Vestido con uniforme militar, el ex jefe del Ejército general César Milani dijo ayer que “nosotros recibimos las órdenes a través de oficiales de operaciones y los jefes de compañía” durante su paso por La Rioja en 1977 cuando era subteniente de un regimiento local. Si bien no pidió ampararse en las leyes de obediencia debida y punto final – derogadas por impulso del ex presidente Néstor Kirchner- dejó en claro que recibió órdenes de sus superiores, tras negar haber secuestrado y torturado militantes políticos.
En su indagatoria que pidió fuera en persona y no por videoconferencia desde Campo de Mayo donde cumple prisión preventiva, leyó una emotiva carta de apoyo de Hebe de Bonafini, que fue repudiada con el grito de “traidora” de una madre de Plaza de Mayo riojana presente en el juicio.
Desafiante y recordando que provenía de una familia peronista, afirmó que en el primer hecho del que se lo acusa él estaba de oficial de servicio de su compañía. “Nunca jamás podría haber dejado el servicio en horas de la madrugada para salir a hacer semejante operativo”, añadió.
“¿Podía el subteniente Milani ordenarle a Gendarmería nacional, a la Policía de la provincia, al jefe de la cárcel que aloje un detenido porque a mi se me ocurrió? Evidentemente esto es imposible”, agregó Milani.
En su deslinde de responsabilidades en sus superiores, añadió que “el jefe de Policía era un teniente coroneldesignado por el comandante en jefe del ejército” de la dictadura. Además, enfatizó que si bien “nadie puede negar que un general o que los jefes de áreas sabían lo que estaba pasando”, en relación al ejercicio del terrorismo de Estado, pero “el personal subalterno”, él incluido, “no” estaba “al tanto”.
“Nosotros éramos tan víctimas como era Olivera. Nosotros estábamos adentro del cuartel haciendo funcionar al cuartel. El resto (en alusión a los procedimientos en los que eran secuestradas personas) lo manejó un grupo de personas determinado, empezando por los jefes, los oficiales de mayor confianza y jerarquía, y el área de inteligencia”, sostuvo Milani apelando al concepto de la obediencia debida.
En este punto, afirmó que, aunque “puede ser que en alguna guarnición militar algún jefe pudo haber hecho intervenir a subtenientes”, en el caso del batallón de La Rioja en el que él se desempeñaba “eso no pasó”.
Con su defensa pareció deslindar responsabilidades en otros de los imputados en la causa: el ex juez Roberto Catalán y Alfredo Santacrocce, Luis Estrella, Carlos Rodríguez Alcántara, Eliberto Coenaga, Carlos Moline, Miguel Chiarello, Domingo Vera, José Bernaus, Cecilio Mercado, Angel Pezzetta y Nicolas Tejada.
En su exposición, el detenido ex jefe del Ejército dijo: “Si yo no le hubiera dicho que sí a Cristina (Fernández), no estaría sentado acá”, al señalar que hubo “un oportunismo político” para acusarlo de delitos de lesa humanidad y recordó que “no hay ningún subjefe del ejército de La Rioja está procesado o detenido por esto”.
Milani describió como “imposibles” las circunstancias en las que, según la acusación, él estuvo supuestamente involucrado en el secuestro y las torturas que sufrieran tanto el ya fallecido Pedro Olivera como su hijo, Ramón Olivera, denunciante en esta causa y testigo clave en este juicio.
“Nunca en mi vida torturé, secuestré, ni maté”, se defendió.
En un momento de su larga alocución se mostró quebrado, casi sin voz, al referirse a las víctimas de la dictadura. Dijo Milani: “Tengo un profundo respeto por todas las víctimas del…” y se calló. Hizo silencio, como compungido, dudó y agregó: “… del gobierno militar”.
“Sobre los desaparecidos, las torturas y tormentos, le quiero expresar mi solidaridad a la familia Olivera”, en referencia a uno de sus denunciantes. Pero luego aclaró: “Todo el sufrimiento de la familia Olivera termina donde empieza el sufrimiento de la familia Milani”.
Luego resaltó la militancia peronista de su familia en Córdoba y finalizó: “Cuando entré al Colegio Militar lo hice creyendo que un militar podía intentar transformar a un ejército que mira un poco más a las élites que a su pueblo, transformar en un ejército que tendía a lo nacional, popular y antiextranjerizante”, reivindicado su apoyo al kirchnerismo.
En este juicio oral que se desarrolla ante la justicia federal de La Rioja, Milani es juzgado junto a otros doce imputados por el secuestro y las torturas que sufrieron en marzo de 1977 Pedro Olivera (ya fallecido) y su hijo Ramón.
Al momento de los episodios por los que es imputado en este juicio, Milani se desempeñaba como subteniente en el Batallón 141 de La Rioja, y está acusado de haber participado en un operativo para secuestrar y luego someter a tormentos a los Olivera. En esta causa, Milani está imputado por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, allanamiento ilegal, imposición de tormentos agravados y asociación ilícita.
En su escénica defensa de ayer, Milani dijo que no cometió ningún delito y recibió órdenes. Si bien no citó las leyes de obediencia debida y punto final, apeló a su concepto. Aún así su posición choca con la decisión histórica del ex presidente Néstor Kirchner de impulsar la derogación de las leyes de obediencia debida y punto final que había hecho sancionar el ex presidente Raúl Alfonsín luego de dos rebeliones carapintadas.
La idea de Kirchner, cuando en el 2003 abrazó la causa de los derechos humanos, era que los niveles inferiores de las fuerzas armadas no se ampararan en esas leyes de amnistía y también fueran juzgados. Esa derogación abrió una avalancha de nuevos juicios como, por ejemplo, el que se sustancia contra Milani en La Rioja. Si bien es cierto que Milani en esa época era subteniente, también es verdad que durante la dictadura decidió especializarse en Inteligencia, sabiendo que ese aparato del Ejército fue el cerebro de la operación ilegal.
El secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, presente ayer en el juicio en La Rioja, cuestionó que Milani “haya sido denunciado en el 77 y el 79, y que figure en el 84 en el Nunca Más riojano” pero que “al amparo de la política y los organismos de derechos humanos del kirchnerismo, haya hecho una carrera ascendente hasta llegar a ser jefe del Ejército”. Milani fue respaldado para ser nombrado primero jefe de Inteligencia del Ejército y luego comandante del arma por la ex ministra de Defensa, Nilda Garré. Luego tuvo el apoyo directo de Cristina Kirchner. El kirchenrismo recién en el 2015 objetó, a través del CELS, que fuera ascendido de general de división a teniente general.
En la audiencia realizada en la capital riojana se encontraban presentes también los familiares del soldado Alberto Agapito Ledo, desaparecido en Tucumán en 1976, en un hecho por el que también se encuentra procesado Milani, bajo prisión preventiva. Por este otro delito de lesa humanidad, el general retirado deberá enfrentar un segundo juicio oral y público, cuyo inicio está previsto para el 12 de septiembre próximo en Tucumán. A esos dos procesos se sumará este año un tercero, el correspondiente a la causa por presunto enriquecimiento ilícito, que ya fue elevada a juicio oral y público pero que aún no tiene fijada fecha de inicio.