Es el final de una carrera electoral extenuante con una sociedad y una economía atravesada por la inflación más alta en 31 años, un 40% de pobres y una década de estancamiento económico. La migración de los votos de los tres ccandidatos que quedaron en carrera, la asistencia y los indecisos pueden ser las variables que expliquen el ganador.
Los dos candidatos -también el oficialista- levantan la bandera del cambio. Ambos prometen ordenar las cuentas públicas, recuperar el salario, bajar la inflación y avanzar contra la inseguridad. Para seducir independientes, Massa prometió un gobierno de unidad nacional y el final de la grieta. Milei asegura que el ajuste necesario lo hará la política, insiste con su plan dolarizador y con el cierre del Banco Central.
El candidato del frente oficialista Unión por la Patria fue el más votado (36,7%) en las generales y le sacó casi 7 puntos de ventaja a su rival. El aspirante de La Libertad Avanza sorprendió al sistema político al convertirse en el candidato más votado en las PASO.
Massa logró sumar 3.2 millones de votos (4,5 millones a nivel individual) entre las primarias de agosto y las generales de octubre, cuando ganó en 13 de las 24 provincias. Milei, apenas añadió a su cuenta 753.561 electores el 22 de octubre y retrocedió en el interior, donde en las PASO había sido el candidato más votado en 16 jurisdicciones.
Mauricio Macri explicitó y reiteró su apoyo al economista libertario, que hizo de su mensaje anticasta su principal bandera de campaña, aunque nunca dinamitó los puentes con el ex presidente. Acompañaron a Macri en su apuesta los halcones del PRO, que colaboraran en la fiscalización de los comicios, y la frustrada candidata de JxC Patricia Bullrich, que estuvo con Milei en el cierre de campaña en Córdoba.
El resto de la coalición opositora que gobernó entre 2015 y 2019 se dividió entre la neutralidad, los guiños en contra de Milei (Gerardo Morales y Martín Lousteau) y a favor (Gustavo Valdés y Alfredo Cornejo) y el llamado al voto en blanco (la Coalición Cívica).
El propio Milei declaró que el respaldo del fundador del PRO fue sin condicionamientos, aunque ya hay dirigentes macristas que trabajan con el economista que saltó a la política en 2021, cuando fue elegido diputado.
El gobernador cordobés Juan Schiaretti -que consiguió el 7 por ciento de los votos en las generales- no explicitó a quién apoyará, pero apuntó una y otra vez contra el “el ministro de Economía del gobierno kirchnerista”. Córdoba, el segundo distrito electoral, fue la llave para el triunfo de Macri en 2015 y podría volver a ser definitoria. El peso electoral de Buenos Aires, donde vive el 40 por ciento del padrón, también será determinante.
Con la chance del balotaje, al que no accedió hace 8 años, Massa busca llegar a la presidencia en su segundo intento y coronar tres décadas de trayectoria política sinuosa, desde sus inicios en la Ucedé, sus escalas en el PJ y la construcción del Frente Renovador que creó en 2013 al alejarse de los Kirchner.
Ministro de Economía desde agosto de 2022 y, antes, presidente de la Cámara de Diputados durante la administración del Frente de Todos, el tigrense quedó a cargo en los hechos del Gobierno desde que fue ungido candidato y con el corrimiento de Alberto Fernández, limitado a tareas protocolares, toda una novedad en un país hiperpresidencialista.
El candidato del oficialismo logró acallar todas las internas que signaron la experiencia del Frente de Todos. Fue el protagonista excluyente de una campaña en la que Cristina y Máximo Kirchner aceptaron mansamente el bajísimo perfil que les recomendaron.
De cara a la segunda vuelta, Massa logró sumar las adhesiones de gobernadores peronistas, intendentes jefes de Estado y de Gobierno de la región y de España, clubes, de sindicatos y asociaciones empresarias y dirigentes políticos con pasado común que no lo acompañaron en 2019, cuando decidió sumarse al Frente de Todos. Está por verse si esos apoyos institucionales se trasladarán a las urnas.
Una victoria de Massa podría cristalizar el inicio de una nueva etapa del peronismo sin el liderazgo que el kirchnerismo ejerce sobre la principal fuerza del país desde hace 20 años, cuando Carlos Menem no aceptó participar de la segunda vuelta contra Néstor Kirchner. Esa es la apuesta de muchos de los aliados del ex jefe de Gabinete de CFK. Una derrota podría sumar
La participación electoral es tan incierta como el resultado. Las asistencia del 69% del padrón en las primarias estuvo entre las marcas más bajas desde el regreso de la democracia; también el 77% de las generales. El feriado del lunes -y el desencanto por la oferta electoral- podrían desalentar la asistencia.
La previa de los comicios estuvo a la altura de una campaña en la que escasearon las propuestas y se multiplicaron las acusaciones cruzadas entre los candidatos. Desde LLA se presentó una denuncia por un supuesto fraude en los comicios generales, aunque sus representantes avalaron el escrutinio definitivo. La Cámara Electoral advirtió a la fuerza libertaria por entregar boletas insuficientes y el Gobierno anunció que denunciaría a LLA por acusar a Gendarmería de participar en supuesto fraude. La historia parece desmentir los temores de los libertarios. Hubo nueve elecciones presidenciales desde 1983 y sólo en cuatro de ellas ganaron los oficialismos.