Cinco meses y en cuenta regresiva. Parece mucho tiempo, pero en política no lo es. La cronología es diametralmente opuesta a los tiempos comunes. Nada es igual en la Casa de Gobierno desde el viernes que pasó. La cumbre con los principales referentes de San Miguel de Tucumán terminó de perfilar la estrategia peronista para las elecciones de medio turno. Al término de ese encuentro, Osvaldo Jaldo se encontró con algunas definiciones. La principal es una frase que marcó a fuego aquella reunión: “no puedo perder contra Milei en Tucumán”.
La fortaleza política del gobernador se asienta precisamente en el dominio territorial del principal distrito electoral del norte argentino. Ceder espacios y permitir que la provincia se tiña de violeta en las elecciones del 26 de octubre implicaría debilidad. “¿Cómo voy a ir a negociar a la Casa Rosada si en los comicios nos barren?”, interrogó el mandatario a sus principales referentes. Tucumán Primero es mucho más que el eslogan de campaña o el nombre de la coalición oficialista. Es una premisa en la que Jaldo se vale para mantener su rol dialoguista y como principal interlocutor de la oposición a La Libertad Avanza.
La disrupción dentro de las fuerzas justicialistas la exteriorizó la intendenta Rossana Chahla, cuando durante el encuentro deslizó que el oficialismo provincial podría perder en la capital en los comicios de octubre si se tiene en cuenta lo que sucedió en Salta. Ese comentario atragantó a los presentes. Hubo reacciones de las más diversas. Desde aquellos que le recordaron a la jefa municipal que se impuso por 6.000 votos ante la esposa de Germán Alfaro, la senadora Beatriz Ávila, hasta otros que le espetaron que, más allá de su fortaleza de imagen en las redes sociales, ella no supo construir un espacio político propio que sustente la administración municipal. En el medio, hubo referentes que trataron de ser más gráficos para evitar susceptibilidades: “tenés gestión, pero cero política”. Ella acepta las críticas, pero también cantó quiero retruco: “no podemos ir 30 días antes de una elección con promesas; la gente no come vidrio; reclama soluciones de nosotros”.
Chahla defendió sus argumentos con aquello de que la sociedad salteña tiene prácticamente la misma idiosincrasia que el ciudadano capitalino tucumano. Los libertarios presentaron los resultados electorales en la vecina provincia como un trofeo en su puja con el peronismo, más allá de que el gobernador Gustavo Sáenz no profesa la fe kirchnerista y está caratulado como uno de los mandatarios dialoguistas. La intendenta agrega que, en sus salidas, los vecinos le comentan que, si bien apoyan la gestión, son más proclives a votar a Milei porque representa el cambio, independientemente de su enamoramiento hacia la motosierra fiscal. Esos ciudadanos, desde la concepción chahlista, exteriorizan que están dispuestos a aguantar un tiempo más para que las medidas adoptadas por el Gobierno nacional impacten en la microeconomía. En el peronismo, sin embargo, no creen que aquel fenómeno se traslade, directamente, al escenario tucumano. Aún más, hay quienes sostienen que a la jefa municipal le está fallando el termómetro social. “Todo está abierto aún; confiamos en nuestras fuerzas para evitar la nacionalización de los comicios”, indica uno de los armadores del PJ.
Jaldo escucha todo, pero calla. Las evasivas de los principales referentes oficialistas a integrar la nómina de postulantes a diputados nacionales ya no lo alteran tanto. “Todos dicen que se preservan, que se cuidan en imagen ante la sociedad. Y me pregunto: ¿para qué?”, lanza el mandatario sin esperar respuestas. Si por él fuera, la nómina se integraría con él a la cabeza, con Chahla en segundo término y hasta con Miguel Acevedo, como comodín de la oferta peronista. Pero, a juzgar por las conductas, hay menos chances de que eso sea un proyecto superador para afianzar la confianza en la gestión. Todo esto lleva a una conclusión: Jaldo será el primer candidato a diputado. Más allá de lo testimonial, está la sustentación de su gestión de Gobierno. En su razonamiento, no hay mejor dirigente que él mismo para preservar la cuota de poder. Le quedan dos años más de mandato y la llave a la reelección, si es que así lo decide el año que viene. Pero nada de eso es gratis. Fiel a su estilo, el tranqueño ya estudió las planillas con los resultados electorales de las generales de 2023. ¿Para qué? Será la base para medir cuánta ha sido la movilidad de la dirigencia en las elecciones de octubre. Ya no se trata tan sólo de poner en juego la renovación de dos de las cuatro bancas en disputa; es un plebiscito a su administración, un test de resistencia política e institucional.
Jaldo considera que el domingo 26 de octubre los referentes territoriales tienen la posibilidad de tocar el cielo con sus manos. De no alcanzar ese objetivo, el lunes 27 puede convertirse en el principio del infierno político si los resultados no acompañan.
Con Jaldo como cabeza de lista, la boleta tendría una clara identificación partidaria y de gestión en el cuarto oscuro. Eso, en cierta medida, contrarrestaría el “efecto marca”, como les gusta decir a los libertarios, en la que la nómina de los mileístas se asienta en la sigla de “las fuerzas del cielo”. En el armado oficialista surgen nombres de algunos convocados por el DT. El muletto de Primero Tucumán se conformaría con el gobernador como arquero para atajar los penales electorales. Con la “2” jugaría la actual diputada Gladys Medina, referente por la sección Este; en el medio entraría el capitalino Gerónimo Vargas Aignasse; y en el cuarto espacio Elia Fernández de Mansilla, la dirigente de la Sección Oeste que completaría el mandato de Medina. Claro que en esta estructura puede haber “tapados”, aunque el gobernador está esperando señales de las principales figuras del Partido Justicialista.
Mientras tanto, el PJ arranca un proceso de capacitación de dirigentes para que se interioricen acerca del nuevo sistema de votación. La estrategia es que legisladores, intendentes, comisionados rurales, concejales y referentes territoriales lleguen hasta el rincón más alejado de la provincia y expliquen a los sufragantes cómo deberán emitir su voto el domingo 26 de octubre. La clave es lógica: provincializar los comicios. Sólo así se puede garantizar un triunfo del oficialismo sin grandes contratiempos.
“No puedo perder contra Milei en Tucumán”. Esa frase retumba en la cabeza de Osvaldo Jaldo. Detrás de esas palabras hay también una idea de independencia política, institucional y financiera. Una derrota sumiría a la actual gestión en un asedio desde la Casa Rosada, cuyos habitantes -con Milei a la cabeza- vienen demostrando que no se dejan llevar por la emocionalidad. Una victoria en las urnas posicionaría a Jaldo frente a la discusión que se viene: desde la reforma impositiva integral, pasando por la redistribución de los fondos de coparticipación federal, hasta las medidas que tiendan a que las provincias ganen competitividad, más allá de la distancia frente a los puertos.
Pese a que la que se viene es una elección de medio término, no hay términos medios para afrontarla. El resultado de ese domingo de octubre marcará a fuego el segundo tiempo del mandato de cuatro años de Osvaldo Jaldo. Por eso quiere jugar fuerte, por eso consolida, cada día más, la idea de que encabece la lista de candidatos a diputado nacional por Primero Tucumán.
Por: Marcelo Aguaysol – La Gaceta