Los malos olores eran insoportables en los alrededores de la calle Diego de Villarroel al 1.500 de Aguilares. La fetidez provenía del interior de la vivienda de una mujer que vive sola y que supuestamente era proteccionista de perros. Ahí había varios canes rescatados de la calle por esta voluntaria. Los vecinos desde hace tiempo se acercaban hasta el inmueble para dejar en la puerta alimentos destinados a los animales, ya que advertían que estaban hambrientos.
Gladys Bravo, una rescatista de animales de esa ciudad, fue quien observó desde la calle que los perros, de distintas razas y edades, estaban en malas condiciones. Fue por eso que luego de algunos cabildeos junto a otras vecinas, recurrió a la Justicia para formular una denuncia por malos tratos. Ayer la jueza Elena Grellet de Barrionuevo ordenó un allanamiento en la casa en la que vive Cristina Simonetti, de 43 años. La medida fue ejecutada por personal de la comisaría local a cargo del comisario Marcelo Gómez. Ahí se dieron con una escena pavorosa. Al menos 19 canes permanecían totalmente abandonados, con signos de desnutrición, plagados de parásitos y en medio de una alfombra de heces desparramadas por patio y habitaciones. Cuatro de estos animales yacían muertos y en avanzado estado de descomposición. Sus restos estaban desperdigados en distintos ambientes de la casa. “El olor no se podía soportar aun con barbijo. Nunca imaginamos darnos con semejante situación. Había materia fecal por todos lados y perros muertos. Los sobrevivientes son alrededor de 19 y están en condiciones lamentables. La mujer argumentó que estos se encuentran en tratamiento”, dijo el subcomisario Álvaro Barrionuevo, de la oficina de Investigaciones de la comisaría de Aguilares. La Justicia no ordenó medida privativa de la libertad contra Simonetti, quien no se resistió al procedimiento policial y tampoco respondió a los reproches que le lanzaron los vecinos.
“Nadie puede vivir así”
Para algunos vecinos es probable que la mujer padezca algún trastorno mental y por esa razón plantearon que la Justicia debería adoptar medidas para salvaguardar su salud. “Nadie puede vivir en medio del tremendo foco infeccioso que se descubrió en esa casa. Por eso nadie tampoco se explica cómo lo venía haciendo esta vecina”, apuntó Bravo. “A los perritos yo le daba de comer a través de las rejas. En varias ocasiones le pedí darlos en adopción y no me los entregaba. Venía observando que no tenía comida para los animales. Con el paso del tiempo comencé a advertir que la situación de los perros era cada vez peor. Se los veía carne y hueso nomás. De ahí que, con Silvana Giraudo y otros vecinos, fuimos todos a hacer la denuncia” contó.
“Cuando la Policía comenzó a rescatar a los animalitos daba pena verlos. Nadie imaginó darse con semejante panorama” expuso.
Simonetti, según otros vecinos, integraba un grupo de varios rescatistas que se fueron alejando hasta dejarla sola. Augusto Bridge salió en defensa de Cristina advirtiendo que ella: “fue junto a otros proteccionistas quien peticionó la sala de castración municipal y, seguramente afectó su mente –dijo- la desesperación de haber quedado sola en la tarea de amparo de los animales”.
Hogares de tránsito
Durante el allanamiento varios vecinos se aproximaron al lugar y se hicieron cargo de algunos de los perros (varios son caniches), en calidad de hogar de tránsito, pero otros quedaron en custodia de organizaciones proteccionistas. “No pensamos que fueran tantos. Por eso ahora necesitamos de la solidaridad de la gente a fin de que tome a los perros en tránsito, al menos hasta que se recuperen. A los voluntarios les vamos a proporcionar alimentos. Dos veterinarias se ofrecieron a colaborar en la tarea de asistencia y recuperación” expuso Bravo.