El gobernador Axel Kicillof evitó este martes el default de la provincia de Buenos Aires. Anunció que pagará el vencimiento de deuda por U$S250 millones dentro del plazo legal, luego de intentar una negociación para estirar plazos que resultó fallida. La administración bonaerense mostró pragmatismo al decidir, sobre el filo, emitir nueva deuda en pesos para saldar el compromiso y no caer en cesación de pagos. Pero también anticipó que le será difícil reestructurar la cuantiosa deuda en dólares que debe afrontar este año y los siguientes. Los fondos de inversión más grandes, que no aceptaron la propuesta de la provincia, ganaron una batalla. Y eso puede tener efectos en la renegociación abierta a nivel nacional.
“El esquema de la deuda de la provincia de Buenos Aires, que viene íntegramente de la gestión anterior, la pone en una situación de insostenibilidad. Los vencimientos, los montos, la hacen impagable“, dijo Kicillof al iniciar la conferencia de prensa. Luego, afirmó que obtuvo el consentimiento del 50% de los acreedores para correr el vencimiento del 26 de enero (tenía plazo para pagar hasta mañana, 5 de febrero) al 1 de mayo. Pero necesitaba el 75% para poder cambiar la fecha de pago. El gobernador acusó al fondo de inversión Fidelity, que tendría el 25% de las tenencias, de bloquear la negociación. Y anunció que lo pagará con la emisión de deuda en pesos ($10.000 millones) y recursos propios, sin ayuda de la Nación.
Fidelity es uno fondo grande que, si bien no informa en detalle sus tenencias de deuda, probablemente tenga también bonos de la Nación. No es un fondo “buitre”, que compra títulos baratos para litigar. Pulseó, propuso cobrar en cuotas, ganó y mañana tendrá los dólares que le corresponden.
La renegociación con los acreedores del BP21 provincial fue el primer round de las gestiones que deberán efectuar Kicillof y su ministro de Economía, Pablo López, para reestructurar la deuda en dólares. “Damos por iniciada la reestructuración” de los compromisos en moneda extranjera, anunció el gobernador. Pero también es una antesala de lo que deberá afrontar el ministro de Economía Martín Guzmán en su diálogo con los acreedores para posponer los pagos de la deuda nacional.
La “deuda impagable” que anunció Kicillof totaliza 220.000 millones de pesos en 2020, según los números oficiales. De acuerdo con la consultora Elypsis, la provincia debe saldar este año U$S2704 millones, de los cuales unos U$S2200 están nominados en moneda dura. “La gran mayoría de la deuda de la provincia de Buenos Aires es con acreedores privados bajo ley extranjera”, lo que dificulta un reperfilamiento y obliga a buscar acuerdos voluntarios con los acreedores, advirtió la firma hace un tiempo. En comparación, los U$S250 millones de capital que debe saldar este miércoles son una cifra muy pequeña como para motivar un default.
El vencimiento del BP21 cayó justo antes de que la Nación publicara los lineamientos para la renegociación que busca encarar con sus acreedores. Fuentes oficiales y del mercado interpretaron que la provincia buscaba ganar tiempo para encarar la reestructuración, luego de que la administración central avanzara con su propia operatoria. Alberto Fernández no podía socorrer a Buenos Aires y, a la vez, decir que no tenía fondos para pagar sus propios compromisos. Y, a la vez, un default de la provincia hubiera complicado la negociación que deben encarar Alberto Fernández y Guzmán.
La primera reacción de los inversores fue positiva. El riesgo país perforaba los 1900 puntos básicos y la deuda local se apreciaba. La interpretación que primó fue que ni el gobierno nacional ni el provincial quieren el default y que no les será fácil aplicar quitas agresivas. Pero también, que el exministro de Economía y ahora gobernador pagó un costo innecesario al tensar la cuerda hasta el final.
Recordaron los tiempos de Kicillof como ministro, en los que, después de batallas discursivas, pagó U$S5000 millones a Repsol por la estatización de YPF y arregló un cronograma de pagos con el Club de París sin quitas de capital ni de intereses.
“La primera lectura es que Kicillof le teme al default”, dijo Javier Alvaredo director de la consultura ACM. “Ese desgaste no sé qué tan transpolable es a la otra negociación, pero es probable que haya un costo reputacional”, agregó.
La consultora Analytica no veía el default en el horizonte. En un reporte del 2 de febrero, escribió que, si la negociación no era exitosa, la provincia conseguiría recursos para evitar la cesación de pagos. “De cara a la negociación nacional, esto da muestras de debilidad en la postura”, interpretó Rodrigo Álvarez, director de la consultora. “Por ahora, solo compramos algo de tiempo, pero no es una buena noticia. Nadie quiere el default, pero los acreedores toman nota de que la valentía puede convenir, al tiempo que el Gobierno Nacional necesita dar muestras de dureza. La quita sobre capital e intereses de deuda no puede ser muy agresiva o será difícil llegar a un acuerdo”, vaticinó.
Federico Furiase, director de Eco Go, destacó la voluntad de pago por sobre la negociación fallida. “Era muy arriesgado dejar caer a la provincia en un evento de crédito con posibilidad de aceleración o cross default mientras tenemos presión en la brecha cambiaria y se negocia la deuda a nivel soberano”, indicó. “Es una buena señal, tanto para la reestructuración soberana como para la provincial, evitar un evento de crédito por un incumplimiento de un bono con legislación internacional”, agregó.
Los analistas se preguntan si los bancos públicos (el Banco Provincia y el Nación) auxiliaron a Kicillof con las Letras por $10.000 millones que emitió para pagar el vencimiento. Parecen cuestiones accesorias, mientras el presidente se entrevista con líderes europeos y busca apoyos para renegociar con los bonistas y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La premisa elemental de la Nación es conseguir tiempo. De gira por Europa, el Presidente dejó trascender que buscará retomar los pagos de capital al FMI recién en 2024.