Enero completó el tercer mes consecutivo de aceleración inflacionaria en la Argentina, aunque detrás del 3,9% que marcó el IPC -que incluso había sido anticipado por el secretario de Comercio, Roberto Feletti– aparecen dinámicas heterogéneas. Efectos estacionales y rubros que suben varios puntos por encima del promedio se combinan con otros (especialmente los regulados) que quedan rezagados y se consolidan como el ancla de corto plazo a la que apuesta el Gobierno.
En el primer mes de 2022 fueron los alimentos frescos los que encabezaron las subas y dinamizaron el elevado 9% de incremento mensual en los precios estacionales. Con un 30,8% estimado por el Indec en el mes, la categoría verduras, tubérculos y legumbres marcó el registro más elevado, y tuvo en enero casi la mitad del alza acumulada en los últimos 12 meses (62,4%). El tomate (82,2%), la lechuga (51,1%), la papa (14,2%) y la cebolla (11,3%) generaron dolores de cabeza para el Gobierno, e incluso motivaron a Feletti a plantear públicamente su intención de generar medidas en el Mercado Central para intentar ‘aplanar’ la curva de precios y evitar así los picos estacionales. El limón (30,2%), la naranja (15,2%) y el pan (11,8%) también tuvieron subas en doble dígito, mientras que la carne desaceleró al 1,3% mensual (subió 52,9% interanual).
Más allá de los alimentos (4,9% de aumento promedio), que explicaron casi un tercio de la inflación del mes (1,27 puntos sobre los 3,9 que marcó el IPC), en el primer mes del año las mayores subas por rubros fueron en Comunicación (7,5%), asociado a incrementos en las tarifas de telefonía e internet; y Restaurantes y Hoteles (5,7%), con el efecto estacional de la mayor demanda asociada a la temporada alta de turismo en las vacaciones de verano.
A la inversa, se desaceleró la suba en los precios de la ropa y el calzado, un rubro que en los últimos meses se ubicaba entre los de mayores incrementos. En enero, el alza fue del 2,4% -se explica por la habitual aparición de liquidaciones en el mes-, aunque en el acumulado interanual (66,3%) se ubica más de 15 puntos por encima de la inflación promedio.
La dinámica es similar en los precios de restaurantes y hoteles (65,8% en los últimos 12 meses), un rubro que recompone márgenes y valores tras el impacto negativo sobre su actividad de la cuarentena de 2020, los de los vehículos (81% de incremento interanual) o las bebidas con alcohol (77%).
Los precios regulados, mientras tanto, siguen siendo una de las anclas a las que apuesta el Gobierno para intentar (sin éxito) frenar la inflación. Es el caso, por ejemplo, de las tarifas de servicios públicos: según el Indec, en enero la categoría vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles registró una suba del 1,8% en promedio, y consolidó su retraso frente al resto de los precios.
De hecho, mientras que el IPC interanual se ubica en 50,7%, la suba acumulada en el período en la categoría es más de 40 puntos porcentuales inferior (10%), en un proceso que, además de incidir negativamente en la calidad de los servicios, impacta sobre las cuentas públicas y obliga al fisco a incrementar su gasto en subsidios.