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Javier Milei le está ganando la batalla cultural a los herederos de Cristina Kirchner

La “narrativa” del Presidente pone en crisis el “relato” kirchnerista.

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El presidente de Argentina, Javier Milei, (Archivo)
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“En el peronismo estamos transitando una profunda derrota cultural”, asume Andrés “Cuervo” Larroque, uno de los fundadores de La Cámpora, alejado de la agrupación de Máximo Kirchner, que sostiene a Axel Kicillof como el nuevo referente del peronismo y cuestiona el silencio de Cristina Kirchner. “Yo no quiero esa conducción de Cristina, quiero la conducción con movimiento popular, cuadros auxiliares de conducción, mesas de discusión, con debate, con programa, con método y movilización”, lanzó.

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Las palabras de Larroque reflejan la crisis que atraviesa el kirchnerismo después de una de las peores gestiones de gobierno de los últimos 40 años, la de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Podrá intentar justificarse que ella no gestionaba, pero al ser quien entronizó a Fernández, incorporó a Sergio Massa al oficialismo y mantuvo el control de áreas clave con sus soldados Wado de Pedro, Luana Volnovich, Martín Soria, Fernanda Raverta, etc. Así, la línea divisoria de responsabilidades entre Alberto, Cristina y Sergio desaparece.

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Larroque plantea que el kirchnerismo debe ponderar cómo su gobierno permitió la llegada de Milei. Esa discusión debería poner sobre la mesa la estrategia de inflar al libertario para desinflar a Juntos por el Cambio; la decisión K de no confrontarlo pese a que encarnaba un discurso antagónico y de extrema derecha; colaborar con él en algunos municipios para el armado de listas y la fiscalización; e incluso, algún financiamiento indirecto de parte de candidatos peronistas que en sus provincias querían bloquear el avance del desaparecido frente PRO-UCR-Coalición Cívica.

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En base a una épica que supieron ostentar los K, Milei levantó la bandera de la “libertad”. Larroque reivindica como la bandera natural del PJ a la justicia social, pero asume que hoy les cuesta explicar en qué consiste. Si bien dice que se dificulta por el ajuste, omite aludier a la herencia kirchnerista de injusticia social: un 1.000% de inflación en cuatro años, 43% de pobreza, 45% de trabajo en negro o precarizado y un millón y medio de planes sociales.

“Ellos vienen defendiendo la justicia social desde que la Argentina tenía un 4% de pobres y acaban de dejar a la mitad de la población empobrecida. Ellos encarnan al Estado que debe garantizarle el ejercicio de sus derechos, y para nosotros el rol del Estado es que nadie pueda quitarte tus derechos”, asegura un influyente funcionario libertario, paradójicamente, en una pequeña sala a metros de la importante oficina que lucía antes del 10 de diciembre Fernando “Chino” Navarro del Movimiento Evita.

En esa batalla cultural que el kirchnerismo está perdiendo, no fue por casualidad la disolución del INADI y del Ministerio de la Mujer; la prohibición del lenguaje inclusivo; el cambio de nombre del Salón de las Mujeres por el de Salón de los Próceres con Carlos Menem como estandarte, o del de Salón de los Pueblos Originario por el de los Héroes de Malvinas. Así como salir a discutir, nada menos que el 24 de marzo, el número de 30 mil desaparecidos.

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Pero en la mesa chica de Javier Milei aclaran que su discurso parece antikirchnerista pero en realidad lo que cuestionan son los últimos 30 años de política pos menemismo. “Si sentás a un radical y a un kirchnerista y le preguntas sobre qué piensa sobre del Estado, del individuo, de las empresas públicas, de los medios de comunicación, no hay diferencias”, aseguran que es una de las frases que suele utilizar Santiago Caputo, asesor presidencial y junto a Nicolás Posse, Luis Caputo, Sandra Pettovello y por supuesto Karina Milei, el círculo de confianza del mandatario.

Otro de los conceptos que, dicen, repite el asesor estrella del libertario aludiendo a las tres décadas pasadas, es que hoy se quebró el consenso alfonsinista; una visión de la política, el individuo y el Estado. De allí que el propio Milei, sobre todo en campaña, haya tildado a Raúl Alfonsín de “presidente de la hiperinflación”, “estafador” y hombre de “izquierda”. Una afrenta a quien encarnó el retorno de la democracia tras la dictadura militar.

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Ni siquiera el PRO escapa al ojo crítico libertario. Aseguran que durante 15 años el macrismo no discutió el rol del Estado sino, por el contrario, la eficiencia del Estado, dando por hecho que su rol debía ser protagónico. Pero enmarcan esa visión en un fenómeno global y de esa manera explican por qué Milei se convirtió en una figura mundial. “Hay una demanda de una visión distinta. Nuestras ideas se potenciaron con la cuarentena que generó cierto hartazgo al status quo. Esta idea de que el Estado te tiene que cuidar, se quebró”, reflexionan cerca del mandatario.

No sólo reconocen como una necesidad el contar con lo que durante el kirchnerismo se denominaba relato. Aunque prefieren llamarlo narrativa. Reprueban el perfil tecnócrata de la gestión de Macri, sin relato, y con una mirada acotada, tal vez producto de venir de la gestión municipal. “Le pasó a Larreta en los últimos años, no tenía un discurso político claro por fuera del Metrobus”, señalan.

En el Gobierno admiten que si bien en campaña el hecho de no contar con estructura mostró como más pura la candidatura de Milei, hoy es un problema porque no tienen funcionarios para completar los casilleros del Estado, no cuentan con gobernadores que apoyen ni legisladores que les aprueben las leyes. Sin embargo, le atrae saber que el electorado los eligió porque estaba cansado, y que hoy pueden jugar con una imagen de un presidente peleando solo contra todas las corporaciones, al estilo David frente a Goliat.

“Cada vez que la corporación mediática, política, empresaria va contra nosotros, reafirman nuestra identidad”, repiten. Son conscientes de que el éxito de la denominada batalla cultural libertaria y todas las premisas ideológicas dependen del éxito económico de la gestión de Milei. Y que la justicia social kirchnerista fracasó porque no fue tal. Pero creen que la gran diferencia es que el otro modelo lleva décadas, y el actual, meses.

“Creo que la gente va a bancar mucho más que lo que la política y el círculo rojo esperan porque no están entendiendo que lo que fracasó son 70 años de lo anterior. Es un fin de ciclo”, esgrimen en el círculo aulico libertario. De paso, utilizan el concepto para explicar por qué, tal vez en el peor momento económico para la sociedad, Milei sigue arriba en la ponderación general. Además, dicen convencidos, no hay otra alternativa.

Los principales actores que rodean a Javier Milei repiten como un axioma que la esencia del gobierno libertario se basa en controlar la inflación y la calle. Por supuesto, si sacan las leyes que le interesan este año, el proceso se acelera. Pero el éxito o fracaso del proyecto, a su modo de ver, depende de aquéllos dos ejes. “Todo lo demás….es entretenimiento”, aseguran.

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