En las últimas horas comenzó a circular la posibilidad de que Amado Boudou podría ser la moneda de cambio para que el resto del kirchnerismo no vaya a la cárcel. En ese sentido, sería una suerte de versión moderna del caso María Julia Alsogaray. Y es que no sería descabellado que el corrupto del ex vicepresidente pueda ser el chivo expiatorio de este gobierno, como ella lo fue del menemismo y los gobiernos que siguieron.
Esto se debe al hecho de que existe un sistema de corrupción y de impunidad que asola a la Argentina desde hace décadas y que, cada tanto, requiere de los servicios de un chivo expiatorio. Cabe aclarar que esto no significa que Boudou sea inocente, por el contrario, sobran las pruebas judiciales que se acumularon durante años, y fue condenado hasta por la misma Corte Suprema, luego de que el máximo tribunal rechazó revisar su sentencia.
Pero el punto es que la confirmación de la condena de Boudou refleja algo más que su culpabilidad. Muestra cómo funciona la maquinaria político-judicial con aquellos que no encarnan o que pierden poder. Cabe recordar que Boudou, como Alsogaray, no proviene del peronismo. Proviene del liberalismo duro que en los ’80 tomó forma en una agrupación que era el brazo universitario de la Unión de Centro Democrático (UCeDé).
Boudou, sigue las huellas de María Julia Alsogaray por algo más. El peronismo se aprovechó de ambos. Tampoco es que ambos fueran ingenuos. Ambos usufructuaron el poder transitorio del que gozaron para enriquecerse. Pero los usaron a ambos, también. En el caso de Alosgaray, le permitió a Menem tender puentes y sellar acuerdos con aquellos que le desconfiaban, que lo veían como un gobernador populista, pintoresco y patilludo del norte argentino.
Mientras que Boudou, le permitió al kirchnerismo complementar las fortalezas y debilidades de Cristina Kirchner en la fórmula presidencial del año 2011. Con un beneficio adicional: Boudou sin su jefa era un cero político a la izquierda. No contaba con aparato propio, no podía desafiarla, ni resultarle un riesgo pensando en 2015, como sí podían serlo otros, como es el recordado caso se Julio Cobos luego del conflicto con el campo en el 2008.
Pero también se parecen Alsogaray y Boudou en el hecho de que el peronismo les soltó la mano cuando llegó el momento. Cuando ya no resultaron útiles. Eso explica que mientras las grandes figuras del menemismo con Carlos Menem a la cabeza siguen impunes, ella pasó por prisión y le decomisaron sus bienes. Y eso explica, también, que mientras al menos catorce ex altos funcionarios y referentes del kirchnerismo salieron de prisión, Boudou deba volver a la cárcel.
Boudou sabe ahora que puede completar la senda que antes recorrió María Julia Alsogaray, es decir, la que lo lleve a convertirse en la respuesta perfecta del poder más cínico. El mismo que no asombraría que negocie la impunidad con el resto del kirchnerismo, sobre todo, en el caso de Cristina Kirchner, sus hijos y el resto de sus funcionarios. De todos modos, es la primera vez en la historia que un vicepresidente está preso por corrupción.