Hoy es un día clave en el Congreso de la Nación, debido a que la Cámara de Diputados va a tratar el impuesto a las grandes fortunas. El oficialismo lo presenta como si fuera el puntapié inicial para la reactivación económica argentina. Sin embargo, no es más que una ofrenda del presidente a la vicepresidenta, y es que desde que comenzó el gobierno de Alberto Fernández, siempre intentó congratularse con Cristina Kirchner.
Y es que pareciera que el presidente gobierna más para Cristina que para los 45 millones de argentinos. Lo irónico es que el kirchnerismo se queja de los ricos pero tiene por lo menos a 5 legisladores con más de $200 millones, por lo que sus patrimonios entrarán dentro del denominado impuesto a la riqueza. De hecho, José Alperovich es uno de los senadores que deberán tributar, junto con Máximo Kirchner.
Cabe preguntarse ¿Cuál es la crítica principal a este impuesto? Que funciona como un desincentivo más para que los empresarios inviertan en Argentina, debido a que lo que hará este nuevo impuesto es sacarle $30 o $40 millones a cada rico de la Argentina. Esta no será más que una cifra para gastar durante un año, pero ese empresario no invierte nunca más porque se los está echando. El populismo suele cometer esos errores cortoplacistas.
Pareciera que el Gobierno no entendiera, que aun exprimiendo las grandes fortunas de Argentina, no les va a alcanzar la plata. Y decidieron arrancar con el ajuste, algo que le criticaron al macrismo y que ahora realizan estando en el poder. En este sentido, cabe preguntarse ¿Dónde quedaron las palabras de Alberto diciendo que entre los bancos y los jubilados, él siempre se quedaba con los jubilados? Se quedó con los jubilados para hacer el ajuste.
En ese marco, no es casual que los senadores que maneja Cristina le hayan escrito una carta al FMI, porque el operativo despegue es lo que ha iniciado la vicepresidenta. Y es que ve que el ajuste se presenta como inexorable y ella no quiere ser parte de un Gobierno de ajustadores. Por eso, manda cartas. Ella se siente más cómoda siendo la representante del pueblo cuando hay plata fresca de la soja como ocurrió durante su mandato.
En ese sentido, cabe destacar que no es necesario ser un genio de la política para darse cuenta que se viene un diciembre y un 2021 muy doloroso. Hacer un fuerte ajuste fiscal sobre esta tierra arrasada puede traer consecuencias impensadas y tal vez Cristina ya lo entendió y por eso se despega cuanto pueda y mientras pueda. Mientras tanto, los ciudadanos de a pie vemos pasmados cómo vamos directo al naufragio.
La aprobación del impuesto a la riqueza, será pan para hoy y hambre para mañana. Sin embargo, el efecto ahuyentador del nuevo gravamen podría llegar a quedar en el recuerdo del empresariado por mucho tiempo. Esto no haría más que ahuyentar la poca inversión que existe en el país, al tiempo que dificultará todavía más conseguir que alguien desde el exterior quiera invertir en un país en el cual el presidente, sólo apunta a satisfacer caprichos de su vice.
