¿Desde cuándo se normalizó el ejercicio de la violencia por parte de funcionarios del Estado en Tucumán? Más precisamente, ¿Cómo puede ser que agentes municipales de San Miguel de Tucumán agredan en su condición de empleados capitalinos de tránsito a una persona que estaba con sus hijos pequeños por una simple y supuesta falta de tránsito? El video en el cual se viralizaron las trompadas que los agentes municipales realizaron es una verdadera vergüenza.
Y es que de ninguna manera puede considerarse que esto pueda pasar o que se naturalice este tipo de violencia. Cabe recordar que esta condenable práctica de parte de los empleados municipales de tránsito ocurre desde hace años en la capital. Incluso, con el tiempo se ha naturalizado el hecho de levantar motos de manera claramente violatoria de las normas legales, teniendo en cuenta que no los asiste ninguna facultad legal.
Claramente, se trata de una cuestión confiscatoria y con fines de recaudar dinero. Pero lo peor de todo, es que realizan este accionar actuando de forma patoteril y pseudo mafiosa. Como una especie de “El Padrino” tercermundista, emplean la violencia a la que recurren para salirse con la suya y para inocular miedo a los supuestos infractores de tránsito que muchas veces solo atinan a observar impotentes cómo termina triunfando el autoritarismo.
Este asunto tiene a gran parte de la sociedad harta, teniendo en cuenta que no hay forma de defenderse en el momento en que los agentes de tránsito municipales secuestran el rodado que para mucha gente es el único instrumento de movilización para ir a trabajar o llevar a los chicos a la escuela. El cansancio de la sociedad se explica porque no hay forma de defenderse, ya que de hacerlo, pueden resultar lastimados como el hombre que se observa el video.
A todo esto, el intendente capitalino Germán Alfaro actúa como si fuera ajeno a esta problemática y como si pareciera desconocer que quienes actúan de forma tan violenta son sus propios empleados. Pero el mandatario de San Miguel de Tucumán no desconoce esta problemática, sino que elige no hacer nada para controlar a los funcionarios de tránsito, ni está dispuesto a ponerles orden e impedir que sigan cometiendo todo tipo de atropellos.
Esta inacción de Alfaro es inadmisible pero no parece tratarse de una casualidad, sino que por el contrario, forma parte de un modus operandi característico en el intendente capitalino. Y es que no sólo prefiere no hacerse cargo de sus responsabilidades y ponerle un límite a sus empleados de tránsito que maltratan personas y violentan a simples ciudadanos. Sino que también recurre a sus funcionarios más cercanos para justificar lo injustificable.
En ese sentido, el subsecretario de Tránsito y Transporte de la capital, Enrique Romero, lejos de realizar alguna autocrítica por los golpes brindados por los empleados municipales, dijo que éstos fueron provocados y que sólo se trató de una reacción. De esta manera, el funcionario de Germán Alfaro justificó la violencia de sus empleados de tránsito, resaltando que es entendible el empleo de la violencia. ¿Seguirá Alfaro permitiendo que los inspectores actúen de esta forma o se vendrán “cambios” en la dirección de tránsito?