Por Christian Sanz, director periodístico de Diario Mendoza Today.
Fernando Alejandro Pérez Algaba se definía como empresario e influencer. Sin embargo, muy pocos conocían su existencia, al menos hasta que fue encontrado asesinado y descuartizado en la localidad bonaerense de Ingeniero Budge el pasado domingo 23 de julio.
A medida que pasan las horas, su derrotero empieza a asemejar a lo sucedido en el marco del triple crimen de General Rodríguez, ocurrido hace 15 años, en agosto de 2008. Allí perecieron ultimados Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina.
Por caso, la última vez que se lo vio a Pérez Algaba fue el 18 de julio, cuando fue a una reunión en un barrio cerrado de… General Rodríguez. Los investigadores sospechan que fue secuestrado en el camino, pero el dato aún no fue confirmado.
En las últimas horas, su hermano Rodolfo Pérez Algaba aseguró que Fernando “no era ningún mafioso ni estafador”. Eso sí, no negó sus posibles vínculos con el mundo narco.
Son lazos que quedan a la vista en el expediente que supo investigar a Esteban Fernando Tulli, un traficante de narcóticos de 52 años que escondía sus negocios tras la fachada de una cadena de zapaterías llamada “Angie ́s Shoes”. En aquella causa judicial, Pérez Algaba aparece mencionado 8 veces. No es casual: se trata de su propio suegro.
Tulli llegó a ser uno de los narcos más poderosos de La Matanza, con nexos con los principales clanes encargados de ingresar cocaína al país y los principales jefes del narcomenudeo en los barrios del conurbano.
Ello hasta que una investigación del Juzgado Federal N°2 de Morón derivó en su detención, en septiembre de 2022. Tras el procedimiento, los sabuesos quedaron impactados, sobre todo cuando allanaron el outlet de Angie ́s Shoes.
Allí se encontraron con armas de fuego, equipamiento de minería para monedas virtuales, dinero en efectivo, pasamontañas, silenciadores, chalecos antibalas y municiones. Mucho más de lo que imaginaban encontrar.
En ese contexto, en estas horas la Justicia investiga los lazos entre Pérez Algaba y Tulli. Creen que allí está la clave para resolver el caso. Sobre todo en lo que refiere a la autoría intelectual.
