El paro contra el Gobierno nacional convocado por el Frente Sindical, gremios opositores por fuera de la CGT identificados con el kirchnerismo y la izquierda, terminó en fracaso con los episodios de quema de colectivos que precedieron a la jornada, en la que no pudieron evitar un alto nivel de funcionamiento del transporte público de pasajeros, de bancos y comercios.
Salvo los subtes y el servicio aéreo, en la Ciudad el transporte llevó a cabo su actividad sin problemas. Los trenes funcionaron (incluso el ferrocarril Sarmiento que había anunciado que se adhería a la medida, pero finalmente no lo hizo), así como los taxis y la amplia mayoría de las líneas de colectivos.
Solo adhirieron a la medida de fuerza algunas líneas pertenecientes al grupo DOTA, empresa en crisis y que alimenta cualquier oposición al secretario general de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Roberto Fernández, que no se sumó al paro.
Los gremios del sector estiman que el transporte funcionó casi normalmente, en un 85%.
Salvo el microcentro porteño que estuvo cooptado por la concentración y movilización de los gremios kirchneristas como Camioneros (de Hugo y Pablo Moyano), bancarios (Sergio Palazzo) y las CTA (Pablo Micheli y Hugo Yasky), además de militantes K, de la izquierda y grupos piqueteros, el resto de la Ciudad mantuvo su actividad como un día normal.
Si bien en la city porteña las entidades bancarias permanecieron cerradas, en la mayoría de los bancos hubo personal trabajando puertas adentro. En tanto en el resto de la Ciudad, las sucursales abrieron sus puertas con normalidad.
Algo similar ocurrió en las escuelas, donde la actividad no se vio afectada por la medida de fuerza. Los sindicatos docentes evaluan un bajo acatamiento, que algunas estimaciones ubican en el 15%.
Respecto de los comercios, de acuerdo con la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), sólo un 19% adhirió al paro, la mayoría de ellos en la zona de marchas y movilizaciones.
El panorama de baja adhesión al paro, generó episodios de violencia por parte de los sectores que promovían la medida de fuerza y que hicieron uso de agresiones, cortes y piquetes en distintos puntos del país.
En la previa, la noche del domingo y la madrugada del lunes, fueron denunciados ataques incendiarios a dos unidades de la línea de colectivos 17, otra de la línea 113 y una cuarta de la línea 109, mientras que una unidad de la línea 126 fue atacada con una bomba molotov. Amedrentamiento que no tuvo efecto este martes.
Ya en la jornada de paro, las manifestaciones que acompañaron la medida también reflejaron hechos de violencia en el epicentro porteño. La Policía de la Ciudad de Buenos Aires detuvo a 39 manifestantes vinculados con el Frente Sindical y las CTA por intimidar a choferes de colectivos -algunos iban en vehículos sin patente y llevaban bidones de nafta- o por destrozos en sucursales de los bancos Francés y Galicia.
Otro hecho de violencia ocurrió con el gremio estatal ATE, enrolado en la CTA, cuyos representantes gremiales impidieron en la dirección de Migraciones, a cargo de Horacio García, que los empleados ingresen al edificio para cumplir con sus tareas. Lo que generó un encontronazo del funcionario con los sindicalistas que bloqueaban el paso.
En el interior, el acatamiento también fue bajo y en algunas ciudades recurrieron a los piquetes, como los ocurridos en las terminales portuarias del Gran Rosario, denunciadas por las cámaras del sector aceitero y cerealero.
La medida de fuerza sólo se sintió en la distribución de mercadería que depende del gremio moyanista de Camioneros y en el servicio de vuelos aéreos.