“Ella estaba muy entusiasmada por trabajar con él, pero a mi no me gustaba. No me gusta el ambiente de la política. No estaba de acuerdo. Y después me di cuenta que tenía razón. Cuando empezó a trabajar con él ella fue desapareciendo de la vida familiar, de la de sus amigos. Yo sabía que ella algo me estaba escondiendo, pero jamás pensé que estaba pasando lo que estaba pasando. Pasaba algo y era con José”.
En la tercera audiencia del juicio que se sigue contra el ex gobernador José Alperovich, ayer se sentó ante el juez Juan María Ramos Padilla, del Tribunal Oral en lo Criminal 29 la madre de la denunciante quien, a lo largo de más de una hora, relató detalles de lo que ella sabía que había sucedido y ensalzó la valentía de su hija. “Si hoy estamos aquí, en un juicio oral, es por lo que ella hizo y porque decidió no quedarse callada”, afirmó. “Mi hija no tenía vida. Él ni siquiera le pagaba. Ella seguía cobrando su sueldo de Casa de Gobierno, donde trabajaba. Hasta en eso la usaba”, dijo.
En la sala de debate estuvieron, además del juez, el fiscal Sandro Abraldes, la representante de la querella, Carolina Cymerman y los defensores Augusto Garrido, Ariel Sosa y Mercedes Rodríguez Goyena del estudio Cúneo Libarona. Al igual que en la segunda audiencia, el imputado Alperovich estuvo presente mediante un zoom, desde su casa en Yerba Buena. La denunciante, al no tener obligación, no presenció la audiencia.
La madre de la mujer explicó que ella conocía al ex gobernador ya que él tenía un vínculo familiar con su ex esposo. “Claro que nos conocíamos”, respondió durante el interrogatorio. Según ella, su hija se fue transformando a medida que pasaban los meses en su trabajo con el ex senador, quien estaba en campaña política como aspirante a gobernador. “Con el paso del tiempo se le empezó a caer el pelo, bajó muchísimo de peso, se le caían las uñas, le temblaban las manos. Era una persona totalmente distinta”, relató. “Si él se iba a andar en bicicleta, ella tenía que ir por detrás, le llevaba y le hacía tomar las pastillas, le llevaba la ropa a arreglar. No era sólo que estaba trabajando para la campaña. La usaba para todo, todos los días, sin descanso”, aseveró. “Cuando comencé a sospechar que pasaba algo más, aunque no imaginaba que fuera esto, lo hablé con mi madre, quien también la veía muy desmejorada. Todos le decíamos que dejara de trabajar en eso”, agregó.
Alperovich debe responder por tres casos de abuso sexual, dos de ellos en grado de tentativa, y seis casos de violencia sexual agravada por acceso carnal, de acuerdo con lo establecido por la investigación judicial en base a las denuncias por los ataques ocurridos entre 2017 y 2018. Esos abusos, de acuerdo a la imputación, fueron cometidos bajo “intimidación, abuso de una relación de dependencia, de poder y de autoridad”.
El momento más tenso del relato de la mujer se dio cuando recordó cómo ella había contado lo que estaba sucediendo. “No me lo dijo a mi sola, sino a varias de la familia. Y yo no quise detalles ni ella los dio. Hubiera sido tremendo revictimizar y más siendo yo la madre”, aseveró. Pero el detalle que más llamó la atención fue cuando explicó que ella se oponía a que se radicara la denuncia. “No estaba de acuerdo con que lo hiciera. Nunca creía que la denuncia fuera a prosperar. Le dije: ‘esto va a quedar en la nada. Todos los jueces de Tucumán los puso él. Va a salir impune’. Yo la empujé a mi hija al sometimiento”, admitió con la mirada en el piso. Y ella me respondió ‘es él o yo’”. Y recordó una recomendación que durante una reunión le había dado la madre del propio Alperovich: “tené mucho cuidado con este”, aseguró la testigo que le dijo a su hija.
La denunciante había decidido hacer la denuncia en la Justicia, y además dio a conocer lo sucedido mediante una carta que se publicó en distintos medios. “No escribo para convencer a nadie de nada. Estoy aquí contra la opresión del silencio y por la necesidad de recuperar mi vida, de sanar llamando a las cosas como son, sin suavizarlas ni teñirlas, poniéndole al monstruo nombre y apellido. Cuando no le ponés nombre, no existe. El mío se llama Jose Jorge Alperovich, mi tío segundo y jefe, por quién fui violentada sexual, física y psicológicamente desde diciembre del 2017 hasta mayo de 2019. Durante un año y medio sufrí violaciones a mi integridad física y sexual”, dijo en esa misiva.
Según la madre de la denunciante, en la familia la denunciante contó todo pero sin dar detalles. “No es necesario. Yo le creo”, dijo con firmeza. Y advirtió: “José abusó de ella de todas las formas posibles”. Luego relató que con el paso de los días su hija había anotado todos los detalles de lo que había vivido “para no olvidarse nada”. Y finalizó: “Hoy la admiro y la respeto profundamente por su valentía. Sintió alivio por poder expresar todo lo que sentía”.
