Es el mayor problema económico de la Argentina, que golpea más a los que menos tienen, profundiza la pobreza y obstaculiza el funcionamiento de cada instancia. Detrás del 71% de inflación acumulado en los últimos 12 meses en el país se agazapan los múltiples desequilibrios de la macro local, que ubica al país entre las naciones con mayor suba de precios en el mundo.
En julio, el Indec marcó un 7,4%, el dato mensual más alto desde 2002, y confirmó la tendencia al alza que ya contemplaban las estimaciones privadas para el año. En las últimas proyecciones de consultoras y economistas, el consenso ronda el 90%, y ya hay analistas que empiezan a contemplar tres cifras en sus modelos económicos. Pero, a diferencia de la dinámica desbordada en la Argentina, los datos del mundo muestran que, al menos en el corto plazo, el pico inflacionario quedó atrás.
El caso de Brasil fue, posiblemente, el más resonante en la región en materia de inflación: el mes pasado, el Índice Nacional de Precios al Consumidor Amplio (IPCA) que elabora el IBGE arrojó una caída del 0,68%, el primer registro de inflación “negativa” luego de 25 meses consecutivos en alza, y el menor dato mensual para la serie, que comenzó en enero de 1980. Y si bien el registro interanual todavía se mantiene en dos cifras (10,07%), las proyecciones advierten que esa marca se desinflaría el mes que viene, luego de ubicarse por debajo del 1% mensual en mayo (0,47%) y junio (0,67%).
Detrás de esa dinámica en la principal economía de Sudamérica, se combina el contexto externo con decisiones internas. Además del fuerte endurecimiento en la política monetaria que hace tiempo implementa el Banco Central (entre marzo de 2021 y agosto de 2022 la tasa de interés de referencia pasó de 2,75% a 13,75%), el presidente Jair Bolsonaro, que intenta ir por su reelección en las elecciones del 2 de octubre, impulsó una ley que se sancionó a fines de junio y estableció una fuerte baja de impuestos en transporte, combustibles, energía eléctrica y comunicaciones. En ese marco, el precio de venta al público de la nafta cayó un 15%, mientras que las tarifas de la electricidad doméstica registraron una baja del 6%, aunque los alimentos se incrementaron un 1,3%.
Otro país limítrofe entrega una foto de estabilidad que hace más de 15 años no existe en la Argentina. En Bolivia, la inflación mensual de julio fue de 0,39% y el dato acumulado en 12 meses escaló al 2,04%. En otras palabras, la inflación local en julio fue casi cuatro veces más alta que suba de precios que Bolivia registró en todo un año.
En Chile, la dinámica inflacionaria acelerada es uno de los principales factores detrás de la caída en la imagen del presidente Gabriel Boric, que asumió el cargo el 11 de marzo pasado. Si bien están lejos de los registros locales, el 1,4% de incremento en el IPC en julio elevó al 13,1% el registro interanual, la mayor marca en 28 años. Transporte (3,4%), alimentos (1,9%) y las tarifas eléctricas (3,7%) fueron algunos de los rubros que empujaron el índice en el mes, que tuvo diez de las 12 categorías relevadas con aumentos.
En el caso de Paraguay, julio tuvo una inflación del 0,7%, con una mayor incidencia en los rubros de combustibles (nafta y gasoil) el precio del transporte. Con este registro, el país acumula un alza del 6,7% en lo que va de 2022, y una inflación interanual del 11,1% (inferior al 11,5% de inflación interanual registrado en junio).
Las cifras oficiales superaron a las estimaciones previas en Uruguay. El país que tiene la moneda más sobrevaluada de la región, según las estimaciones del último Big Mac Index que elabora la revista The Economist, registró en julio una inflación del 0,77%, con fuerte impacto de restaurantes y hoteles (1,28%), salud (1,27%) y transporte (0,78%). Así, la inflación interanual llegó al 9,56%, un dato que si bien es la décima parte de las proyecciones que se manejan para la Argentina, se ubica por encima del rango de 3%-7% al que apunta el Banco Central del Uruguay.
El dato de Venezuela también fue inferior a la Argentina. El país, que en los últimos años sufrió un colapso socioeconómico, con hiperinflación y desplomes de su PBI (17% en 2016, 15,7% en 2017, 19,6% en 2018, 35% en 2019, 30% en 2020, 1,5% en 2021, según estimaciones del FMI), registró en julio una inflación del 5,3%, según la estimación del Observatorio Venezolano de Finanzas. Más allá de ese dato, la inflación acumulada en los primeros siete meses de 2022 en Venezuela es del 62%, y la interanual llega al 139%, uno de los peores registros del mundo que, sin embargo, luce como un alivio tras la híper disparada en 2017 y el 686,4% que tuvo el país en 2021, según las mediciones del Banco Central de Venezuela.
“Estamos en el podio negativo de inflación hace ya varios años. Depende de qué perspectivas tomes, podés estar entre sexto o séptimo en el listado mundial de países”, dice Soledad Pérez Duhalde, directora de Operaciones de la consultora Abeceb. Sudán, Zimbabue, Líbano, Siria y Turquía comparten el particular club con la Argentina, y superan a otros países africanos como Etiopía, Angola o Sierra Leona.