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Fernández está perdido y todavía no se encontró

El tipo de orden que le impone Cristina Kirchner al presidente

alberto fernández cantando
Descacharreo

Y como si todo lo que pasó y lo que sigue pasando, no fuera suficiente papelón, Santiago Cafiero sigue con sus mentiras de patas más cortas que su capacidad. Insistió ayer en decir que no hubo otras celebraciones en Olivos. Justo cuando se reveló que nueve días antes del cumpleaños clandestino de la primera dama, Alberto Fernández ya había roto la cuarentena reforzada que el mismo había impuesto porque celebró el cumpleaños de su hermano con una cena en Olivos.

Ese día, Alberto Fernández cenó con su hermano por parte de madre, Pablo Galíndez, quien permaneció allí por casi tres horas. Galíndez no ingresó esa sola vez. Hubo seis visitas que se registraron dentro del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. Está muy claro que la casa no está en orden. Ni la Casa Rosada, ni la casa de todos, como debería ser nuestro país. El presidente no sabe, no contesta y no gobierna.

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Baila sobre el Titanic. O peor todavía, no baila, canta canciones infantiles de su autoría que dan vergüenza ajena. Más guitarrero que guitarrista, con rimas berretas, el presidente que no preside, desnuda su propia debilidad. Porque está perdido y todavía no se encontró. Porque se cayó y no se levanta. Sigue en la lona de la imagen negativa y el secreto no es seguir cantando. Debería probar con gobernar.

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Por su parte, Cristina Kirchner es agresiva y autoritaria pero, por ahora, no come vidrio ni quema plata. Ella se da cuenta de la niebla mental que envuelve a su pupilo y le ordena: “Pone orden, Alberto”. La vicepresidenta le ordena eso y además que no tome agua del pico de la botella. Y él, le contesta como un chico y le dice que su hijo, el diputado nacional, Máximo Kirchner, hace lo mismo.

“Hice lo que me mandaste, Cristina”, le dijo en el anterior acto en el estadio de La Plata. Esta vez, ella le sacó el micrófono y trató de explicar lo que Alberto Fernández no supo, no quiso o no pudo explicar respecto de las minorías. Y él le dijo “Cristina, tenés razón”. Todo el tiempo le respira la nunca con la intensidad de un stopper. Lo asfixia, lo reduce a la servidumbre y no lo deja tomar casi ninguna decisión.

El festival de obscenidad al que estamos asistiendo con la zaga de “La fiesta clandestina del cumpleaños de Fabiola”, no tiene antecedentes. Hoy Alberto Fernández es un boxeador peso pluma y está contra las cuerdas. Recibe guantazos de todos lados y en el rincón, ella le saca hasta el banquito y lo alienta: “Dale para adelante, Alberto”. Es patético. Habla y la mira a Cristina Kirchner esperando su aprobación.

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La familia Kirchner ya gobernó por un total de 30 años la provincia de Santa Cruz y van por los 14 años en la Argentina. Y lo único que lograron es huir hacia el pasado y quebrar toda posibilidad de progreso. No hace falta ir a Venezuela para adivinar el futuro al que nos quiere llevar. Con Santa Cruz, alcanza. ¿Ese es el orden que Cristina Kirchner le ordena a Alberto Fernández?

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