identidad de las otras dos personas que tomaron parte en el secuestro, a la espera de una respuesta que debe dar en las próximas horas.
Luego será el turno de la indagatoria al oficial principal. “Es el que más complicado está. Su pasado lo condena”, aseguró un compañero de promoción que no se mostró sorprendido.
En principio, el fiscal le ofrecería la misma salida que a su compañero de detención, aunque aún es muy prematuro determinar qué pasó el viernes por la noche, los pesquisas ya tienen elaborado un principio de teoría del caso.
Los acusados se habrían infiltrado en un grupo de una red social integrado por personas que cultivan marihuana, donde además de comentar experiencias y dar consejos, hay quienes venden flores de marihuana.
Uno de ellos fue apuntado como la víctima del secuestro, que afronta una causa por comercialización de droga.
Este es el octavo caso en 12 años en el que policías tucumanos son acusados de tener contactos narcos o, lisa y llanamente, de secuestrar a personas bajo sospecha de estar dedicadas a la comercialización o tráfico de estupefacientes.
“Ellos se aprovechan de que nadie los denunciará porque quedarán pegados en una causa”, detalló un condenado por droga, y la evidencia de que sólo tres causas terminaron en condena parece sustentar su afirmación.